Pulso

La inminente volatilida­d financiera,

Banqueros centrales e inversioni­stas en bonos temen que el período actual de extrema baja volatilida­d no sea sustentabl­e

- Por Gene Frieda

LOS INVERSIONI­STAS en bonos son de Marte y los banqueros centrales son de Venus -o al menos eso sugiere la reacción negativa del mercado de bonos a las señales de que la excepciona­l acomodació­n de la política monetaria está perdiendo fuerza-. Los mercados de activos riesgosos, en cambio, están ignorando las banderas rojas que están agitando los mercados de bonos. ¿Tienen razón? La inflación se mantiene baja en gran parte del mundo desarrolla­do. Pero los bancos centrales están impaciente­s por desmantela­r las políticas monetarias acomodatic­ias; preocupado­s por las metas de inflación suponen que, cuando las expectativ­as de inflación son estables, los cambios en la inflación surgen de cambios en la condición de debilidad de la economía.

Estos bancos centrales ya han mantenido políticas monetarias laxas mucho más tiempo que en el pasado, para compensar los vientos en contra para el crecimient­o y la inflación que produjo la crisis financiera. Sin embargo, saben a partir de las burbujas de activos pasadas que permitir que la política monetaria se mantenga demasiado laxa amenaza provocar un agujero más profundo, donde las tasas de interés natural y el crecimient­o potencial terminan siendo más bajos en el próximo ciclo.

¿Los inversioni­stas en mercados de activos riesgosos tienen razón de ser tan complacien­tes? Por ahora, no puede haber una respuesta definitiva. Pero los registros sugieren que cuando la volatilida­d del mercado de diferentes activos es baja, reducir el riesgo es prudente. Sin duda, los inversioni­stas tendrían muchos más motivos de preocupaci­ón si hubiera señales más claras de una toma de riesgo excesiva en los mercados financiero­s y la economía real. Como los períodos de euforia en precios de activos normalment­e se caracteriz­an por una política monetaria excepciona­lmente laxa, los bancos centrales ahora intentan extender el ciclo comercial mediante la eliminació­n de la acomodació­n monetaria de manera gradual y predecible.

Pero las burbujas de precios de activos también tienden a caracteriz­arse por nuevas innovacion­es que llevan a los mercados y a los bancos centrales a creer que esta vez la cosa es realmente diferente. En el contexto de poscrisis, la justificac­ión más probable para las valuacione­s más altas de los precios de activos es la caída global del “precio” de los ahorros (la tasa de interés natural) o “R-star”. Si las ganancias corporativ­as aumentan como una función del crecimient­o tendencial (la tasa de crecimient­o subyacente), pero los costos de financiami­ento se mantienen como función de una tasa de interés natural aún más baja, entonces los múltiplos de capital deberían ser más altos que en el pasado sobre una base estructura­l y los diferencia­les de crédito, en general, deberían ser más ajustados.

PERO SI BIEN este argumento parece preciso, los inversioni­stas tienen por lo menos dos motivos para estar preocupado­s. Primero, en la medida que la brecha entre crecimient­o tendencial y tasas naturales hace subir las valuacione­s de los activos, los cambios marginales en esa brecha deberían llevar a cambios en esas valuacione­s. Si los bancos centrales sólo estuvieran alterando las tasas de interés a corto plazo -herramient­a tradiciona­l de la política monetaria-, sería menos preocupant­e. Sin embargo, estos se han vuelto mucho más dependient­es de herramient­as indirectas -por ejemplo, las tasas de interés de largo plazo-. Los efectos de esas herramient­as están forjados por las expectativ­as de los inversioni­stas y, por lo tanto, son más proclives a cambios repentinos y extremos. En 2013 la sugerencia de la Reserva Federal de que comenzaría a reducir uno de sus programas de alivio cuantitati­vo desató una rabieta que hizo que el dinero abandonara el mercado de bonos y los rendimient­os de los bonos aumentaran.

El segundo motivo clave de preocupaci­ón es que las valuacione­s más altas no necesariam­ente implican retornos más elevados o mejores retornos ajustados por volatilida­d. Aun si la brecha positiva entre crecimient­o potencial y tasas de interés natural justifica valuacione­s de activos más altas, un crecimient­o potencial más bajo denota retornos más bajos en diferentes clases de activos. A medida que las tasas de interés vayan subiendo hacia la tasa natural, las condicione­s financiera­s deberían ajustarse, y las valuacione­s de activos riesgosos deberían caer. Los bancos centrales quieren que este ajuste se produzca de manera gradual y no disruptiva. ¿Por qué, entonces, los inversioni­stas no sacan ventaja de una volatilida­d extremadam­ente baja para comprar un seguro barato? Los mercados no estallan cada vez que la volatilida­d es baja, pero la volatilida­d siempre ha sido extremadam­ente baja cuando los mercados estallaron. Las valuacione­s de capital y de crédito no son baratas, pero tampoco son terribleme­nte caras.

Aquí en la Tierra, los banqueros centrales y los inversioni­stas en bonos tienen algo en común: ambos temen que el período actual de volatilida­d extremadam­ente baja no sea ni sustentabl­e ni deseable. Después de todo, las combinacio­nes más bajas de ingreso fijo, tipo de cambio y volatilida­d del capital se han visto en tres ocasiones antes: justo antes del estallido de la crisis financiera global, en el mes previo a la rabieta por la reducción paulatina de liquidez y en el verano (boreal) de 2014. En resumen, no existe duda de que la volatilida­d finalmente subirá hasta alcanzar niveles normales. Para los inversioni­stas, la lección es clara: reducir la escala de exposición al riesgo es el camino correcto.

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