Pulso

Las vías del castrismo y la izquierda chilena

La visita de la Presidenta Bachelet a Fidel en 2009 se cerró de modo amargo luego que él apoyara la demanda marítima boliviana.

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—Cuatro meses antes de la entrada de Fidel Castro a La Habana, en enero de 1959, hubo en Chile elecciones presidenci­ales que ganó Jorge Alessandri; el senador PS Salvador Allende quedó a pocos votos de haber obtenido la primera mayoría relativa. Los resultados confirmaro­n al FRAP (PC y PS) que era posible avanzar hacia el socialismo desde la democracia “burguesa” y liberal.

Sin embargo, esta hipótesis fue puesta en duda por la experienci­a de Cuba. La década de los ‘60, hasta la victoria de Allende en 1970, estuvo marcada por la tensión en la izquierda entre quienes creían posible la vía pacífica y los que sostenían que sólo la vía armada - como en Cuba- podía acercar el socialismo. La exportació­n cubana del modelo de las guerrillas durante esa década por América Latina y África entusiasmó a la izquierda.

El triunfo de Allende pareció inclinar la disputa. El propio Fidel Castro, quien se hizo íntimo amigo de Allende, en sus 24 días en Chile en 1971 planteó primero que Chile podía ser la “excepción” a sus tesis, pero al dejar Chile afirmó que partía “más revolucion­ario y extremista” que a su arribo.

Jóvenes militantes comunis- tas se formaron en las Fuerzas Armadas isleñas y luego dieron origen al FPMR, cuyas dos mayores operacione­s, la internació­n de armas por Carrizal Bajo y el atentado a Pinochet, contaron con logística cubana. El fracaso de ambas y la decisión de la oposición de privilegia­r el plebiscito de 1988 alejaron a Castro de la injerencia en la política chilena. La implosión del campo socialista y la caída del Muro de Berlín hicieron el resto. El Presidente Patricio Aylwin no se apuró en reabrir embajadas y recién en 1991 acordó con Castro restablece­r lazos consulares. La normalizac­ión sólo se produjo en 1995 bajo el mandato del Presidente Eduardo Frei.

Castro retornó a Chile en 1996 a la Cumbre Iberoameri- cana, pero se mantuvo dentro de las reglas del protocolo. El PC y el resto de la izquierda extraparla­mentaria trataron de que asistiera a un acto masivo en el Parque Almagro, pero no lo hizo. Sí acudió a un encuentro con dirigentes de izquierda; en la reunión, la viuda de Allende, Hortensia Bussi, le pidió una apertura democrátic­a en la isla. Castro no se inmutó. En alguna medida, esa conversaci­ón de hace dos décadas evidenció que Cuba y la izquierda chilena ya discurrían por distintas vías. La visita de la Presidenta Bachelet a un Fidel ya retirado de la primera línea en 2009 incluso se cerró de modo amargo: Castro al día siguiente apoyó la demanda marítima de Bolivia. RF

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El ex líder cubano se hizo amigo íntimo de Salvador Allende.

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