Necesario diálogo
Por más que el Gobierno nos ha insistido en decir que el proyecto de reforma a la educación superior tuvo más de dos años de preparación, en la práctica pareciera ser que eso jamás sucedió. Las muestras de absoluto rechazo nos permiten colegir la desprolijidad gubernamental. Una de las muchas preguntas es ¿qué pasó para que llegáramos a esta situación de rechazo generalizado? Dentro de las respuestas plausibles, hay dos que son especialmente reiterativas. La primera es la ausencia de una hoja de ruta legitimada para el desarrollo de la educación superior y la segunda es que la carga ideológica en el discurso gubernamental acabó con el diálogo. En cuanto a la primera respuesta, no es menor resaltar el rol protagónico de las instituciones privadas que han coadyuvado al perfeccionamiento de nuestro sistema de educación superior y, en esa línea, han dado respuesta a las exigencias del siglo XXI y estimulado la movilidad social. En la actualidad la matrícula de educación superior de pregrado es de más de un millón de estudiantes y, de ese universo, 85% estudia en instituciones privadas. La segunda respuesta amerita mirar ampliamente el contexto. Si bien hemos dicho que nuestro sistema de educación superior ha sido perfeccionado, dista de ser perfecto. Como consecuencia de la falta de diálogo, nos encontramos con el absurdo que pre- senta el Gobierno de construir un nuevo sistema de educación superior y que, dentro de los argumentos, está el desmantelamiento del sistema que conocemos y, entre medio, denostando a instituciones privadas que no son de su gusto. En suma, el Gobierno ha perdido la gran oportunidad de convocar al diálogo con el objetivo estratégico de buscar los mecanismos para cerrar la brecha en nuestro sistema de educación superior. El Congreso debería ser el convocante para tan ansiado diálogo. Nabor Carrillo Estefa Economista Unidad de Estudios Santo Tomás