El mensaje de los mercados a los políticos
Por ahora, el pronóstico para la economía de los EEUU parece haber mejorado.
ESTE histórico mes de noviembre se acerca su fin, y el mensaje de los mercados parece claro: por ahora, el pronóstico para la economía de los EEUU parece haber mejorado, tanto en términos absolutos como en relación a otras economías avanzadas.
Muy pocos anticiparon estos acontecimientos, que reflejan la enorme fluidez que domina los mercados y la política y también apuntan a un fin gradual de la “nueva normalidad”. La situación po- dría derivar en dos escenarios distintos, dependiendo de cómo los políticos respondan en los próximos meses.
El fuerte repunte de la bolsa y del dólar, unido al aumento significativo de las rentabilidades de la deuda del Gobierno, muestra que los mercados se inclinan por la probabilidad de un mayor crecimiento y de un aumento de la inflación en EEUU. Con ello, han diferenciado a EEUU del resto de las economías avanzadas, muchas de las cuales se enfrentan a obstáculos significativos a su crecimiento, así como a incertidumbres institucionales.
Esto ha sucedido tras dos acontecimientos importantes que parecían improba- bles hace solamente un mes: la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos y, debido a sus declaraciones iniciales sobre la economía, la lectura que han hecho de ella los mercados como un acontecimiento que disminuye el riesgo. También ha contribuido el hecho de que las relaciones entre el presidente electo y el establishment republicano, que ahora tiene la mayoría en ambas cámaras del Congreso, parecen haberse distendido.
Lo que ha ocurrido en noviembre es síntoma de un fenómeno mucho mayor, que se está manifestando en un creciente número de economías avanzadas. La “nueva normalidad” -un crecimiento bajo pero estable acompañado de la capacidad y la voluntad de los bancos centrales para reprimir la volatilidad financiera- está siendo socavada gradualmente por múltiples factores políticos, financieros, sociales, económicos e institucionales.
Los ciudadanos frustrados instan al sistema político a introducir cambios. Y los políticos que responden manifestando su intención de implementar medidas a favor del crecimiento -como lo ha hecho Trump- serán recompensados con mercados financieros más optimistas. Pero si el esfuerzo político falla, el sector privado probablemente se retraiga, aumentando el riesgo de que un bajo crecimiento acabe en una recesión.
El autor es jefe asesor económico en Allianz.