La economía brasileña y su recuperación,
Una conclusión preliminar es que Brasil ya podría haber tocado fondo y ahora la interrogante es a qué velocidad se recuperará.
peak.
Estas dos cifras, especialmente la fiscal, son de una magnitud que normalmente enciende alarmas en los mercados. Los sucesos se aceleraron durante 2015, período en el cual la fuerte recesión “corrigió” el déficit de cuenta corriente pero de manera poco sana, es decir, a través de una violenta baja en las importaciones, del orden de 25%. Dentro de estas se incluye el relevante ítem de importaciones de bienes de capital, las cuales bajaban por el colapso de la inversión. También se detectó una fuerte baja en los gastos en viajes. De hecho, las exportaciones cayeron 15%, pero igualmente el déficit de cuenta corriente bajó desde ese 4,2% a 3,3% en 2015 y ahora se espera 1,5% para el presente año. Por lo tanto, pese a su composición no adecuada este déficit fue la primera gran variable macroeconómica que mostró una mejoría. La segunda es la inflación, sobre la cual comentaremos más adelante.
Lamentablemente, el déficit fiscal y su variable muy relacionada, la deuda del gobierno a PIB, no han dejado de subir. Eso implica una creciente incertidumbre en los mercados no solo financieros, ya que se han producido recurrentes temores de alza en distintos impuestos así como de baja en gastos muy valorados por la población en temas tan relevantes como las pensiones, la salud, la vivienda, etcétera. De hecho, el déficit fiscal alcanzó 10,1% del PIB en los doce meses terminados en abril del presente año, cifra que se mantuvo a mayo. El nivel de deuda a PIB se acerca al 70% y los gastos solamente en intereses han bordeado el 8% del PIB.
La primera pregunta relevante es si hay indicios de que la caída esté llegando a su fin. La respuesta es que sí, pero por ahora son indicios relativamente preliminares. Por ejemplo, la destrucción de empleos a mayo estuvo levemente por debajo de la cifra a abril, una baja mensual por primera vez desde el inicio de la crisis. La tasa de inflación de acuerdo con su principal indicador había llegado a 10,7% en 2015 y ahora se encuentra en 9%. expresión utilizada en los periódicos de ese país.
La pregunta siguiente es si se va a producir una recuperación y qué velocidad tendría. En este caso hay razones para tener un optimismo relativo. La recesión de Brasil hasta ahora no ha tenido un impacto relevante en la solvencia del sistema financiero, y está bastante bien establecido que las recesiones que incluyen un financiero son más agudas y de más lenta recuperación, como el caso de la reciente recesión en Estados Unidos muestra claramente. Sin embargo, para que esta
crash
situación de mejora se mantenga es crucial que el Gobierno logre estabilizar sus finanzas. Esto es algo muy complejo en una situación en la cual el PIB se reduce, ya que implica que la base tributaria se está contrayendo. La clave está en lograr un grado suficiente de credibilidad para permitir una baja en la tasa de interés a la cual se financia el gobierno, de modo tal de permitir un círculo virtuoso que lleve a una estabilización de la relación deuda del gobierno a PIB.
Eso permitiría seguramente un salto en las expectativas de empresarios y consumidores, las cuales pese a haberse recuperado siguen en niveles absolutos muy bajos. Esta cifra será la clave a seguir a corto plazo e implica no solo el manejo del gobierno central, sino también de manera muy relevante las decisiones respecto de la deuda de los estados, varias de las cuales son con el gobierno central, así como el manejo de las grandes empresas públicas y semi-públicas. En este último aspecto las novedades recientes son alentadoras, puesto que los nombramientos en las principales empresas controladas por el gobierno han sido aplaudidos por el mercado.