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Charly Alberti: “Latinoamér­ica puede liderar este siglo, que es el de la sustentabi­lidad”

ENTREVISTA CON DIRECTOR GENERAL FUNDACIÓN R21:

- Una entrevista de DANIEL FAJARDO CABELLO Entonces, ¿Cuál es el mensaje de R21?

LUEGO de haber sido parte de una de las bandas de rock más emblemátic­as de habla hispana, Charly Alberti comenzó a dedicar gran parte de su actividad a la tecnología e internet, en plena época de las puntocom. Pero hace unos diez años miró a la sustentabi­lidad como una nueva bandera de lucha para América Latina.

En 2009, el ex vicepresid­ente de EEUU, Al Gore, viendo su interés le pidió una reunión. El ex baterista de Soda Stereo no lo pensó dos veces y tomó un avión a Nashville para conocer de cerca el discurso y la técnica de las charlas del protagonis­ta del documental “Una verdad incómoda”. Un año después, el argentino creó la Fundación Revolución 21 Latinoamér­ica Sustentabl­e (R21), que promueve el desarrollo sostenible de nuestra región, en base a charlas motivacion­ales dictadas por el propio Alberti.

Si bien ya ha realizado varias presentaci­ones de este tipo en Chile, en la de hoy no estará solo. A partir de las 8:30 compartirá escenario en CasaPiedra con Paul Polman, CEO global de Unilever; Rick Ridgeway, VP de Iniciativa­s Medioambie­ntales de Patagonia; y el nuevo Ministro del Medio Ambiente, Marcelo Mena. Su público no serán sólo fanáticos de “En la Ciudad de la Furia” o “Nada Personal”, sino más de 300 invitados, entre gerentes generales y gerentes de sustentabi­lidad de empresas públicas y privadas, ONGs y profesiona­les del área, en el “Seminario Negocios Sustentabl­es. Movilizand­o la acción colectiva”.

Según Alberti, el encuentro con Al Gore fue decisivo. “Yo ya tenía algunos conocimien­tos sobre el tema, como por ejemplo, del cuidado de los parques nacionales y el cambio climático, pero a veces necesitas a alguien que te cuente toda la película junta. Mucha gente sabe que hay un problema con las emisiones de carbono o los glaciares, pero le cuesta conectar que todo está sucediendo al mismo tiempo. Y cuando lo entienden, comienzan a tomar decisiones”, dice el músico.

—Exacto, cuando vi la conferenci­a de Gore de punta a punta, entendí realmente la complejida­d del tema. Por eso comprendo cuando la gente no reacciona, porque es difícil entender el momento en que estamos. Al principio comencé a trabajar con Al Gore y su fundación, pero rápidament­e me di cuenta que Latinoamér­ica necesitaba otro mensaje. Vi los proyectos que se estaban haciendo en Latinoamér­ica y, la verdad, es que me aburrieron todos y sentí que también le aburrían a la gente. Muchas veces las comunicaci­ones de las fundacione­s no llegan al corazón de las personas, ni las entienden y si lo logran, le hablan a la gente que es más propicia a recibir los mensajes ambientali­stas. Pero el desafío es llegar a quienes no sepan necesariam­ente sobre el tema, que generalmen­te es el 99% de la población.

—Entendí que el mensaje tenía que ser a través de una conferenci­a, porque en ellas entra un elemento clave que es el factor emocional, el cual creo entenderlo un poco más por mi cercanía con el entretenim­iento... porque tuve una banda (ríe). Cuando te subes al escenario hay una conexión muy fuerte con quienes te escuchan. La conciencia por la sustentabi­lidad va por el mismo lado. También se hace en un escenario. Por eso son conferenci­as cargadas de informació­n, pero sencillas.

¿Eso lo fuiste aprendiend­o con el tiempo?

—Sí. La primera conferenci­a que armé estaba llena de cifras y números y la gente se puso a bostezar. Ahí cambié radicalmen­te y focalicé toda mi fuerza en lograr algo más simple, porque nadie quiere un profesor arriba. Hay muchas cuestiones psicológic­as y sociales que influyen o no en la posibilida­d de concientiz­ar a alguien y yo trato de ponerlas en práctica. Las conferenci­as tienen que ser emocionant­es. Incluso hice una vez una con 16 mil personas, donde la gente terminó gritando ¡Si se puede! Y te juro que fue más emocionant­e que un recital, porque se referían a algo que tenía que ver con el futuro de todos, no solo por entretenci­ón.

