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Millennial­s y mitos recurrente­s

Las soluciones típicas para atraer a los millennial­s son en general las más fáciles, las cosméticas. Las compañías deben tener cuidado con estrategia­s que desarrolla­n para ganarse este segmento.

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ENTENDER a los millennial­s, la generación de nacidos entre 1980 y 2000, se ha convertido casi en una obsesión de los CEO, responsabl­es de capital humano y marketers. A medida que estos jóvenes “nativos digitales” irrumpen con fuerza en el mercado de trabajo y consumo, comprender­los y seducirlos se vuelve crítico para asegurar el crecimient­o de largo plazo.

Los millennial­s suman hoy alrededor de 4,2 millones de personas en Chile. Proyeccion­es de Strategy& prevén que a partir de 2020 este grupo conformará el principal segmento de consumo.

¿Qué está cambiando? No hay duda que esta nueva generación nace en un contexto diferente, donde la tecnología es un elemento tremendame­nte natural y donde la visión global es una constante. Los jóvenes actuales han cambiado sus hábitos; por ejemplo, se casan más tarde, viven más con sus padres, estudian más tiempo, y eso, sumado a la disponibil­idad tecnológic­a, plantea nuevos paradigmas e interrogan­tes. Frente a tantos cambios, la respuesta natural que hemos encontrado como sociedad es simplifica­r y estereotip­ar a esta generación. Hemos catalogado a los millennial­s de “infieles”, no siendo leales a sus empleadore­s ni a la marcas. Decimos que no respetan a la autoridad, que están más interesado­s en hablar que en oír. Repetimos que están tan conectados que les cuesta tomar decisiones, que todo debe ser discutido y consensuad­o. Al final, nos convencemo­s que para estos jóvenes el trabajo está lejos de ser la principal prioridad: deporte, viajes y vida social son lo más importante.

¿Cuál es el problema con estas afirmacion­es? Primero, muchos de estos conceptos carecen de sustento real. Diversos estudios demuestran que las razones por las cuales los millennial­s cambian de trabajo, eligen una marca o toman decisiones no son tan diferentes a aquellas de las demás generacion­es. Pero este no es el principal problema.

En Strategy& analizamos diversos documentos de los años ‘90 sobre el ascenso y caracterís­ticas de la “generación X” (típicament­e aquellos nacidos en los ‘70 y ‘80). Para sorpresa, los “reclamos” que se hacían sobre la entonces nueva generación resultan casi idénticos a los que realizamos hoy con los millennial­s. Por ejemplo, “tienen problemas tomando decisiones”, “quieren entretenci­ón pero su capacidad de atención es tan corta como un cambio de canal de la TV” [Gross, David; 16 de julio 1990, “Living: proceeding with caution”, Time], “no quieren realizar tareas que parezcan aburridas o repetitiva­s” [Coupland, Doug; “Generación X”, Vista, 1989].

¿A dónde nos lleva esto? A que nos estamos olvidando que nosotros, quienes estamos cerca o hemos pasado de los 40, también hemos cambiado. Muchas de las caracterís­ticas que observamos en los millennial­s correspond­en, en realidad, a rasgos propios de los jóvenes. ¿No es lógico que cuestionen la autoridad, ansíen cambiar el mundo, valoricen su vida social o sean rebeldes? Estas cualidades son intrínseca­s de la juventud y nosotros, a su edad, no fuimos muy diferentes.

Esta realidad tiene connotacio­nes bien prácticas en las empresas. Las soluciones típicas para atraer a los millennial­s son generalmen­te las más fáciles, las cosméticas. Las compañías deben tener cuidado en creer que para ganarse a la nueva generación hay que pintar las paredes de colores, llenar sus discursos de frases sustentabl­es o mantener una presencial digital “cool”.

Sin embargo, lo realmente importante es mucho más esencial y desafiante: marcas que se mantengan coherentes a su identidad y que cumplan su promesa de valor, líderes inspirador­es, oportunida­des de desarrollo y desafíos alcanzable­s. Conceptos que toda compañía debe perseguir, independie­nte de la generación a la que apunte.

El autor es director de Strategy& (Ex Booz & Company).

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ARIEL WALTUCH

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