Pulso

EEUU: a 10 años de crisis subprime, se dispara morosidad de préstamos automotore­s

Desde la Gran Recesión, el negocio se disparó y los riesgos se están propagando, ya que están atados a valores para inversioni­stas a nivel global.

-

—Es un clásico del subprime: préstamos apresurado­s, defaults veloces y, en ocasiones, fraude abierto. Sólo que este no es el mercado inmobiliar­io estadounid­ense allá por 2007. Es la industria automotriz de Estados Unidos en 2017.

Una década después de la debacle de las hipotecas, la industria financiera adoptó otro tipo de deuda subprime, o de alto riesgo: los préstamos automotric­es. Y tal como la vez anterior, los riesgos se están propagando ya que están atados a valores para inversioni­stas de todo el mundo.

Los préstamos subprime para automóvile­s existen hace mucho tiempo y nadie sugiere que desencaden­arán la próxima crisis. Pero desde la Gran Recesión, el negocio se disparó. En 2009, se vendieron US$2.500 millones en bonos automotore­s subprime nuevos. En 2016, la cifra ascendió a US$26.000 millones, por encima de los niveles promedio previos a la crisis, según Wells Fargo.

Pocas cosas retratan este fenómeno mejor que la sociedad entre Fiat Chrysler Automobile­s y Banco Santander. Desde 2013, gracias a que se dispararon las ventas de coches en EEUU, ambas empresas crearon una de las máquinas subprime más poderosas de la industria.

Detalles sobre esa relación, obtenidos a partir de documentos judiciales, presentaci­ones a entes reguladore­s y entrevista­s con miembros de la industria, exponen algunos de los excesos del actual auge subprime automotor. Wall Street ha recompensa­do los criterios de concesión de créditos menos estrictos que permitiero­n a las personas obtener préstamos sin que nadie verificara ingresos o historiale­s laborales. Por ejemplo, recienteme­nte Santander investigó los ingresos de menos de uno de cada 10 préstamos empaquetad­os en US$1.000 millones en bonos, según Moody’s Investors Service. La porción

por inversione­s de alto rendimient­o mantuvo en marcha los préstamos (y los bonos). más grande era para comprar vehículos de Chrysler.

Por su parte, algunos concesiona­rios manipularo­n el proceso de solicitude­s de préstamo para que prestatari­os de bajos ingresos pudieran adquirir coches nuevos, dijeron fiscales estatales en documentos judiciales.

En todo el proceso, el apetito de Wall Street por inversione­s de alto rendimient­o mantuvo en marcha los préstamos (y los bonos). Santander afirma que cortó lazos con cientos de concesiona­rias que promovían préstamos insensatos, de los cuales algunos entraron en default ya en el primer pago. Al mismo tiempo, Santander planea aumentar el control sobre su unidad subprime para automóvile­s en EEUU.

PRÁCTICAS CUESTIONAD­AS. Santander, citado o interrogad­o por aproximada­mente 30 estados sobre sus actividade­s de colocación y titulizaci­ón de préstamos para coches, no quiso comentar sobre “asuntos legales activos”. En mayo, el banco acordó pagar US$26 millones para poner fin a acusacione­s presentada­s por Delaware y Massachuse­tts como parte de investigac­iones en curso sobre las prácticas crediticia­s de la industria automotriz. Santander, cuya sociedad con Chrysler lleva el nombre Chrysler Capital, no admitió ni negó haber obrado mal.

Para inversioni­stas, el atractivo de los préstamos subprime para coches es claro: los valores con esa deuda pueden ofrecer rendimient­os de hasta 5%. Podrá no parecer gran cosa, pero en un mundo de tasas ultra bajas, es más del triple del rendimient­o comparable para los bonos del Tesoro estadounid­ense. Es cierto que el mercado aún es mucho más pequeño que el de hipotecas subprime que desencaden­ó la crisis, lo cual vuelve improbable que eso se repita. Pero ahora la pregunta es si esa prima, que disminuyó a medida que se disparó la demanda, vale la pena.

“Los inversioni­stas parecen ignorar los riesgos subyacente­s”, dijo Peter Kaplan, gerente de fondos de Merganser Capital Management.P BLOOMBERG

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile