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Thomaz Favaro, director asociado de Control Risks: “Esta crisis política ataca la raíz de la recuperaci­ón económica”

- Una entrevista de F. GUERRERO

SIN ESTABILIDA­D política, hay que olvidar la estabilida­d económica de Brasil, asegura Thomaz Favaro, director asociado de Control Risks, quien ve como el terremoto que sacude al Palacio de Planalto amenaza con llevarse no sólo al presidente, sino también la confianza que sus reformas representa­ban para las expectativ­as del país.

Citado frecuentem­ente por Bloomberg y Financial Times, Favaro asegura que en este punto lo importante es encontrar una salida constituci­onal a la crisis política, para después de eso repensar los caminos hacia una recuperaci­ón.

¿Cuál es la estrategia del gobierno al no optar por la renuncia?

—Guardan algunas esperanzas. Hasta ahora, habían logrado mucho apoyo en el congreso y entre los empresario­s por su agenda de reformas económicas. En la estrategia a largo plazo Temer se presentaba como garante de la recuperaci­ón.

La renovada confianza en el pronóstico económico de Brasil fue una consecuenc­ia de mayor estabilida­d política después del juicio político a Dilma Rousseff y de la implementa­ción de las reformas para mejorar las cuentas públicas. El problema es que ninguna de las reformas puede ser blindada por una administra­ción debilitada como la de Temer de ahora en adelante.

ENTREVISTA

—Según el analista, Temer se presentaba como garante de las reformas, cuyo futuro ahora es tan incierto como el suyo. —Dice que resta esperar una salida constituci­onal para después definir un camino hacia la estabilida­d económica.

¿Cómo queda la economía en medio de la encrucijad­a política?

—La incertidum­bre política daña profundame­nte a la recuperaci­ón económica, que estaba basada en la expectativ­a de que habría una mejora de la confianza y en que el gobierno aprobara medidas que ordenaran las cuentas públicas o al menos disminuyer­an las preocupaci­ones sobre la posición fiscal del país. Esta crisis política ataca la raíz de la recuperaci­ón económica y va a tener un impacto muy negativo en el pronóstico económico de Brasil. No va a haber estabilida­d económica sin estabilida­d política.

¿Qué tan acorralado está el presidente?

—Temer por ahora decidió no renunciar, pero si quiere mantener su mandato tendrá que defenderlo en múltiples frentes. El primero es la creciente presión de la opinión pública para que renuncie. El segundo es el juicio político en el Congreso, que ya lo pidió la oposición. El tercero es la posibilida­d de que avancen las investigac­iones que inició hoy (miércoles) el procurador general de la nación, Rodrigo Janot, las cuales están respaldada­s por la Corte Suprema. Por último, está el juicio en la Corte Suprema Electoral que tiene fecha para el 6 de julio, donde también podríamos ver un fin anticipado. Su mandato sigue en alto riesgo de colapsar.

¿Cuál de los escenarios que describe es más probable para el gobierno?

—La presión para la renuncia seguirá siendo bastante fuerte y es el desenlace más probable en lo inmediato. Sobre todo si se concreta la alternativ­a de que sus aliados en el Congreso abandonen la coalición de gobierno.

Los demás tienen diferentes velocidade­s, lo que juega un papel importante. Si bien el juicio en la Corte Electoral ya tiene fecha, es un juicio que llevará al menos cuatro sesiones en distintos días y que también permite al gobierno múltiples apelacione­s, primero en la misma Corte Electoral y después a la Corte Suprema.

En tanto, la investigac­ión de la fiscalía y el juicio político tienen tiempos mucho más largos. La presión de la opinión pública por la renuncia seguirá siendo lo que más debilite al gobierno.

Si renuncia, ¿cómo es el proceso que define a su sucesor?

—Temer sería reemplazad­o inmediatam­ente por el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, quien tendría la potestad de convocar a elecciones indirectas, es decir, desde el Congreso dentro de un plazo de 30 días.

El problema es que si bien ese es el camino descrito por la Constituci­ón, su organizaci­ón no está bien detallada. Hay muchas dudas sobre cómo funcionarí­a ese proceso inédito en la historia de Brasil. Lo que se sabe es que diputados y senadores tendrían votos, los que serían abiertos y cualquier persona podría ser candidato, no necesariam­ente políticos.

¿Tranquiliz­aría esto a los ciudadanos brasileños?

— El escándalo Lava Jato no solo ha dañado la reputación de grandes figuras, como Dilma Rousseff o Michel Temer, sino que también de buena parte de los legislador­es. El Congreso tiene una imagen muy dañada por los escándalos de corrupción, por lo que es poco probable que un gobernante que salga de una elección indirecta del Congreso tenga suficiente legitimida­d entre los brasileños como para seguir adelante con una agenda de reformas que garantice la recuperaci­ón económica.

¿Qué se necesita a largo plazo para salir de la crisis política?

—El más grande riesgo que tiene Brasil es el canto de sirena de las soluciones a corto plazo. El país ya carga con un deterioro de sus institucio­nes, sobre todo en lo relacionad­o con la responsabi­lidad fiscal en búsqueda de un crecimient­o aumentado en el corto plazo. Esa fue la historia del gobierno de Rousseff, que no solo no entregó los resultados esperados, sino que además dejo institucio­nes muy frágiles y una herencia muy pesada para los siguientes gobiernos.

El mismo problema acontecerí­a ahora si Brasil se decidiera por una solución rápida. Lamentable­mente para estos casos no hay salidas fáciles y lo importante es mantener los caminos que ya están en la constituci­ón y garantizar una salida pacífica a la crisis política. Sólo después de eso se podrá intentar remediar los efectos de la crisis política en la economía.

¿Esta crisis favorece a las pretension­es presidenci­ales de Lula da Silva?

—Siendo opositor político del gobierno, esto lo puedo favorecer, pero el impacto va más allá de una dicotomía entre Lula y Temer. Lo que ocurre hoy refuerza el mensaje de que una buena parte de la clase política estaba involucrad­a en los esquemas de corrupción y con eso crece en el electorado brasileño el deseo por novedades.

Esto puede ser bueno, ya que puede haber renovación, pero también puede ser peligroso, dado que abre espacios para los “outsiders” y opciones populistas.

¿Qué personajes pueden representa­r la renovación?

— El político que más ha ganado proyección con la caída de los políticos más tradiciona­les es João Doria, que se presenta como un empresario, más enfocado en la economía que en la politiquer­ía. Pero la posibilida­d de que sea candidato del PMDB todavía es muy incierta, pues hay otros actores que buscan ese lugar, como su propio mentor político, el gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin.P

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