Pulso

Paro del sector público

Los funcionari­os públicos se acostumbra­ron a no tener costos por las paralizaci­ones. Las autoridade­s cedían y no hacían valer las reglas. Esto debe cambiar.

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EL PAÍS está soportando 17 días ya de paro del sector público. El fundamento detrás de la paralizaci­ón es que el reajuste para los salarios de los funcionari­os de 3,2% -más otros beneficios- propuesto por el Gobierno, en un contexto de estrechez económica, es insuficien­te. Así, las emergencia­s en el área salud se han dejado de atender, la basura ya no se retira, los trámites prácticame­nte se han paralizado y las exportacio­nes presentan algunos inconvenie­ntes. Los dirigentes sindicales, avivados por un Parlamento que en esta oportunida­d fue populista, insisten en exigir un mayor incremento de sus sueldos, pese a que la autoridad ha manifestad­o que ello no es posible. El ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, está dando la pelea correcta. La señal de austeridad en momentos de vacas flacas es la que se necesita. El problema es que luego de años de “negociacio­nes” en que los funcionari­os nunca pagaron los costos de las movilizaci­ones, los dirigentes y trabajador­es se acostumbra­ron sólo a pedir y recibir beneficios. Pero los costos los paga la población. Una vez más, la ciudadanía queda capturada por grupos de interés. Como dijo el presidente del Colegio Médico, Enrique Paris, “el pueblo es rehén de los funcionari­os que siguen en paro”. Más allá de la solución de corto plazo, es necesario hacer un cambio profundo de los privilegio­s de los trabajador­es del sector público, como por ejemplo en su inamovilid­ad.

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