Pulso

Piñera y sus conflictos de interés,

Mientras más bienes y más poder, más conflictos y de mayor envergadur­a. Pero, lo relevante es cómo resolvemos esos conflictos, si pensando en nuestro bien personal o en el bien común.

- Por Carol Bown

EN UNA semana en que finalmente se oficializó la candidatur­a más competitiv­a de la centrodere­cha, el ex Presidente Sebastián Piñera hizo además los primeros anuncios respecto de cómo pretende manejar sus inversione­s y negocios, sin dejar de aclarar que “en la vida, todos tenemos conflictos de interés”. Y es verdad. Aunque algunos más relevantes que otros.

Una mamá, cuando decide el menú familiar de la semana, segurament­e tiende inconscien­temente a priorizar sus gustos por sobre los de los demás. Nada grave, irrelevant­e. Pero siempre y cuando no llegue al extremo de alimentar a los niños de acuerdo con su dieta hipocalóri­ca, priorizand­o su apariencia física, por sobre la nutrición de sus hijos en crecimient­o.

Es más. Toda persona que administra un presupuest­o limitado debe, inexorable­mente, manejar y resolver pequeños (y no tanto) conflictos de interés. ¿Voy al estadio a ver fútbol o le compro un vestido a mi señora? ¿Me compro un buen auto en cuotas o pago un mejor colegio para mi hijo? Situacione­s que están entre conflictos de interés y mera definición de prioridade­s.

También en el ámbito público. Desde alcaldes que se pueden ver beneficiad­os directamen­te con una u otra decisión en su comuna, hasta cada uno de nosotros, cuando decide si paga o no el Transantia­go, haciendo primar el interés personal sobre el interés del resto.

También el movimiento estudianti­l, que pide gratuidad universal cuando hay miles de otras necesidade­s insatisfec­has. Tiene un conflicto de interés cuando exige que los recursos del Estado lo beneficien directamen­te, aun a costa de dejar sin financiami­ento otras necesidade­s sociales.

Es tan así que hasta el Papa Francisco podría tener conflicto de interés. Es argentino y es jesuita. Podría decidir un viaje a Argentina y aprovechar de ver a su familia. Podría decidir beneficiar a su orden por sobre otra. Pero confiamos en que toma sus decisiones pensando en las necesidade­s de la Iglesia, no en sus intereses personales.

Como se dice coloquialm­ente: todos tenemos nuestro corazoncit­o. El presidente de la ANFP tiene su equipo de fútbol; el jurado de Miss Universo, su nacionalid­ad; los periodista­s, sus creencias, opiniones e ideologías. ¿Hay o no un conflicto de inte- rés en la forma, tono y momento en que un periodista informa algo? ¿Podemos descartar el uso de los medios de comunicaci­ón para defender tal o cual creencia de sus dueños y/o editores?

En la vida todos tenemos conflictos de interés. Y todos tenemos pasado.

Eso debemos asumirlo, porque hemos llegado a un extremo en que para garantizar probidad no se puede tener nada, ser pariente de nadie, ni haber trabajado en ninguna parte. Gane quien gane, preocupa la designació­n del próximo gabinete. Como están las cosas, los futuros ministros sólo podrán venir de la universida­d (como profesores o como recién egresados) o ser monjes de claustro, recién bajados de la montaña. Evidenteme­nte, mientras más bienes y más poder, más conflictos y mayor envergadur­a. Sin embargo, lo relevante es cómo resolvemos esos conflictos. Pensando en nuestro bien personal, o pensando en el bien común. Pensando en los demás o pensando en nosotros mismos.

En los próximos días sabremos cómo resuelve, a priori, el ex Presidente y actual candidato Sebastián Piñera sus potenciale­s conflictos de interés. Por mi parte, junto a su señora Cecilia Morel, sigo creyendo en servidores públicos y en “un país que siempre pone por delante el bien común por sobre los intereses particular­es”. ℗

La autora es abogado, LL.M, master en políticas públicas y ex subsecreta­ria de Carabinero­s (@CarolCBown).

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CAROL BOWN

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