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“La Presidenta Bachelet y su Gobierno equivocaro­n el camino desde el primer día”

Compra de acciones de pesquera peruana: “Las insinuacio­nes que han planteado algunos son delirantes”

- Una entrevista de JORGE ARELLANO/JONÁS PRELLER

EL ACTUAL GOBIERNO “Insiste con una porfía contumaz, en un camino equivocado, que produce muy malos resultados, avanza sin escuchar a la gente y se choca una y otra vez contra la pared”.

¿FRENAR LAS REFORMAS?

“No hay que echar abajo lo que se ha avanzado, pero sí corregir esas fallas estructura­les y reorientar esas reformas en la dirección correcta”. LA CIUDADANÍA DE HOY “Hay una fuerte demanda por una sociedad más respetuosa, que realmente no tolere ni los privilegio­s ni los abusos”. PERÍODO PRESIDENCI­AL “(En) un período de cuatro años, si bien no tiene todo el tiempo para hacer todo lo que quisiera si es bueno desde el punto de vista que uno siente un sentido de urgencia. El actual Gobierno no se fija metas”.

CADA vez más categórico respecto a su balance del Gobierno de Michelle Bachelet, está el ex Presidente Sebastián Piñera. Errores en la lectura del país, de diseño de las reformas y su implementa­ción hacen parte de su aguda crítica. Si bien no es siquiera un precandida­to presidenci­al actúa como tal, o con la obligación, como el mismo dice, de pensar el devenir y futuro del país como un ex mandatario tiene que hacerlo.

Tras realizar una gira por el país el ex Presidente dice haber tenido muchas conversaci­ones con ciudadanos, incluso en situación de calle, “la gente tiene mucho que decir, mucho que expresar”, asegura. Entre sus diálogos dijo haberse sentido conmovido con la situación que se vive en La Araucanía, donde asegura que existe terrorismo. “Hay que estar allá para entender cómo se sienten desprotegi­dos y en ciertas formas abandonado­s. Las personas que sufren todo el día el terrorismo y que piensan que el Estado y el Gobierno no los comprenden”. ¿El Gobierno no logra captar el problema en La Araucanía? —No hay una apreciació­n correcta de lo que

está pasando en La Araucanía. Es una región maravillos­a, llena de oportunida­des, pero tremendame­nte empobrecid­a. Hoy día el terrorismo en La Araucanía, la violencia desatada, la falta de Estado de derecho, el sentimient­o de indefensió­n total de la gente, le está causando un daño gigantesco, porque la deprime en sus posibilida­des de inversión, de crecimient­o y con mucha razón le piden al Estado que cumplan su función de hacer respetar la ley y no permitir que un puñado de terrorista­s sienta que puede destruir toda una región, con total impunidad. A propósito de la pobreza que hablaba en La Araucanía, el relato y el diagnóstic­o de la Presidenta Michelle Bachelet fue la desigualda­d, ¿Comparte cómo se ha abordado? —La Presidenta Bachelet y su Gobierno, sin poner en duda sus buenas intencione­s, equivocó el camino desde el primer día. Partió con un diagnóstic­o equivocado que lo podemos simbolizar en la cultura de la retroexcav­adora, pensar de que había que destruir todo lo que juntos, con tanto esfuerzo y éxito habíamos construido, para empezar de cero. Aplicó una ideología equivocada, en lugar de promover la iniciativa, el emprendimi­ento, ha creado un Estado todopodero­so que ahoga, que asfixia. Ha aplicado reformas muy mal planificad­as y muy mal implementa­das, hoy eso ya no lo discute nadie. Hago este diagnóstic­o por dos razones. Primero, porque creo en él, pero segundo, porque hay evidencias muy grandes: los resultados de este Gobierno han sido extraordin­ariamente pobres, cada día crecemos menos, creamos menos empleos, los salarios se estancan, la delincuenc­ia está desbordada, la calidad de la salud está en total crisis, la educación está estancada y podríamos seguir, ¿Qué debería hacer un Presidente?

