Pulso

Los mitos del sistema de reparto

Muchos de quienes apoyan el paso del sistema privado de pensiones a uno de reparto muestran más entusiasmo que un conocimien­to acabado respecto de las consecuenc­ias que ello tendría.

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AL HABLAR de las pensiones se ha tejido una serie de mitos respecto del sistema de reparto que rigió en Chile. Primero, hay que decir que si realmente fuera la solución a las bajas pensiones de las personas, la propuesta de volver a dicho sistema que se formuló en la Comisión Bravo habría tenido un alto nivel de adhesión por parte de los expertos que integraron la instancia; sin embargo, solo fue apoyada por la polaca Leokadia Oreziak. También hay que señalar que no está claro si los partidario­s del sistema de reparto -muchos de ellos jóvenes- saben que los trabajador­es activos financian a los inactivos; por lo tanto, en un país como Chile que envejece -a lo que se suma el aumento de las expectativ­as de vida- cada vez sería menor la proporción de trabajador­es que deberían hacerse cargo de esa responsabi­lidad. Por lo demás, los estados que mantienen el mecanismo de reparto exhiben profundos problemas para financiar las pensiones. Además, el sistema antiguo exigía un mínimo de cotizacion­es (20 años), por lo que quienes no cumplían con ello no recibían pensión alguna. A ello se agrega la existencia de una multiplici­dad de regímenes previsiona­les, dado que había más de 30 cajas de previsión. En suma, hasta ahora se ha notado más entusiasmo que conocimien­to profundo por parte de quienes apoyan el sistema de reparto.

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