La política estrangula a Chile
El deber de los políticos es contribuir a aquietar los ánimos, trabajar sometidos al bien común y no a intereses de poder. Los ciudadanos no son juguetes de los políticos.
ANALIZADOS los indicadores más relevantes de un país moderno, para Chile todos presentan tendencia regresiva los últimos doce meses, aunque en muchos mantengamos todavía posiciones comparativas privilegiadas. ¡Dramática es la tendencia! Este escenario no se vivía desde hace más de 40 años. Es lo que objetivamente recogen las estadísticas y ellas nada tienen que ver con preferencias político-partidistas.
Su causa de fondo es que los políticos y la política en su conjunto tienen secuestrado a Chile; es un verdadero avispero. Unas pocas individualidades salvan su honra. Hace tiempo que resulta muy complejo disociar los criterios de desarrollo país de los afanes politiqueros que nos inundan. Cualquiera sea el ámbito de análisis, conversación, conferencia e incluso en torno a un asado familiar, allí está presente el yugo político. Y por qué “yugo” si no estamos bajo ninguna tiranía. Muy simple: de parte del Gobierno su tozudez, su seudo despotismo “todo por el pueblo, pero sin el pueblo”, su falta abismante de rigor y prolijidad en reformas refundacionales, su descrédito transversal y también su recurrente abuso por anestesiar a la ciudadanía presentando toda su gestión con una magia encantadora. No tenemos ninguna obligación de abrazarlos ni magnificarlos, son lo peor para Chile.
Tampoco por parte de la oposición existen objetivamente señales indicativas de buen camino a seguir, solo limi- tada a defender al país de las acciones refundacionales. ¡Pero sin propuestas! Llena de discursos vacíos y más desunidos que nunca. Consecuentemente, estamos siendo “obligados” a transitar entre el desorden gubernativo y el desorden de la oposición, cuales bueyes en camino pedregoso y empinado.
Desde cuándo un país pequeño, con recursos escasos y grandes presiones político-ideológicas para su asignación, productor exclusivamente de materias primas, alejado de los desarrollos tecnológicos, puede pensar sin culpabilidad en el derroche y bloqueos que estamos viviendo. Este es el motivo de por qué cada discurso de igualdad siempre va a nivelar hacia abajo. Además si se promete igualdad con gratuidades y solo derechos, sin deberes ni esfuerzos, ni responsabilidad, eso es pecado capital,