Pater dimitte illis non enim sciunt...
Quienes ven que las cosas van mal, deben actuar: escribir, opinar, organizarse, involucrarse en cada lugar. No podemos dejar que la UP vuelva a Chile, fueron tiempos demasiado traumáticos.
PATER dimitte illis non enim sciunt quid faciunt” (“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”). Es lo que dijo Jesús en la cruz, refiriéndose a quienes lo crucificaban. Haciendo un paralelo con lo que hoy sucede en Chile, esta frase célebre podría aplicarse perfectamente. La destrucción de la patria, la crucifixión de nuestros valores y de nuestra cultura, es lo que presenciamos y lamentamos.
Lo más triste es que una mayoría está preocupada y enojada, pero una gran mayoría dentro de esa mayoría se lava las manos como Poncio Pilato. Dice la escritura: “Entonces Pilato, viendo que nada adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la gente diciendo: ‘Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis’”. Empresarios, profesionales, trabajadores y muchos de mis amigos, al igual que Pilato, se lavan las manos cada día. Cuando uno escribe, muchos le manifiestan a este ciudadano: “Muy bien, sigue adelante”; otros: “Te apoyo 100% viejito”, “cuenta conmigo”, “no bajes la guardia”, entre otras frases de aliento. Pero la verdad es que para cambiar el rumbo y generar un golpe de timón se requiere de coraje y de la acción de muchos.
Tras ver Informe Especial de TVN, uno se pregunta: ¿qué habrá pensado la Presidenta rumbo a la cumbre de la OCDE acerca de la Araucanía, de la CAM, de la muerte de los Luchsinger Mackay? ¿Tendrá conciencia la Señora M. de que su apoyo cae mes a mes, que el país crece menos, que su modelo no funciona y que la gente está contrariada?
Este ciudadano hace un llamado serio a cuidar Chile. Quienes ven que las cosas van mal, deben actuar. Hay que escribir, opinar, organizarse, involucrarse en cada lugar. No podemos dejar que la UP vuelva a Chile. Fueron tiempos traumáticos que no podemos olvidar. Los empresarios que se esconden y los trabajadores que prefieren “lavarse las manos”, se arrepentirán. Recuerdo con rabia a los “pijes” que en vez de votar siguieron esquiando mientras Allende ganaba por casi nada la elección del 70. Después alegaban en contra de los “rojos y los demos”.
Revisando columnas de hace dos años, recordaba que algunos me decían que yo estaba exagerando, que Michelle era una buena líder y que las cosas mejorarían. Nada de eso ha ocurrido. Sube el desempleo, Chile cae en todos los rankings, crecemos menos, la propiedad del agua está amenazada y “jóvenes imberbes y patudos” dictan cátedra. ¡Hasta dónde hemos llegado¡ La autoridad y su respeto están ausentes. Cada uno hace lo que quiere, se roba, no se paga el pasaje del Transantiago, las cárceles están hacinadas, a Chile entra cualquiera por cualquier parte, los mocosos se toman La Moneda, se paran las clases, se marcha donde sea y se les pega a los carabineros mientras la autoridad se “lava las manos” y nos conduce al despeñadero.
Un dirigente gremial opinaba que se quedaba con el vaso medio lleno, tras el discurso del 21 de Mayo. Yo me quedo con un vaso rebalsado, cuyo contenido venenoso está contaminando a toda la sociedad y los costos de desinfección y limpieza nos harán regresar a la medianía de la tabla. Podríamos concluir que de la concertación, tras breve lapsus, pasamos a la nueva mayoría, la siguió la nueva minoría y hoy entramos de lleno al período de la “nueva rasquería”. Chile se ha puesto vulgar. Mientras observaba a la Presidenta en el Congreso, un ministro importante mascaba chicle, varios parlamentarios se ocupaban solo del celular y no pocos estaban vestidos como mamarrachos, sin corbata ni afeitarse. En simultáneo, afuera del Congreso, las bestias destruían y mataban.