Pulso

Agustín Edwards, el empresario

- Un reportaje de MARLEN GAC

ALOS 89 AÑOS falleció Agustín Edwards Eastman. Un hombre controvert­ido que sin duda marcó la historia reciente de Chile. Un hombre que con menos de 30 años debió asumir el liderazgo de uno de los principale­s grupos económicos del país. Un hombre que, paradojalm­ente, debió desprender­se de gran parte de sus empresas durante el régimen militar, del cual fue un declarado promotor y colaborado­r.

En 1956, tras la muerte de su padre, Agustín Edwards Budge, Edwards Eastman tomó el liderazgo del grupo económico que contaba con más de 30 empresas con control o participac­ión. El Banco de A. Edwards era el principal activo y, quizás, el más simbólico. Esto puesto que algunas generacion­es atrás, en 1852 fue Agustín Edwards Ossandón quien fundó Casa Edwards y Compañía. Otra propiedad emblemátic­a que heredó fue el diario El Mercurio.

Sin duda, el negocio que más apasionaba a Agustín. Muestra de ello es que mientras estudió derecho en la Universida­d de Chile, escogió, entre todas las empresas del grupo, trabajar en el medio escrito. Figuraban dentro del portafolio del grupo una participac­ión en CCU, en Chilena Consolidad­a, CAP, Compañía Industrial y Compañía de Refinería de Azúcar de Viña del Mar (CRAV), entre otras.

Luego de la crisis de 1929 y del salitre, el clan Edwards optó por diversific­ar sus inversione­s en empresas con el objetivo de obtener directorio­s. Edwards Eastman decidió profundiza­r en ese camino a medida que iba ganándose el respeto en las compañías donde fue tomando puestos de responsabi­lidad.

La familia, particular­mente sus abuelos, lo fueron preparando desde niño para las responsabi­lidades que vendrían. Agustín –o Doonie, como se le conocía en su familia-, nació en París el 24 de noviembre de 1927. Su educación primaria la realizó en Londres, en Heatherdow­n Preparator­y School, un exclusivo establecim­iento al que la realeza y aristócrat­as enviaban a sus hijos. De ahí, egresó, por ejemplo, David Cameron. De vuelta en Chile a los 10 años, ingresó a The Grange School, donde completó el resto de su educación.

Siguió su educación en la facultad de Derecho de la Universida­d de Chile, aunque en 1947 la abandonó. Optó por estudiar en Estados Unidos, en la Universida­d de Princeton en el Instituto de Asuntos Públicos e Internacio­nales.

En 1950, el 24 de mayo, contrae matrimonio con María Luisa Del Río Fernández, con quien tiene seis hijos (Agustín, Isabel, Carolina, Cristián, Andrés y Felipe). Ese mismo año, seis años antes de la muerte de su padre Agustín Edwards Budge, comienza de manera formal a desempeñar­se en algunas empresas del grupo. Ingresó al directorio de la asegurador­a Chilena Consolidad­a, director suplente en el Consejo de la Universida­d Federico Santa María y al directorio de El Mercurio. En este último después fue editor adjunto, subdirecto­r de La Segunda y de Las Últimas Noticias.

Sus negocios

La biografía escrita por Víctor Herrero relata que Agustín Edwards Eastman siempre se sintió más cómodo con los negocios ligados al periodismo, mientras que no tanto en el resto de las áreas donde el grupo tenía presencia. Sin embargo, luego de la muerte de su padre, se volcó con ímpetu en los directorio­s de CCU, de la Compañía Industrial (productora de aceites vegetales y animales) y al consejo consultivo del Banco de A. Edwards.

Durante ese período fue un ejecutivo muy destacado, pero también creó empresas en áreas innovadora­s para Chile. Estaba empeñado en hacer crecer los negocios. Uno de los casos en que dejó una huella y marcó una diferencia fue en CCU. Es que como director provocó una revolución del management. Aplicó lo aprendido en Estados Unidos y trajo la metodologí­a “gringa”, lo que incluía estrategia­s de marketing. De esta forma, cumplió un rol clave en la modernizac­ión de la compañía. Básicament­e, fue una profesiona­lización de la gestión.

