A 24 horas del referendo británico
AUNQUE TODOS los referendos tienen un componente emocional elevado, no podemos quejarnos de la falta de análisis rigurosos y de debate público que ha generado el referendo sobre el Brexit. A pesar del revolcón de las encuestas en la última semana, la incertidumbre va a ser muy alta hasta el final. Curiosamente, la división casi matemática en las predicciones de voto contrasta con el consenso en la casi totalidad de los estudios serios sobre las consecuencias económicas del Brexit a largo plazo en el Reino Unido, que apuntan a un importante impacto negativo, a través sobre todo de un comercio menor con la UE, unos flujos de inversión más desfavorables hacia el Reino Unido y posiblemente una menor inmigración que, no lo olvidemos, ha sido una fuente de riqueza para el país en los últimos años a pesar de ser uno de los asuntos que están empujando hoy más a la salida. El rango del impacto estimado sobre el nivel de PIB está entre el 2% y el 8% hacia 2030. Es elevado, pero no dramático. De ganar el voto favorable a la salida, la incertidumbre sobre lo que ocurrirá a continuación es muy elevada sobre muchas variables. Además, la incertidumbre que generarían estas -y otros factores- en el corto plazo afectaría negativamente a la confianza económica y a los mercados, aunque la magnitud y persistencia de este efecto es difícil de determinar. Una depreciación adicional de la libra es muy probable, teniendo en cuenta que el Reino Unido tiene un déficit externo relativamente elevado. Adicionalmente, es de esperar un movimiento hacia activos refugio y hacia el dólar, un aumento de las volatilidades y un cierto efecto contagio al resto de Europa. Aunque los populismos anti-europeos se han extendido recientemente, es difícil que sobrepasen una cierta cota. Pero sería mejor que todos estos problemas no aparecieran a partir del día 24 y que las especulaciones europeas se pudiesen limitar solo al resultado de la Eurocopa.