El talón de Aquiles de la Trumpeconomía,
El problema multilateral que surge de la escasez de ahorro de Estados Unidos no se resuelve con “remedios” para países específicos.
de apenas 2,4% del ingreso nacional a mediados de 2016. Si bien es una mejora respecto de la posición de ahorro negativa sin precedentes en 2008-2011, sigue estando lejos del promedio del 6,3% que prevaleció en las últimas tres décadas del siglo XX.
Esto es importante porque explica los déficits comerciales perniciosos contra los que Trump sigue despotricando. Sin ahorros y con la intención de crecer, EEUU debe importar ahorro excedente del exterior. Y la única manera de atraer ese capital extranjero es mediante déficits masivos de cuenta corriente y comercial. Los números lo confirman: desde 2000, cuando el ahorro nacional cayó muy por debajo de la tendencia, el déficit de cuenta corriente se amplió a un promedio del 3,8% del PIB, casi cuatro veces la brecha del 1% de 1970 a 1999. De la misma manera, el déficit de exportaciones netas -la medida más amplia del desequilibrio comercial de un país- ha sido del 4% del PIB desde 2000, comparado con un promedio del 1,1% en las últimas tres décadas del siglo XX. La Trumpeconomía tiene la causa y el efecto detrás de este retroceso. Se obsesiona con las causas específicas por país del déficit comercial, como China y México, pero no ve el punto fundamental de que estos déficits bilaterales son síntomas de un problema de ahorro mucho más profundo en EEUU. En resumen, no existe una reparación bilateral para un pro- blema multilateral. EEUU tenía déficits comerciales con 101 países en 2015, un problema multilateral que surge de una escasez de ahorro que no se puede resolver de manera efectiva con “remedios” específicos por país. Eso no quiere decir que los socios comerciales de EEUU deberían seguir ejerciendo prácticas injustas. Pero sí implica que existe una esperanza limitada de resolver los déficits comerciales aparentemente crónicos y la erosión relacionada de las contrataciones domésticas vinculadas a esos desequilibrios si EEUU no empieza a ahorrar otra vez. to, el análisis de Navarro-Ross atribuye un 73% de las ganancias generadoras de crecimiento de la Trumpeconomía a una enorme mejora de la balanza comercial general en los próximos diez años. Sin embargo, si no hay un incremento milagroso del ahorro nacional, esto es muy dudoso. La contabilidad creativa, por mucho tiempo elemento esencial de la economía del lado de la oferta, nunca ha sido más imaginativa. Allí reside una de las desconexiones más notorias de la Trumpeconomía. Ponerse duro en materia de comercio en un momento en el cual el ahorro nacional está a punto de sufrir una presión cada vez mayor no suma. Hasta las estimaciones más conservadoras del déficit presupuestario sugieren que la tasa de ahorro nacional neta ya deprimida podría volver a entrar en territorio negativo en algún momento del período 2018-2019.
En la inminente era de ahorro negativo, EEUU descubrirá que cada vez depende más del ahorro excedente del exterior. Si la administración Trump apunta a los principales prestadores extranjeros -por ejemplo, China-, su estrategia podría volvérsele en contra. Como mínimo, podría haber un impacto adverso en los términos según los cuales EEUU se endeuda en el exterior; eso podría significar tasas de interés más altas -de las cuales ya hay indicios evidentes- y, en definitiva, una presión bajista sobre el dólar. Y, por supuesto, este es el peor escenario de una escalada de la guerra comercial global. El proteccionismo, el ahorro anémico y el gasto basado en déficit conforman un cóctel especialmente tóxico. En la Trumpeconomía, será difícil lograr que EEUU vuelva a ser grande.