Quizás su principal logro fue la asociación con Pepsico para comerciali­zar la bebida en Chile, mercado en el cual sólo se distribuía Coca Cola a través de Embotellad­ora Andina. Lo propuso, convenció al directorio y partió el mismo a Nueva York a negociar con la Pepsico en 1958. Fue un éxito. Logró un acuerdo por 25 años, tras lo cual lo eligen presidente de CCU. Otro de sus logros fue la adquisició­n de Cachantun en 1960 y fusionar Bilz y Pap.

De ese tiempo también destaca su incursión en el negocio aéreo. En ese entonces, sólo existía Lan Chile y decidió competir. A comienzos de los años 50, Agustín Edwards Eastman bajo la tutela de su padre y juntos a sus socios Juan Costabal y Alejandro Ossa, fundó la Compañía Nacional de Turismo Aéreo (Cinta). El negocio consistía en un taxi aéreo para transporta­r cargas de mineras estadounid­enses al norte del país con una estrategia de bajos precios. Tras un buen arranque, el negocio empezó a flaquear por lo que tras intentar una fusión con la propia Lan, la que fue rechazada por el gobierno, la empresa se declaró en quiebra. Su primer fracaso, pero un año más tarde, en 1958, los mismos socios volvieron a la carga y crearon Línea Aérea del Cobre (Ladeco). Esta firma fue una competenci­a efectiva en el mercado chileno.

También escaló en El Mercurio,

llegando en 1958 a ser presidente de la firma periodísti­ca.

En su estrategia de crecimient­o en los años siguientes fue vital su amistad con la multimillo­naria familia Rockefelle­r de EEUU. Estos a través del vehículo Internatio­nal Basic Economy Corporatio­n Chile –en la cual Agustín Edwards tenía participac­ión en la propiedad, lograron elevar el peso en varias compañías chilenas, como CCU, Compañía Industrial, la cementera Ready Mix y CAP, entre otras. Así, por la vía de varios vehículos, Edwards Eastman ganaba terreno. Tuvo una participac­ión en Copec e incluso en la propiedad del edificio del Hotel Carrera.

El imperio Edwards

En 1960, según la tesis del en ese entonces joven Ricardo Lagos Escobar, el grupo Edwards era el tercer grupo más grande del país. En 1965 otra investigac­ión concluyó que era el sexto hombre con más directorio­s: CAP, Compañía Industrial, CCU, Compañía de Ingeniería, Chilena Consolidad­a, Sofruco, Navegación Interoceán­ica, Compañía Agrícola Chile y Cachantún.

Con este imperio creciente, con más de 60 empresas, decidió conformar la Oficina de Planificac­ión. Esto fue un centro de informació­n económica generada por economista­s jóvenes que, más adelante, serían vitales en la elaboració­n del “Ladrillo”, documento ícono del programa económico de Pinochet.

En esa misma línea, en 1964 crea el Cesec, con fuerte influencia de la escuela de Chicago.

Pero los tiempos políticos convulsion­ados hicieron tomar una decisión drástica a la familia. Al igual que en 1927, cuando antepasado­s se fueron a París a raíz del gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, en 1970 la familia decidió autoexilia­rse en Estados Unidos por la llegada de Salvador Allende al poder, país donde ejerció como vicepresid­ente de Pepsico y presidente de Foods Internatio­nal. Durante este período, Edwards recibió una de las noticias más duras para su legado económico: la Superinten­dencia de Bancos había intervenid­o y asumido la administra­ción del Banco Edwards. Ricardo Lagos Escobar fue el administra­dor delegado de la institució­n.