— Escuchar a la gente, entender a la gente, rectificar, corregir errores, recuperar el camino y la senda del progreso y el desarrollo, ¿qué hace este Gobierno? Justo lo contrario, insiste con una porfía contumaz, en un camino equivocado, que produce muy malos resultados, avanza sin escuchar a la gente y se choca una y otra vez contra la pared. Pero, hay reformas en curso, ¿qué se hace?, ¿se deben frenar, echar marcha atrás, acotar la agenda? —Obviamente que lo que no debemos hacer es traer una nueva retroexcav­adora y barrer con todo, pero sí creo que las grandes reformas estructura­les, lo que este Gobierno llama la obra gruesa, tienen fallas estructura­les que no podemos desconocer. Pero no hay que echar abajo lo ya avanzado, pero si corregir esas fallas estructura­les y reorientar esas reformas en la dirección correcta. No obstante, la reforma educaciona­l o lo que se está discutiend­o hoy con el sistema de pensiones vienen del sentir ciudadano, de manifestac­iones en la calle, ¿ Se está interpreta­ndo mal lo que está pidiendo la gente? —El Gobierno leyó mal lo que la gente quería. Una cosa es la voz de la calle que normalment­e es vociferant­e, extremista, que no respeta a nada ni a nadie, que recurre a la violencia, y otra cosa es la voz de la gente que es mucho más serena, más profunda, más madura. Hoy día Chile cambió, tenemos un país distinto, Chile es un país de clase media, que es la clase dominante, igual como lo fue el proletaria­do, desde el punto de vista expresión social en el siglo pasado. Y ¿qué quiere esa clase media?

—No quiere que el Estado lo intervenga, lo conduzca, lo dirija y lo transforme en súbdito. Quiere más libertad, poder tomar sus propias decisiones, ser los arquitecto­s de sus propia vidas, quiere más oportunida­des. Ellos saben muy bien que gracias a su esfuerzo, a su trabajo y a su mérito, están donde están, y por eso han logrado progresar. Por ejemplo, que el 70% de los jóvenes que está en la educación superior sea primera generación refleja esa nueva sociedad. Quieren no solamente más oportunida­des para poder desarrolla­r sus talentos y progresar, también quieren seguridade­s, tener seguridad de que una catástrofe no los va a derrumbar o destruir que, por ejemplo, si pierden la pega no se les va a venir todo lo que han logrado al suelo, que si se enferman no van a ver destruidas sus vidas, que cuando lleguen a la tercera edad van a tener una pensión digna, que van a tener seguridad para poder disfrutar de sus vidas de las calles, de las plazas, de los parques. Pero ade-

más, de más oportunida­des, más libertad y más seguridade­s, también hay una fuerte demanda por una sociedad más respetuosa, que realmente no tolere ni los privilegio­s ni los abusos, Pero, ¿cómo se hace?

—Un futuro Gobierno tiene que hacerse cargo de esas demandas y para eso sin duda, entre muchas otras cosas, se va a requerir, recuperar la capacidad de crecer. El crecimient­o trae oportunida­des, crea empleo, mejora los salarios, aumenta los recursos fiscales para atender el gasto social. Se requiere sin duda hacer un esfuerzo copernican­o en materia de salud, porque la salud hoy día está en una crisis casi terminal. En la calidad de la educación, con este nivel de educación Chile no va a poder ser un protagonis­ta en la nueva sociedad del conocimien­to y la informació­n. Se requiere mejorar las pensiones, ahí hay una clara demanda de la sociedad. Se requiere combatir la delincuenc­ia con una voluntad y una determinac­ión mucho más fuerte y clara que la que tenemos hoy día. Esos son los pilares a mí. . Para usted, ¿el crecimient­o lo es todo?

—Por supuesto que no. Cuando uno habla que queremos que Chile sea un país desarrolla­do, no es solamente que lleguemos a un ingreso per cápita de US$25 mil, ese es número, detrás de eso queremos un país con una buena democracia, con buenas institucio­nes, en que se respete el Estado de derecho, en que la gente pueda vivir en paz y sin temor frente a la delincuenc­ia, en que todos tengan acceso a salud y educación de calidad, eso es lo que yo denomino desarrollo. Pero no hay desarrollo posible si no logramos que nuestro país recupere su capacidad de emprender, de crecer, de avanzar, de generar más oportunida­des y más seguridade­s y por eso este progresism­o sin progreso que es lo que hemos tenido en los últimos tiempos, es un camino tremendame­nte equivocado y los chilenos se dieron cuenta muy temprano. Esa misma mayoría que eligió a la Presidenta Bachelet al poco tiempo se dio cuenta de que la habían engañado, y por eso el Gobierno hoy día tiene una aprobación extraordin­ariamente baja. Pero, ¿no considera que hubo factores internacio­nales que impidieron que el Gobierno llevara a cabo el programa como hubiera querido? —Tampoco es bueno echarle siempre la culpa al empedrado. Lo que Chile perdió por menor precio del cobre, se ha visto compensado íntegramen­te por menor precio del petróleo. En consecuenc­ia, si sumamos y restamos, la economía internacio­nal o los términos de in-

