Pulso

Gratuidad: una mala macroecono­mía

El proyecto de ley sobre educación superior deja condiciona­da la gratuidad universal al nivel de ingresos sobre el PIB, pero también amarra de manos a futuras administra­ciones .

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EL PROYECTO propone cómo se va hacia allá (gratuidad universal). Y si es ley, por lo tanto, no hay ninguna duda de que en algún momento llegaremos a eso”. Esta frase la dijo el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, para apaciguar algunas críticas respecto de la reforma universita­ria presentada esta semana. Más allá del detalle educaciona­l, existe un foco que puede resultar interesant­e de analizar. Se trata de este “amarre” que se busca realizar por ley a los próximos gobiernos. Efectivame­nte, siguiendo los supuestos y aislando algunas variables, PULSO publicó ayer que la gratuidad al 100% recién se alcanzaría en 2036. Aunque es probable que sea bastante más avanzado el siglo. Es que el proyecto contempla que cuando los ingresos cíclicamen­te ajustados represente­n al menos 23,5% del Producto Interno Bruto (PIB) estructura­l, la cobertura se ampliará al 70%; con ingresos que lleguen al 24,5%, se pagará la universida­d del 80% de la población; con 26,5%, el 90%; y con el 29,5% se alcanzará la cobertura universal. Esto finalmente se transformó en un proyecto que no cambió en gran medida el sistema actual, que no dejó satisfecho a nadie, que avanza hacia una gratuidad de manera supuestame­nte condiciona­da al crecimient­o, pero que al ser ley suma una presión adicional a las futuras autoridade­s. En resumen, corre el peligro de ser una mala política macroeconó­mica.

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