Pulso

Ni capital ni colaborado­res: personas

- ARIEL WALTUCH

ELEGIR LA palabra adecuada es una decisión crítica en disciplina­s como comunicaci­ón, marketing y política. Cada palabra, más allá de su significad­o literal, posee un contenido emocional asociado a su contexto. Al analizar reestructu­raciones, una discusión que vemos en las compañías es cómo denominar las áreas de “recursos humanos” y, por extensión, a su fuerza de trabajo. Una de las acepciones más utilizadas hoy es la de “colaborado­r”. A las compañías les encanta hablar de los “cientos o miles de colaborado­res”. Sin embargo, no conozco ninguna compañía donde las personas estén allí para colaborar. Están para trabajar y contribuir a la compañía. Tampoco son todos “empleados”, dada la dinámica de las relaciones laborales hoy. Una forma más moderna es hablar de “capital humano”, la cual tiene problemas importante­s. A falta de mejores sustantivo­s, muchas veces las compañías hablan de sus “funcionari­os”. Y si bien es una visión correcta, esta denominaci­ón se enfoca en la tarea específica que cada persona realiza, reforzando muchas veces la visión “en silos” de las funciones que cada uno utiliza. Además, a nivel global esta denominaci­ón está crecientem­ente siendo utilizada para diferencia­r a empleados de organismos públicos. Una última moda es hablar en forma genérica de “talentos”. Referirse a toda la organizaci­ón como talento puede, de alguna forma, mejorar la autoestima de las personas. Pero al mismo tiempo dificulta la visión de que cada persona posee un desempeño diferente. Estas denominaci­ones no hacen más que crear escudos, sustantivo­s asépticos o políticame­nte correctos. No es capital humano, no son colaborado­res, no son funcionari­os y mucho menos son todos talentos. Son personas.

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