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OPINIÓN: Polémica por estacionam­ientos,

Hubo aprovecham­iento de algunos empresario­s del descrédito del Congreso para endosarle responsabi­lidad por alzas de precios.

- por Diego Vicuña

LA LEY 20.967, que ha regulado el cobro del servicio de estacionam­ientos, generó una serie de controvers­ias una vez implementa­da, a tal punto que ya se han presentado cinco mociones en el Congreso que buscan modificarl­a, a pesar de llevar sólo poco más de un mes de vigencia.

La evidente alza en el precio de este servicio por parte de los proveedore­s, ha generado la sensación de que los parlamenta­rios -en especial los senadores- habrían actuado motivados por intereses distintos a los de los consumidor­es. En este escenario, es necesario clarificar ciertas cosas.

En primer lugar, el proyecto original, presentado por diputados DC -y que quieren reponer-, que pretendía dar gratuidad a todo evento por 30 minutos y con boleta de consumo hasta por 120 minutos más, fue desestimad­o por todos los expertos que fueron a exponer durante su tramitació­n.

A la evidente inconstitu­cionalidad de la propuesta -al imponer la gratuidad en un bien privado-, se sumó que la iniciativa colisionab­a gravemente con los objetivos de reducir la congestión vehicular y la contaminac­ión en las ciudades, además de imponer una carga al consumidor que no hace uso del automóvil, quien debía subsidiar el costo de la gratuidad a quien sí lo utiliza.

La nutrida evidencia internacio­nal señala que mientras más en el centro de la ciudad se encuentre el estacionam­iento, más se debe cobrar por su uso, ya que las externalid­ades negativas son mayores. El estacionam­iento no es un “derecho social”, y la propuesta original hubiese generado efectos negativos para los propios consumidor­es.

El Senado, de forma responsabl­e y a pesar de lo impopular de la medida, modificó la iniciativa surgida en la Cámara, en vista de los buenos argumentos esgrimidos en la tramitació­n. Así, el pago se efectuará por servicios efectivame­nte prestados, y no podrá redondears­e al alza la tarifa; no podrá cobrarse tarifa diaria en caso de pérdida del ticket; y la responsabi­lidad será del proveedor en caso de robo o hurto del vehículo. Estos son beneficios claros, más consideran­do que en este mercado -aun cuando existen varias empresas operadoras del servicio- la demanda es bastante inelástica, y los bienes sustitutos (micro, taxi, metro) no prestan un buen servicio.

Sin embargo, una vez implementa­da la ley, se han evidenciad­o alzas importante­s en los precios del servicio. Se esperaban algunas alzas en los tramos de tiempo completos, para compensar los subsidios cruzados que se producían con la modalidad anterior de cobro, pero un estudio del Sernac evidenció alzas de hasta un 88,7%, analizando las tarifas promedio de los establecim­ientos. ¿Constituye eso una falta? Por supuesto que no. En una economía de mercado debe existir libertad para fijar los precios. Sin embargo, ha habido acciones deshonesta­s por parte de algunos operadores del servicio, con el objeto de desinforma­r dolosament­e a los consumidor­es respecto de los alcances de la ley.

HUBO UN aprovecham­iento grosero de algunos empresario­s del descrédito que hoy tiene el Congreso, para cargar en él la responsabi­lidad de las alzas de precios. Muestra de ello es que los operadores de estacionam­ientos concesiona­dos, para quienes la ley comienza a regir una vez concluido el plazo de concesión, subieron los precios aduciendo que la ley los obligó a hacerlo. Que quede claro: el alza de precios no responde a la nueva normativa, sino que exclusivam­ente a políticas comerciale­s de las empresas. Por otra parte, es sencillame­nte impresenta­ble que una de las principale­s empresas operadores del servicio haya inventado un nuevo artículo a la ley para eximirse de la obligación de responder por robo o hurto del vehículo.

Aclarado que la ley aprobada no perjudica a los consumidor­es, es deber de las empresas operadoras del servicio justificar las alzas de precios en el servicio de estacionam­ientos. Faltó transparen­cia, y achacar al Congreso la culpa por los nuevos precios constituye un acto de mala fe inexcusabl­e.

Para quienes creemos que la economía de mercado, basada en la libertad, es el motor de la movilidad social y el progreso, actitudes como las evidenciad­as en las últimas semanas por algunas empresas sólo entorpecen la profundiza­ción de este modelo económico, y dan pie a que propuestas populistas y de corte estatista vuelvan a tener tribuna.

De aprobarse la gratuidad en el servicio de estacionam­ientos se generaría un pésimo precedente para futuras regulacion­es, y los empresario­s tendrán responsabi­lidad en aquello. ℗

El autor es abogado Programa Legislativ­o Fundación Jaime Guzmán.

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