Demócratas en shock. Pierden presidencia ante quien señalaron no apto para el cargo
La derrota de Hillary Clinton tomó por sorpresa a su partido, que respaldó en todo momento su candidatura, con la activa participación en la campaña de los Obama.
— Los peores temores comenzaron a crecer en el Partido Demócrata luego de que Florida quedara teñido definitivamente de rojo y Hillary Clinton twitteara en español “este equipo tiene mucho de qué estar orgulloso. Pase lo que pase esta noche, gracias por todo”. Las demás fueron solo malas noticias, con una derrota en la Cámara de Representantes y un tablero de votos electorales a favor de Donald Trump, que logró imponerse a pesar de las palabras del propio Barack Obama, quien lo catalogó en variadas oportunidades como no apto para el cargo de Presidente y comandante en Jefe del Ejército.
¿Qué contribuyó a la derrota del partido oficialista? Juan Carlos Hidalgo, analista de Cato Institute, no tiene dudas al respecto. “Esto dejó de manifiesto lo problemático de la figura de Hillary Clinton para el electorado estadounidense”, señaló a PULSO desde Washington, agregando que cualquier candidato medianamente popular hubiera “arrasado” con Donald Trump.
En efecto, los números de reprobación pesaron a lo largo de toda la campaña presidencial de Hillary Clinton. En la última encuesta de Bloomberg la ex Primera Dama exhibía un 51% de rechazo frente a una aprobación de 46%, lo que la convierte en la única entre los grandes líderes demócratas cuyas cifras de negativos superan a las positivas. La percepción favorable de Barack Obama llega a 54%, la de Michelle Obama a 58%, la de Joe Biden a 56% y la de su esposo Bill Clinton a 50%.
La ex Senadora de Nueva York había logrado reponerse a esos números y encabezó las encuestas durante varios meses, con especial fuerza tras los debates presidenciales. Pero las cosas se complicaron el viernes 30 de octubre, cuando el FBI determinó la reapertura de las investigaciones en su contra por el uso de su correo personal para asuntos propios del cargo de Secretaria de Estado, que ocupó en la primera administración de Barack Obama. Este fue otro de los lastres de su campaña, pese a que la agencia federal el domingo recomendó nuevamente no levantar cargos en su contra.
En medio de estas polémicas, la imagen de Hillary Clinton sufrió otro golpe, luego que WikiLeaks filtrara que la nominada demócrata habría recibido por adelantado preguntas del debate de las primarias en el que enfrentó a Berni Sanders. Esta revelación llevó a la red CNN a romper su contrato con la comentarista Donna Brazile, quien en julio de este año asumió interinamente la presidencia del Comité Nacional del Partido Demócrata.
UNA DERROTA INESPERADA. Pese a todo esto, previo a las elecciones Hillary Clinton lucía como la favorita para llegar a la Oficina Oval en enero. Las últimas encuestas le entregaban una ventaja de 2,9 puntos porcentuales, en las casas de apuestas el 82,3% de los juegos estaban a su favor, mientras que las probabilidades de FiveThirtiEight la favorecían con un contundente 68,5%. Todos estos números hicieron que la caída para ella y su partido fuera aún más dolorosa.
“Está acabada políticamente”, aseguró a PULSO Susan MacManus, académica de la University of South Florida, que además sostuvo que la victoria de Donald Trump “obligará a una reflexión profunda al interior del Partido Demócrata.
Y es que Clinton no sólo perdió Florida. Otros importantes swing states terminaron favoreciendo el triunfo del magnate, como Carolina del Norte y Ohio.
En ese marco, el futuro de la ex Secretaria de Estado luce nebuloso. “Sus aspiraciones presidenciales se acabaron, esta era su última oportunidad. Es probable que salga de la primera línea de la política de Estados Unidos”.
Juan Carlos Hidalgo sostiene que la derrota caerá principalmente sobre los hombres de la nominada demócrata, descartando que sea una respuesta de los estadounidenses a la actual administración. “Este no es un voto de castigo para el Gobierno, porque Barack Obama es relativamente popular”.
Al cierre de esta edición, los republicanos tenían la ventaja en la batalla por el Senado, con 44 escaños en su poder, frente a los 42 de los demócratas. Se requieren más de 50 para tener su control y en caso de empate define el vicepresidente.