Fallo empresarial, parte del ciclo del emprendimiento
MUCHOS hablan de emprendimiento, del riesgo de apostar por un camino independiente y los beneficios que hay detrás de ser “el propio jefe”. Sin embargo, pocos se refieren a las opciones de “falla” y las escasas posibilidades que ofrece el sistema para reemprender. Existen patrones de conducta que tienden a repetirse entre los emprendedores que “fracasan”. Uno de los errores más comunes es querer escalar el negocio antes de lograr una madurez que permita sustentar un crecimiento explosivo. La lógica es simple: con un lanzamiento en grande, la caída puede ser igual de grande, mientras que partir con algo más chico puede significar un daño más acotado. Tomando en cuenta que 50% de los emprendimientos de menos de cinco años termina fallando, reemprender es parte del ciclo de vida de estos empresarios. Entonces, ¿cómo disminuir los riesgos para ser parte de la otra mitad? En primer lugar evitar la concentración de clientes. Lo ideal es tener una cartera atomizada para no depender de uno o dos. El capital de trabajo también es un punto clave para el funcionamiento del negocio. Si bien el acceso a fuentes de financiamiento es clave para asegurar la continuidad de las operaciones de la empresa, es importante no estresar el flujo de caja con una carga que destruye la capacidad de generar utilidades. Aunque no hay recetas infalibles para asegurar el éxito de un emprendimiento, existen varias señales de alerta y errores comunes que -detectados a tiempo- pueden evitar una crisis o un “fallo empresarial”. Más allá de los consejos, el fracaso es parte del ciclo vital de un emprendimiento. Hemos podido ver muchas buenas ideas que tropiezan en una primera etapa y que por falta de apoyo no tienen un impulso para seguir adelante. La invitación entonces es a convertir el “fallo empresarial” en una experiencia más dentro del camino de un emprendimiento exitoso.