Lo pendiente en gobierno corporativo,
En Chile los directorios discuten poco sobre aspectos estratégicos que apunten a la creación de valor a través de la incorporación de las llamadas métricas ESG, entre otras materias relevantes.
CON LA excepción de temas sobre diversidad e inclusión (de mujeres en particular), amén de la necesidad de fortalecer programas de complian
ce y controles internos, el debate local en torno a legislación, autorregulación y deberes fiduciarios de los directorios está bastante alejado del que se da en centros de estudios, publicaciones especializadas y foros empresariales de Norteamérica y Europa. Es cierto que debemos centrarnos en nuestra realidad, muy distinta a aquella en la que la propiedad de las empresas está atomizada, existe la figura del “activista” y operan fondos institucionales como Calpers que reivindican conductas corporativas éticas.
Sin embargo, es importante estar al tanto de lo que se discute afuera porque muchas compañías chilenas hacen negocios y transan instrumentos en mercados que imponen exigencias más rigurosas respecto a normas contables, relación con personas políticamente expuestas, donaciones y reglas de disclosure. En la misma línea, la OCDE reclama estándares más altos en materias de anti-corrupción, tributación y responsabilidad social empresarial.
Tanto el regulador como los centros asociados a universidades ( disclaimer #1: uno a cuyo consejo asesor pertenezco) están abordando los desafíos con una visión legalista centrada en los deberes de cuidado y lealtad, conflictos de interés, protección de minoritarios, negocios con partes relacionadas y rol/atribuciones del comité de directores. Todo eso está muy bien, pero no es suficiente para incorporar mejores y novedosas prácticas con miras a un mejor desempeño de los directorios.
Analizamos las respuestas a la circular 385 -ejercicio poco productivo considerando que esta no aborda temas que apunten a la creación de valor al largo plazo-, pero no revisamos la sección riesgos de las memorias de las empresas listadas. Si no, ya habríamos caído en cuenta que muchas no los transparentan debidamente. Por otra parte, no hemos cuestionado la falta de avance en la reforma de los gobiernos corporativos de empresas SEP ( disclaimer #2: a uno de cuyos directorios pertenezco), pese al compromiso que adoptamos al ingresar a la OCDE. Tampoco hemos evaluado los beneficios de la reforma de Codelco, a más de diez años de su entrada en vigencia, así como los vacíos y desafíos que la estatal aún debe enfrentar en esta materia.
En Chile los directorios discuten poco sobre aspectos estratégicos que apunten a la creación de valor a través de la incorporación de las llamada métricas ESG -indicadores ambientales, sociales y de gobierno corporativo, por su sigla en inglés- (en adición a las de rentabilidad financiera), relación con los stakeholders, necesidad de innovar e invertir en I+D para crear nuevos productos y servicios, programas de captación y retención de talento, acciones para mejorar la productividad y cómo lograr el balance ideal entre el tiempo que dedican al compliance y aquel que destinan a la discusión de aspectos estratégicos. Tampoco se debate si es preferible una visión “cortoplacista” basada en resultados trimestrales o una que apunte a que las empresas se las jueguen por crear valor al largo plazo. Qué duda cabe que sería un aporte leer a Paul Polman y a Mark Wiseman y aprender sobre el llamado J&J Credo. Más que pontificar, el objetivo de esta columna es invitar a que directores, controladores, AFP e inversionistas, en conjunto con reguladores y en el marco de los centros de gobierno corporativo que hay al alero de las universidades, reflexionemos en conjunto sobre los nuevos temas de la agenda vinculada a la creación de valor al largo plazo. Esto, para que nuestras empresas mejoren su reputación y retomen su rol como motor de crecimiento, generación de empleo e innovación en favor de todos sus accionistas.