Veto a reforma: una nueva mala señal
Que el Gobierno haya decidido seguir adelante con el veto a la Reforma Laboral, tras descartar negociar una reforma constitucional, es un revés para las intenciones de mejorar confianzas.
SIN DUDA, el fin de semana pasado el tema de discusión fue la decisión del Gobierno de descartar la reforma constitucional para reponer la titularidad sindical en la Reforma Laboral, luego de que el fallo del Tribunal Constitucional lo declarara inconstitucional. Además, el Ejecutivo decidió tramitar el veto a los pactos de adaptabilidad del proyecto. De esta forma, se confirmaron los principales temores: el Gobierno parece haber actuado más con un afán de revancha que pensando en el mercado laboral del futuro. Además, y tal como reconocieron las autoridades, habrá un incremento en la judicialización a raíz de esta zona gris que se provocará con esta reforma. ¿Quién puede quedar satisfecho con una reforma que, finalmente, terminará aplicando caso a caso la justicia chilena?
El propio ministro de Hacienda reconoció ayer su incomodidad, lo que también resulta preocupante y refleja las permanentes dos almas de la Nueva Mayoría: los partidarios del “realismo” versus el grupo que se inclina por el “sin renuncia”.
“Habría por supuesto preferido, por lejos, llegar a un acuerdo, tener una reforma constitucional y pactos de adaptabilidad”, dijo Rodrigo Valdés. “Habría quedado más tranquilo en otro escenario, pero para eso necesitábamos el concurso de la oposición y no lo tuvimos”, concluyó.