Piñera y sus conflictos de interés,
Mientras más bienes y más poder, más conflictos y de mayor envergadura. Pero, lo relevante es cómo resolvemos esos conflictos, si pensando en nuestro bien personal o en el bien común.
EN UNA semana en que finalmente se oficializó la candidatura más competitiva de la centroderecha, el ex Presidente Sebastián Piñera hizo además los primeros anuncios respecto de cómo pretende manejar sus inversiones y negocios, sin dejar de aclarar que “en la vida, todos tenemos conflictos de interés”. Y es verdad. Aunque algunos más relevantes que otros.
Una mamá, cuando decide el menú familiar de la semana, seguramente tiende inconscientemente a priorizar sus gustos por sobre los de los demás. Nada grave, irrelevante. Pero siempre y cuando no llegue al extremo de alimentar a los niños de acuerdo con su dieta hipocalórica, priorizando su apariencia física, por sobre la nutrición de sus hijos en crecimiento.
Es más. Toda persona que administra un presupuesto limitado debe, inexorablemente, manejar y resolver pequeños (y no tanto) conflictos de interés. ¿Voy al estadio a ver fútbol o le compro un vestido a mi señora? ¿Me compro un buen auto en cuotas o pago un mejor colegio para mi hijo? Situaciones que están entre conflictos de interés y mera definición de prioridades.
También en el ámbito público. Desde alcaldes que se pueden ver beneficiados directamente con una u otra decisión en su comuna, hasta cada uno de nosotros, cuando decide si paga o no el Transantiago, haciendo primar el interés personal sobre el interés del resto.
También el movimiento estudiantil, que pide gratuidad universal cuando hay miles de otras necesidades insatisfechas. Tiene un conflicto de interés cuando exige que los recursos del Estado lo beneficien directamente, aun a costa de dejar sin financiamiento otras necesidades sociales.
Es tan así que hasta el Papa Francisco podría tener conflicto de interés. Es argentino y es jesuita. Podría decidir un viaje a Argentina y aprovechar de ver a su familia. Podría decidir beneficiar a su orden por sobre otra. Pero confiamos en que toma sus decisiones pensando en las necesidades de la Iglesia, no en sus intereses personales.
Como se dice coloquialmente: todos tenemos nuestro corazoncito. El presidente de la ANFP tiene su equipo de fútbol; el jurado de Miss Universo, su nacionalidad; los periodistas, sus creencias, opiniones e ideologías. ¿Hay o no un conflicto de inte- rés en la forma, tono y momento en que un periodista informa algo? ¿Podemos descartar el uso de los medios de comunicación para defender tal o cual creencia de sus dueños y/o editores?
En la vida todos tenemos conflictos de interés. Y todos tenemos pasado.
Eso debemos asumirlo, porque hemos llegado a un extremo en que para garantizar probidad no se puede tener nada, ser pariente de nadie, ni haber trabajado en ninguna parte. Gane quien gane, preocupa la designación del próximo gabinete. Como están las cosas, los futuros ministros sólo podrán venir de la universidad (como profesores o como recién egresados) o ser monjes de claustro, recién bajados de la montaña. Evidentemente, mientras más bienes y más poder, más conflictos y mayor envergadura. Sin embargo, lo relevante es cómo resolvemos esos conflictos. Pensando en nuestro bien personal, o pensando en el bien común. Pensando en los demás o pensando en nosotros mismos.
En los próximos días sabremos cómo resuelve, a priori, el ex Presidente y actual candidato Sebastián Piñera sus potenciales conflictos de interés. Por mi parte, junto a su señora Cecilia Morel, sigo creyendo en servidores públicos y en “un país que siempre pone por delante el bien común por sobre los intereses particulares”. ℗
La autora es abogado, LL.M, master en políticas públicas y ex subsecretaria de Carabineros (@CarolCBown).