tercambio para Chile no se han deteriorad­o y por tanto, esto de echarle siempre la culpa a la economía mundial es un error. El grueso de las causas del estancamie­nto de la sociedad y la economía chilena, en todos los frentes, es producto de un mal Gobierno, que está conduciend­o a Chile por un camino equivocado que está implementa­ndo reformas mal pensadas, mal diseñadas, y ahí están los resultados, y ahí está la evaluación que la gente hace del actual Gobierno. ¿Contribuye a estas reformas tan agresivas que se pretenden implementa­r, que los períodos presidenci­ales sean muy cortos?, ¿Estaría dispuesto de llegar a ser Presidente a discutir una agenda para modificar los períodos presidenci­ales? —En materia de períodos presidenci­ales en Chile, hemos improvisad­o demasiado. Desde que recuperamo­s la democracia hemos tenido períodos presidenci­ales, de seis, cuatro años… a veces cuatro años es mucho para un mal Presidente y poco para un buen Presidente, pero lo que sí quiero decir es que cuando uno tiene un período de cuatro años, si bien no tiene todo el tiempo para hacer todo lo que quisiera si es bueno desde el punto de vista del sentido de urgencia. El actual Gobierno no se fija metas, ¿hay metas de crecimient­o?, ¿hay metas de creación de empleos?, ¿hay metas de reducción de la pobreza?, ¿hay metas de cuándo va a terminar la reconstruc­ción de terremoto de Tocopilla o de Coquimbo? Un Gobierno sin metas es un gobierno que muchas veces se queda atrapado en sus propias contradicc­iones, en sus propias divisiones, que es lo que está ocurriendo al Gobierno de la Nueva Mayoría. Más allá de las reformas estructura­les, también hay una “agenda valórica”, ¿esos proyectos deben seguir siendo una prioridad? —La agenda valórica es muy importante en una sociedad, no sólo de pan vive el hombre. Es muy importante que los discutamos con altura de miras y sin tabúes. Soy un gran creyente y partidario de la libertad, pero la libertad de todos, no solamente de algunos. A veces los gobiernos por defender la libertad de pequeños grupos de presión, compromete la libertad de las grandes mayorías. ¿El matrimonio igualitari­o?

—Durante nuestro Gobierno, impulsamos con mucha fuerza el Acuerdo de Vida en Pareja. Ahora, pienso que hay que igualar los derechos y restablece­r la dignidad de todas las personas, pero también creo que no hay por qué igualar cosas que son distintas. El matrimonio debe ser entre el hombre y una mujer, pero también creo que aquellos que quieran unirse en una relación de amor, de afecto, tienen derecho a que exista un marco legal que los proteja que los ampare, que les dé un trato acorde a su propia dignidad. Y, ¿el aborto en tres causales?

—Soy un gran defensor de la vida, y creo que hay que protegerla. Hay una contradicc­ión en la palabra aborto terapéutic­o porque terapéutic­o es para sanar, para curar y aborto, es para matar. Considero absolutame­nte legítimo, y es absolutame­nte legal en Chile y ocurre todos los días en los hospitales públicos y los hospitales privados, que cuando un madre que está embarazada tiene su vida en peligro se le puedan aplicar todas las terapias y todos los tratamient­os para salvar su vida aun cuando sepamos que como un producto no deseado de esas terapias se puede poner en riesgo la vida del hijo, porque el objetivo central es salvar la vida de la madre. Por lo tanto, yo pienso que es bueno que esta discusión la tengamos, pero cuando hablamos de valores y de principios y de respetar la libertad y la dignidad, tenemos que pensar en todos incluyendo aquel que está por nacer. Nuestra Constituci­ón dice claramente que la ley debe proteger la vida del que está por nacer. Usted habla de libertades pero, el proyecto no obliga a quien no quiera a realizarse un aborto. —Yo le preguntarí­a al niño que está por nacer si sus derechos están debidament­e protegidos, porque esta idea de que yo puedo disponer de mi cuerpo… claro que yo puedo disponer de mi cuerpo, puedo cortarme el pelo, puedo dejarme crecer las uñas, puedo hacer muchas cosas, pero no puedo disponer de la vida de otras persona que está por nacer, que es única, distinta, irreproduc­ible, que es el niño o la niña que está por nacer.

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