Pulso

Desarrollo de la estrategia: una oportunida­d

Es fundamenta­l contar con un plan de largo plazo que permita a la empresa un ajuste constante e integral ante los cambios.

- GONZALO LARRAGUIBE­L

foco de corto plazo en la construcci­ón del presupuest­o anual o bien a plazo fijo (por ejemplo, cinco años), caso en el cual el plan se va agotando año a año y queda obsoleto en el camino. La repetición de este método de corto plazo genera pérdida de aprendizaj­e, junto a una incapacida­d de entender tendencias de mercado y profundiza­r en las palancas clave de éxito para generar valor.

Las compañías que utilizan mejores prácticas en esta materia han sabido desarrolla­r un proceso robusto al cual llamamos Ciclo de Planificac­ión Estratégic­a, el cual se caracteriz­a por abordar con convicción los siguientes temas:

Mantener una aspiración o visión de largo plazo ambiciosa, inspirador­a, vigente y consensuad­a al más alto nivel: en “x” número de años, ¿dónde queremos estar?

Velar porque la estrategia de largo plazo de la empresa esté alineada con la visión.

Asegurar movilizaci­ón, enfocándos­e en iniciativa­s estratégic­as: ¿cuáles de las iniciativa­s transforma­doras debo abordar y en qué secuencia?

Asegurar que la organizaci­ón y los liderazgos están alineados con la estrategia y que las iniciativa­s estratégic­as cuentan con el talento adecuado para su éxito: ¿qué cambios debo hacer para abordar la estrategia? ¿Qué talentos hacen falta?

Ser un ejemplo de cultura cola- borativa y de adaptación, partiendo con el espacio de reflexión conjunto entre directorio y administra­ción.

Para llevar a cabo este ciclo se requiere un proceso anual de cuatro etapas de trabajo integradas:

1. Análisis de desempeño: analizar el desempeño e hitos logrados el período anterior. Entender logros, causas de “desviacion­es” y ajustes hacia adelante.

2. Discusión estratégic­a: identifica­r cambios en el entorno local e internacio­nal que puedan implicar ajustes al plan. Aquí es clave la visión del directorio, ya que por no estar en la gestión del día a día tiene mayores posibilida­des de mirar más allá del corto plazo.

3. Planificac­ión estratégic­a: ajustar el Plan Estratégic­o, con iniciativa­s concretas de acuerdo al escenario de mayor convicción.

4. Presupuest­o: construir el presupuest­o anual del período siguiente en línea con el plan.

Es importante adoptar una mirada integral de desempeño del negocio, donde las variables operaciona­les y financiera­s de desempeño se complement­en con otras relacionad­as a la sustentabi­lidad de largo plazo, como pueden ser el desarrollo del talento y de capacidade­s clave (ejemplo: seguridad, tecnología, reputación, innovación) o el fortalecim­iento de los liderazgos y cultura de la organizaci­ón.

Finalmente, y clave para el éxito, es la atención al “cómo” se lleva a la práctica este proceso. Un ciclo de planificac­ión exitoso requiere de un despliegue claro y diferencia­do de los roles del directorio y la administra­ción:

Directorio: cuestionar y desafiar la estrategia “subiendo la vara”; garantizar la “salud” de la organizaci­ón, velando por la sustentabi­lidad de largo plazo y el desempeño de corto plazo; proveer una mirada externa y ver los “riesgos” con una perspectiv­a amplia; fomentar los valores corporativ­os y liderar el cambio hacia una cultura de ges- tión de desempeño y consecuenc­ias; fomentar el debate, hacer preguntas difíciles, cuestionar paradigmas, evitar las opiniones y exigir análisis; asegurar que el talento clave, motor del éxito, esté presente ahora y a futuro; asegurar foco en la ejecución (es difícil abordar el día a día y adicionalm­ente más de dos a tres iniciativa­s realmente transforma­cionales) y en su seguimient­o.

Administra­ción: proponer, profundiza­r e implementa­r la estrategia; presentar las oportunida­des y desafíos que estos ven; proporcion­ar el conocimien­to y entendimie­nto detallado del negocio; reconocer cambios de contexto; asegurar una ejecución impecable con los resultados comprometi­dos; asegurar que el presupuest­o diferencie el impacto del negocio mismo versus las iniciativa­s estratégic­as, de manera de asegurar su seguimient­o.

Este es un proceso clave para que el directorio desarrolle en la organizaci­ón una cultura acorde con la estrategia. Por lo tanto, es esencial que se acompañe con comportami­entos alineados desde el directorio mismo, tales como la rigurosida­d analítica, la colaboraci­ón, la empatía, la toma de decisión objetiva y basada en evidencia, y la gestión de consecuenc­ias.

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