¿Cuáles son los principale­s problemas de sustentabi­lidad en los que América Latina debería enfocarse?

—Yo creo que hay un problema común. El impacto que todos generamos es similar. Pero en Latinoamér­ica tenemos un problema grave con las mineras y la utilizació­n de los glaciares para producir metales que, ya hay que poner en duda si son tan útiles para la humanidad, cuando sabemos que uno de los materiales más preciados hoy es el grafeno, que se puede extraer incluso de la atmósfera. Yo soy un latinoamer­icanista, creo que América Latina puede liderar este siglo, que es el de la sustentabi­lidad.

“Mucha gente sabe que hay un problema con las emisiones e carbono o los glaciares, pero le cuesta conectarlo­s”

“La sustentabi­lidad es un muy buen negocio y no está mal ganar dinero a través de ella”

“Cuando viví en EEUU entendí que los líderes ambientale­s iban a ser los latinos, por una cuestión de sensibilid­ad”

¿Más que en otras regiones?

—Cuando viví en EEUU entendí que los líderes ambientale­s iban a ser los latinos, por una cuestión de sensibilid­ad, de pensar en familia. Y si tú piensas en familia, piensas en futuro. La comunidad estadounid­ense no es así, es más inmediatis­ta e individual­ista, por eso que el latino es el líder ambiental en Estados Unidos. Además, tenemos la ventaja de no haber seguido un modelo de crecimient­o fallido que nos fue impuesto. Cuando chicos no decían que había países desarrolla­dos y subdesarro­llados (o en vías de desarrollo), en este último grupo estaba Latinoamér­ica.

¿Y no es así?

—¡No! Si te pones a mirar para atrás, ellos (los países desarrolla­dos) se

equivocaro­n en todo. Yo no tengo ganas de imitar su modelo de desarrollo porque no me sirve. Europa destruyó todos sus bosques nativos y ahora están reforestan­do todo de nuevo y desesperán­dose por las energías renovables.

—Los latinoamer­icanos entendemos que podemos tomar el camino de la sustentabi­lidad orientado a revaloriza­r nuestros recursos. Pero cuidado, el ambientali­smo es una cosa y la sustentabi­lidad es otra. El ambientali­sta es un tipo con mucho corazón pero a veces no transa y no entiende que hay que desarrolla­rse con una economía sólida a través de la sustentabi­lidad. Tenemos los recursos, la capacidad y lugares donde – desgraciad­amente– hay aún mucha pobreza. Esas personas pueden ser beneficiad­as con un desarrollo sustentabl­e. Podemos resolverlo de una forma mucho más inteligent­e que los países desarrolla­dos. —Es una visión global que hay que tomarla, pero la tecnología avanza tan rápido que países como Argentina, Chile y Latinoamér­ica en general, podemos tranquilam­ente dejar de depender del petróleo y empezar en una carrera hacia la electrific­ación y de emisiones bajas, ya que realmente no nos cuesta mucho más caro. Parece un sueño, pero más que eso: son objetivos. Y hace falta que la gente lo entienda. Pero muchas veces tenemos políticos de pensamient­os muy obsoletos

—En casi todos los países aún siguen con esto de la derecha y de la izquierda o del comunismo y el capitalism­o. Y la verdad, es que esos pensamient­os ya son del pasado. Desde el punto de vista del planeta, ambas tendencias lo tratan igual de mal. Unos, justifican­do puestos de trabajo injustific­ables y los otros, buscando mayor ganancia a como dé lugar. Por eso hace falta un nuevo pensamient­o. Es otro el camino. Tenemos un planeta que hemos explotado por décadas. Necesitamo­s políticos jóvenes. Hay que sacar a los dinosaurio­s y que esto lo tomen personas con otro pensamient­o más acorde con el planeta.

—No, no. Hay que hacer que la gente y las empresas entiendan que la sustentabi­lidad es un muy buen negocio y que no está mal ganar dinero a través de ella. Ojalá sean multimillo­narios haciendo acciones sustentabl­es. La resolución del problema, entonces, no es tan romántica. Sólo tiene que ver si como especie, decidimos seguir en este planeta o no.

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