Igual pega, igual paga, por Francisca Valdés-Carolina Eterovic
LAS PRINCIPALES asociaciones empresariales tendrán elecciones pronto. Tanto la Sofofa como la CPC renovarán sus directivas en el corto plazo. En esta coyuntura, qué mejor que plantearles el siguiente desafío a las nuevas cúpulas y, por cierto, a todas las empresas que representan: llevar a cero la brecha salarial que existe hoy entre hombres y mujeres. No ha sido tan fácil la incorporación de las mujeres cuando se asciende en el organigrama de una compañía. Según lo han constatado las mujeres ejecutivas que distinguimos año a año, ellas suelen estar en las gerencias de recursos humanos, marketing o comunicaciones. Es más difícil verlas en las gerencias de finanzas, por ejemplo. Ni hablar de las gerencias generales. Lo mismo ocurre con los directorios. También están bastante ausentes. El acento hoy lo queremos poner en las mujeres empleadas ahora. Ellas, sin importar el puesto que tengan dentro de la compañía, reciben un sueldo menor que el de los hombres en similares cargos. En promedio, las mujeres empleadas en Chile con educación media completa ganan un 15% menos que los hombres en similar estatus. Y, paradójicamente, la educación nos juega en contra. La teoría dice que tener más estudios nos da más opciones de progresar. Que podemos acceder a mejores puestos. Eso es verdad, y ocurre. Pero, lamentablemente y en el caso de las mujeres, este ascenso no se observa en la liquidación de sueldo a final de mes. Las mujeres con estudios universitarios ganan en Chile un 29% menos que los hombres con iguales pergaminos. Las brechas salariales no son un tema nuevo. Sin embargo, al explotar la discusión sobre el tema previsional, se hace urgente que las empresas revisen su postura sobre el particular. Si hay una “política corporativa” que las empresas chilenas podrían poner en marcha ahora ya, es llevar a cero la brecha salarial entre sus empleados hombres y mujeres. Un bonito slogan de campaña para las nuevas generaciones de empresarios.