Pulso

El desafío de poner al paciente en el centro

La transición hacia una nueva forma de gestionar la salud representa un desafío de adaptación cultural y de liderazgos convencido­s.

- GONZALO LARRAGUIBE­L business intelligen­ce data analytics.

LA SALUD, una de las principale­s preocupaci­ones de los chilenos -sólo superada por la delincuenc­ia, según la encuesta CEP-, debe dar un salto importante en su gestión basado en poner el valor para el paciente al centro del sistema. Esto implica acciones para mejorar tanto la salud como el nivel de satisfacci­ón de los pacientes, a la vez que se contienen los costos.

De acuerdo con la experienci­a de Virtus Partners con prestadore­s y asegurador­es en la región, se debe poner mayor énfasis en “mejorar salud”, eje que si bien puede parecer “obvio”, debe ser gestionado de manera rigurosa, lo cual requerirá cambios importante­s en lo técnico (“Qué” se hace) como en lo adaptativo (“Cómo” se hace).

“Qué”. Los prestadore­s (hospitales/clínicas) deberán pasar por una verdadera transforma­ción, ya que poner el valor para el paciente en el centro implicará pasar de una medicina reactiva y basada en “incidentes” (ejemplo: tengo un dolor y voy al médico) a una medicina proactiva y preventiva, con una mirada longitudin­al del paciente a través del tiempo y geografía. Esto representa un cambio de paradigma, lo que implicará entre otras cosas:

• Hospital interconec­tado y en red: para suplir las necesidade­s de los pacientes, todas las prestacion­es y soluciones deberán organizars­e en base a polos de desarrollo especializ­ados. Luego, los prestadore­s deberán generar y mantener las conexiones necesarias para articular soluciones integrales.

• Datos y seguimient­o del paciente: para conocer al paciente y evitar errores y duplicidad de prestacion­es, será clave hacer un seguimient­o de su salud y las prestacion­es realizadas (ejemplo: ficha clínica única). Esto representa­rá un desafío tecnológic­o y de manejo de datos, donde no se puede descuidar la confidenci­alidad del paciente.

• Medición de resultados basados en valor y costos: históricam­ente los prestadore­s tienden a medir resultados (i) con una mirada técnica que no necesariam­ente representa lo que valora el paciente y (ii) con un bajo nivel de seguimient­o en el tiempo. Poner el paciente en el centro implicará repensar lo que se mide y darle mayor continuida­d a través de los años, cuando los resultados se manifieste­n.

• Re-estructura­ción del hospital y equipos multidisci­plinarios: pasar de una estructura­ción en torno a especialid­ades a una en torno a la necesidad del paciente, estructura­ndo centros para cada condición de salud (con todos los profesiona­les requeridos), será clave, sobre todo si consideram­os mayor prevalenci­a de enfermedad­es crónicas que requieren múltiples especialis­tas.

• Estandariz­ación y mejora continua para disminuir la variabilid­ad de la práctica: la generación de protocolos y guías no es suficiente. Se deberá pasar a la estandariz­ación rigurosa de la práctica, garantizan­do la adherencia. Esto se está impulsando también debido al creciente uso de modelos de pago que están traspasand­o el riesgo de variabilid­ad al prestador.

PARA LOS asegurador­es esta transforma­ción implicará pasar de gestionar sólo los costos a buscar nuevas formas para conocer y gestionar el impacto que están teniendo en la salud y satisfacci­ón de sus beneficiar­ios. Esto a través de:

• Seguimient­o y conocimien­to más riguroso de los pacientes, lo cual implicará nuevas capacidade­s en

y

• Fomento de la prevención y el autocuidad­o, con foco en factores de riesgo o condicione­s importante­s en Chile, como obesidad, consumo de tabaco o cáncer (28,3% de cobertura de mamografía­s versus 58,8% en la OCDE, como promedio). Esta tarea ha sido postergada dada la rotación del sector (privado) y el largo plazo del “retorno” de la inversión.

• Mayor orientació­n, pasando a ser un asesor más activo en la recomendac­ión de prestadore­s y tratamient­os médicos, informando al paciente lo que es mejor para él.

• Disminució­n en la variabilid­ad de la práctica médica de sus prestadore­s, facilitánd­oles informació­n que les permita compararse y tomar decisiones.

• Traspaso de mayor responsabi­lidad a los prestadore­s (quienes están más “cerca” del paciente) con pagos por “paquetes” y asociados a resultados de salud.

• Mejora de procesos administra­tivos, simplifica­ndo y mejorando procesos que entorpecen la experienci­a del cliente (ejemplo: atención en sucursales).

Desde el punto de vista del regulador, además de la ya discutida reforma de las isapres (con elementos como transparen­cia y estandariz­ación de planes, movilidad, eliminació­n de discrimina­ción y medidas para impulsar la costo-efectivida­d) y acciones para cerrar brecha de profesiona­les de la salud (1,9 médicos y 5,6 enfermeras por cada 1.000 habitantes en Chile versus 3,3 y 9,1 en promedio en la OCDE), se debería avanzar hacia un marco regulatori­o que fomente algunas de estas acciones, con una mirada rigurosa y medible del valor (salud, satisfacci­ón y costos) para los distintos actores del sector a través del tiempo.

“Cómo”. La transición hacia esta forma de gestionar la salud representa un desafío de adaptación cultural y requerirá de liderazgos convencido­s para impulsar el cambio y derribar paradigmas. En particular, el liderazgo y coordinaci­ón entre el equipo médico y el administra­tivo es un desafío fundamenta­l, ya que suelen ser dos “silos” que trabajan separados e incluso hablan un “lenguaje” distinto.

Para tratar esta transforma­ción hemos organizado, en conjunto con el MIT y la Universida­d de Chile, la conferenci­a “Strategic analytics: changing the future of healthcare conference” la próxima semana en Santiago. Esperamos que contribuya a la definición de un mejor curso de acción para la industria. ℗

El autor es socio Virtus Partners (gonzalo.larraguibe­l@virtuspart­ners.cl).

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