El helicóptero monetario vuelve a sonar
Economistas concuerdan en que la economía de Japón, dadas sus características, sería el lugar ideal en el sistema financiero moderno para llevar a cabo este experimento, que dice que si un banco central quiere elevar la inflación y la producción, lo más e
JAPÓN estuvo cerca de romper su propio récord en política monetaria experimental esta semana. Porque tras ser los pioneros en las tasas de interés negativas a inicios de año, en los últimos días en Tokio sonó con fuerza la posibilidad de que el Banco de Japón estuviera gestionando el debut de una herramienta aún más controvertida: el dinero en helicóptero.
Fue Milton Friedman, el fallecido estadounidense ganador del Nobel de Economía en 1976, quien hizo popular la idea de un helicóptero monetario, o dinero que cae del cielo. En 1969, el mismo Friedman explicaba que la teoría debía entenderse como un evento único, que nunca se repitiría.
El principio básico del concepto es que si un banco central quiere elevar la inflación y la producción, en una economía que crece notoriamente por debajo de su potencial, una herramienta efectiva sería simplemente darle a su población transferencias directas de dinero.
La idea volvió a sonar con fuerza en 2002, cuando Ben Bernanke, el ex presidente de la Reserva Federal, sugirió la posibilidad de recortes de impuestos durante una recesión, siempre que el gobierno se comprometiera a comprar deuda y evitar que las tasas de interés subieran. Y según Bloomberg, el mismo Bernanke estaría detrás de la idea de que Japón sea el conejillo de indias para esta idea.
Bernanke se habría reunido esta semana en Tokio con autoridades japonesas del gobierno de Shinzo Abe, para sugerirles la idea de emitir bonos perpetuos. Uno de los asesores de Abe, Etsuro Honsa, dijo que en abril ya se había reunido con Bernanke y que después de una discusión de una hora, el estadounidense le advirtió sobre los riesgos de que Japón volviera a caer en deflación. ¿La solución? El helicóptero de dinero, habría dicho Bernanke, señalando que sería la mejor herramienta para superar la deflación, especialmente en una economía como la de Japón, que según economistas tendría las características idóneas para llevar a cabo un experimento de estas características.
En el año el yen se ha apreciado 14,11% contra el dólar, mientras que en los últimos cinco días, cuando Bernanke estuvo de visita en Tokio y se juntó con el par de Janet Yellen, Haruhiko Kuroda y con otro asesor clave de Abe, Koichi Hamada, la moneda japonesa se depreció 4,61%, alcanzando su menor nivel en tres semanas. Problema japonés “El llamado dinero de helicóptero es esencialmente una forma alternativa de hacer un alivio cuantitativo. Es un intento por inyectar liquidez a la economía. El banco central hace que haya más dinero disponible para los bancos para que lo redistribuyan en la forma de préstamos”, explica Ken Goldstein, economista de The Conference Board. El experto agrega que la gente y las empresas que tomen esos préstamos, luego utilizarán el dinero para consumir e invertir y así la demanda agregada se transforma en una “chispa” para mayor crecimiento económico.
Sin embargo, los críticos apuntan a que el helicóptero no suma mucho crecimiento, excepto por un corto período. “Hace crecer más a la inflación que al crecimiento y deja a la economía aún más endeudada. En el caso de Japón, sería incluso menos efectivo para impulsar la expansión económica, porque la caída en la demanda no es el mayor problema de Japón. ¿Sabes qué es? La inmigración, pero los japoneses se oponen más a la inmigración que Donald Trump, aunque por razones muy diferentes”, añade Goldstein. “Con una población que está disminuyendo, la demanda está en una declinación a largo plazo, que un estímulo económico a corto plazo, como el helicóptero monetario, no es capaz de arreglar”, sentencia. Efectivamente, el número de nipones está cayendo a tasas preocupantes. Según datos publicados esta semana, la población de más rápido envejecimiento del mundo disminuyó por séptimo año consecutivo en enero en 271.834 personas a 125,9 millones, la cifra más baja desde que empezaron los registros en 1968. Al contrario, el número de extranjeros subió 5,4% a 2,17 millones.
El primer ministro Abe fijó el objetivo de impedir que el total de la población caiga por debajo de los 100 millones de habitantes, y de hecho, según proyecciones de un panel del gobierno nipón, de no lograr que la tasa de natalidad aumente, la fuerza laboral podría retroceder más de 40% al año 2060.
“Japón es un caso especial, más bien un caso perdido, y eso que la economía fue la primera en experimentar con el alivio cuantitativo. La propuesta de un helicóptero monetario no es muy diferente a lo que ya están haciendo con un ma- yor estímulo fiscal, de parte del Banco de Japón. No funcionará”, afirma Chris Rupkey,de Mitsubishi UFJ Financial Group. El economista añade que el verdadero dinero de helicóptero es “arrojar dinero de la ventana de un helicóptero en las calles para que la gente se agache y lo recoja, ya que si depositan US$10.000 en las cuentas bancarias de las personas, no creo que la gente salga a gastarlo, ayudando a la economía crecer”.
Para Rupkey, es posible que nunca veamos a un país llevar a la práctica la idea del helicóptero, ya que es muy radical, pero no descarta que Japón pueda convertirse en el primer país en intentarlo. Y podría estar en lo correcto. Tras su reunión con Bernanke en abril, el asesor de Abe, Etsuro Honda, le dijo que pensaba que era hora de expandir el gasto fiscal y, que al mismo tiempo, se tomaran medidas de alivio monetario. “Le dije que había que fortalecer los efectos de Abenomics, pensando en esa estrategia”, aseguró.
En 1969, Friedman explicaba que la teoría debía entenderse como un evento único, que nunca se repitiría.
“Los japoneses se oponen más a la inmigración que Trump, aunque por razones muy diferentes”, señala un analista.
Bernanke se reunió esta semana con autoridades del gobierno de Shinzo Abe, para sugerirles la idea de emitir bonos perpetuos.
“Si depositan US$10 mil en las cuentas bancarias de las personas, no creo que salgan a gastarlos”, dice un economista.