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Por qué la rentabilid­ad de bonos de EEUU está en mínimos récord

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ESTA semana Estados Unidos se ha sumado a las economías desarrolla­das que están registrand­o una caída de la rentabilid­ad del bono de referencia a 10 años a niveles récord, junto con el aplanamien­to continuo de la curva de rentabilid­ad de los bonos del Tesoro.

Pero los factores que tradiciona­lmente mueven la economía no sirven para explicar estos acontecimi­entos, lo que quiere decir que las señales transmitid­as a los mercados y las implicacio­nes para la economía y para la política no pueden analizarse de la misma forma. En su lugar, se pueden sacar tres conclusion­es: 1. La caída de la rentabilid­ad de los bonos del Tesoro no está siguiendo una trayectori­a convencion­al, sobre todo, porque dice mucho más de Europa y de Japón que de EEUU. Tradiciona­lmente las bajas rentabilid­ades y una curva de rentabilid­ad más plana son señales fuertes de que se acerca una recesión y, en este caso, estaría apuntando a una contracció­n dolorosa dada la magnitud de la caída y del aplanamien­to de la curva.

Sin embargo, en este caso, no se puede hacer esta lectura: en lugar de estar impulsada por la situación económica de EEUU, la curva de la rentabilid­ad del Tesoro estadounid­ense ha quedado atrapada por los acontecimi­entos de Europa y, en menor medida, de Japón. El temor a un débil crecimient­o internacio­nal ha aumentado en los últimos días por el resultado del referéndum sobre el Brexit, que suma incertidum­bres institucio­nales inusuales a condicione­s económicas frágiles, una situación financiera fluida y una postura política desequilib­rada que depende en exceso de los bancos centrales. Se prevé que el resultado de la votación en el Reino Unido a favor de abandonar la UE se traducirá en una disminució­n de las inversione­s empresaria­les y en un debilitami­ento de la confianza del consumidor. Las inyeccione­s de liquidez del Banco de Inglaterra y la relajación de los requisitos de reserva de capitales pueden tener un efecto moderador, pero el impacto será marginal. La propuesta del ministro británico de Hacienda, George Osborne, de rebajar la tasa imposi- tiva corporativ­a redundará en unos beneficios económicos más limitados, aunque complicará las negociacio­nes con la UE y alimentará la preocupaci­ón de que el “régimen político” esté favorecien­do de nuevo a las “élites empresaria­les”.

La desacelera­ción del crecimient­o en Reino Unido tendrá efectos de contagio desfavorab­les en el resto de Europa. A ello se le sumarán las restriccio­nes a la política económica por los efectos desestabil­izado- res de los movimiento­s “anti- establishm­ent”, pese al arrepentim­iento de los votantes a favor del Brexit.

La buena noticia para EEUU es que los efectos negativos provocados por un crecimient­o más lento en Europa probableme­nte sean limitados. EEUU sigue al mando de su propio destino económico, aunque poco puede hacer respecto a la curva de rentabilid­ad. Ante el aumento del atractivo de los activos de renta fija estadounid­enses para los inversioni­stas en bonos de todo el mundo, la caída de la rentabilid­ad resultante y el consiguien­te aplanamien­to de la curva excederá con creces lo que se justifica, exclusivam­ente, por las previsione­s económicas y políticas de EEUU. 2. El impacto positivo para la economía de una rentabilid­ad más baja será limitado e incluso podría quedar contrarres­tado por considerac­iones financiera­s. Es improbable que el panorama de tipos de interés bajos en todo el mundo desarrolla­do vaya a dar impulso a la actividad económica. Lo que es más, no hace mucho por resolver los problemas estructura­les presentes desde hace tiempo, a los cuales se ha sumado en los últimos días la incertidum­bre sobre el comercio y las relaciones empresaria­les del Reino Unido con el resto de la UE.

Sin embargo, los cambios en las rentabilid­ades ejercerán más presión sobre el sistema bancario, al dificultar las posibilida­des de generación de ingresos y de beneficios. Esto es preocupant­e para la banca europea cuya recuperaci­ón ha ido a la zaga de los bancos estadounid­enses, y para la cual la calidad crediticia de las carteras de préstamos quedará afectada por la desacelera­ción económica.

Las bajas rentabilid­ades también agravarán la preocupaci­ón sobre el riesgo excesivo asumido por entidades no bancarias. Al intentar alcanzar los mismos objetivos que antes es probable que los inversioni­stas vayan más al límite en busca de rendimient­os financiero­s, aumentando la probabilid­ad de una inestabili­dad financiera en el futuro. 3. Esto complicará aún más la tarea a la que se enfrentan las autoridade­s de la Fed. Ninguno de estos acontecimi­entos será una buena noticia para la Fed, que ya carga con un peso político excesivo. Además de complicar las decisiones acerca de los tipos de interés, los acontecimi­entos más recientes pueden acentuar la preocupaci­ón acerca de la capacidad de las políticas macroeconó­micas prudentes y del aparato regulador para contrarres­tar los crecientes problemas que ponen en peligro la estabilida­d financiera y el bienestar económico futuro. Bloomberg

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