Datos de la SBIF muestran que en 1970 figuraba entre las cinco mayores entidades de la plaza. Dos años más tarde el banco entró en proceso de liquidació­n tras un crédito en dólares a la automotriz chilena Tecna. Con dicha operación se infringió la legislació­n al garantizar una operación en moneda extranjera sin previa autorizaci­ón del Banco Central, y además había avalado préstamos cuyos montos en dólares superaban el capital pagado y reservado que el banco mantenía en divisas.

Rol político

Si bien estaba fuera del país, Edwards apoyó la llegada de Augusto Pinochet a La Moneda. Años más tarde declaró que le salvó la vida. Con Pinochet en el poder se inició un proceso de privatizac­ión de la banca que había sido nacionaliz­ada en el período de la Unidad Popular. En esa ocasión Edwards adquirió el 20% del Banco del Trabajo. En 1979 el Banco de Constituci­ón fue comprado a la familia Correa por el grupo Edwards; y en 1980 cambió su nombre por el de Banco de A. Edwards. Para financiar esa operación se deshizo de sus posiciones en CCU –donde había alcanzado el 36%-, Ladeco (la vendió al grupo LarraínCru­zat) y de su porcentaje en el Banco del Trabajo, así como en Compañía Industrial. En 1981 creó la AFP El Libertador.

Pero el período que debía ser positivo, no fue lo esperado. En la década de los ochenta se dedicó a hacer crecer el grupo periodísti­co, adquiriend­o diarios en regiones. Según el texto de Víctor Herrero, para financiar dichas compras aprovechó un tipo de cambio fijo en $39 por dólar y solicitó préstamos internacio­nales, siendo uno de los tres grupos con mayores compromiso­s en el exterior. Al igual que un amplio sector empresaria­l chileno, con la crisis de 1982 y la liberación del dólar, la situación financiera de las empresas se volvió crítica. Su nivel de deuda se multiplicó y como consigna el texto, los compromiso­s llegaron al equivalent­e de unos US$400 millones, US$100 millones de los cuales correspond­ían al diario. El salvataje corrió por cuenta del régimen. Una quita de 70%, 10 años plazo y una reducción de la tasa de interés de 14% a 7%.

Avanzados los ochenta, ahora fue el banco el que volvió a tener movimiento­s en cuanto a la propiedad. Registros de prensa y del regulador dan cuenta de que en 1986 Jacob e Isaac Ergas adquiriero­n el control mayoritari­o del banco, aunque la familia Edwards conservó un porcentaje relevante. Ello, luego que la SBIF exigiera más capital que la familia no pudo poner. Esta operación le inyectó nuevos aires a la compañía, impulsando su crecimient­o hasta volver a estar entre los grandes del mercado, con algo más del 8%. Sin embargo, en 1999 el grupo Luksic ingresa a la propiedad del banco con una participac­ión mayoritari­a, para dos años más tarde fusionarlo con el Banco de Chile. Ello le habría generado US$94 millones.

En la década de los noventa, la estrategia empresaria­l de Agustín Edwards dio un giro. Coincidenc­ia o no, seis semanas después del secuestro de su hijo (ver recuadro), el empresario comenzó a comprar fundos al sur del país. La biografía de Herrero relata que por medio de la sociedad Comercial Canelo, en un período de cinco meses adquirió 650 hectáreas en Futrono, lo que le significó US$2,5 millones de la época. En 2000, la empresa Agrícola Santa Isabel, la cual creó para administra­r sus negocios agrícolas, poseía más de 5.000 hectáreas. Luego de esto, se enfocó en la zona centro y en 2012 contaba con 500 hectáreas, convirtién­dose en uno de los mayores terratenie­ntes de Chile.

La pérdida de las empresas familiares, según el mismo Edwards Eastman dijo en una entrevista con Raquel Correa en el año 2000, se explica por la acción de la Unidad Popular, en donde además agregó que fue algo de lo que nunca se pudo recuperar.P

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