“La banca está con una imagen que es bastante mala. La peor en 20 o 30 años”
¿Chile se demoró demasiado en asumir de verdad Basilea III? ¿No esté ligado al ciclo político? Los temas de imagen han estado asociados a cobros, de costos…aún hay cosas pendientes…
—Estás mirando para atrás, preguntando qué nos perdimos. ¿Por qué no preguntar qué vamos a ganar con la Ley de Bancos? Y yo creo que vamos a ganar. La Ley de Bancos viene en un momento adecuado, ya era hora que la banca chilena se pusiera a tono con la banca internacional en lo que es la legislación que les atañe.
¿Cuáles van a ser los mayores beneficios?
—Que Chile se asemeje a lo que es la legislación de la banca internacional con Basilea III es muy apropiado, principalmente porque lo iguala con los bancos internacionales; segundo, porque evita el encarecimiento de costos por estar desfasados. En eso me parece que hay consenso. Lo que sí, me parece que el plazo de implementación es muy largo.
¿Cuánto debiera ser, dada la experiencia internacional?
—Me parece razonable del orden de tres años.
¿Y respecto al gobierno corporativo de la SBIF? En el proyecto se ha considerado una figura única.
—En eso no tengo duda. Mi opinión personal y técnica, después de haber vivido en Bélgica, Francia y haber sido director de un banco en Inglaterra: unipersonal todo el rato.
¿Por qué?
—El camello es un caballo diseñado por un comité. Ese es un tema. El segundo tema es que frente a una crisis se requiere una actuación rápida, un comité no es rápido; y tercero, creo que la figura del regulador bancario debe ser una figura con algún grado de autonomía e independencia El comité llama a cuoteo político, sobre todo si es rentado. El Banco Central, que es un fantástico ejemplo, tiene cuoteo político.
—Yo lo desligaría del ciclo político. Y no nos olvidemos de otra cosa: autonomía financiera. La Superintendencia debería tener una cierta autonomía financiera que le permita contar en sus equipos con gente de la misma calidad de quienes están en el sector privado.
Pero a la SBIF la financian los mismos bancos…
—Sí, pero una parte importante de ello va al presupuesto global de la nación. Yo creo que la banca ha hecho un tremendo trabajo, es un sector que como industria ha aportado enormemente al crecimiento del país y es vital para el desarrollo. Sin embargo, hoy la banca está con una imagen que es bastante mala podríamos decir y, de hecho, según encuestas, es la peor en los últimos 20 o 30 años. Ese es un tema del que la banca tiene que preocuparse de una vez por todas. A mi juicio, la banca tiene dos asignaturas pendientes sobre las que debería poner foco. Una de ellas es la calidad de servicio, que es peor que hace 20 años. Las razones son muchas, pero el hecho es que por lo menos la percepción es que el servicio es más malo que antes. El segundo tema que la banca también debería ver es buscar aportar a la sociedad y a la comunidad más allá del negocio —Yo todavía participo de la banca y he participado hace 30 años en la banca y creo que los banqueros nos demoramos en leer los cambios sociales, porque el negocio de la banca está muy centrado en sí mismo.
¿Cuándo la banca hizo el click de empezar a leer las señales?
—Las está empezando a leer, no lo ha hecho todavía.
Uno podría pensar que el tema de los cobros unilaterales hace unos años fue un llamado de atención tan fuerte...
—No, yo creo que la banca está enfrentando un momento que es como cuando estás al inicio de un posible cambio gigantesco. Creo que es un proceso de transformación, pero que está incipiente todavía, hay fuerzas que están empujando a que esto vaya hacia allá, por ejemplo, la revolución digital. Si la revolución digital no la toman los bancos, les va a pasar lo mismo que a los taxistas con Uber. Pero lo que cambia el mundo son los consumidores, las generaciones más jóvenes no quieren ir más al banco.
Pero los bancos están entendiendo eso…
—Incipientemente. Todos están hablando de ello, pero yo no veo ningún banco digital todavía, ni aquí ni en ninguna parte.