Reputación corporativa en Chile
Este año el liderazgo de los gerentes generales y dueños de las empresas aumentó en su importancia y tuvo una puntuación más alta que en 2016, pero muy incipiente para un contexto que está demandando el cumplimiento de un rol más activo.
En la evaluación general de este año sobre la valoración reputacional que los consumidores hacen de las empresas, los resultados se transforman en un mensaje claro a observar. En un contexto de crecimiento incierto, sumado a los efectos de estar ad portas de una elección presidencial, los consumidores perciben que las compañías en el país están generando ganancias importantes, les está yendo muy bien, pero no ven el retorno directo hacia ellos en acciones concretas de compromiso con la comunidad, cuidado del medio ambiente e inclusión. En el caso de la medición de liderazgo, este año aumentó su importancia y tuvo una puntuación más alta que en 2016, pero muy incipiente para un contexto que está demandando liderazgos más activos. De acuerdo a los resultados del Estudio de Reputación Corporativa (ERC)®, que hace 16 años realiza la consultora Hill+Knowlton Strategies junto a GfK Adimark, la reputación sigue manteniendo los bajos niveles expresados en años anteriores. El indicador cae en comparación con 2016 (de 663 a 651 puntos, en una escala de 0 a 1.000), pero si se contrasta con la tendencia, de acuerdo a esta medición, las empresas muestran un capital de prestigio que no se ha podido recuperar respecto del peor de sus escenarios (662), registrado en 2009, cuando se comenzaron a conocer los casos de denuncias por colusión y malas prácticas. Las 10 empresas que, por sus promedios, se desmarcan favorablemente del resto, lo hacen empujados por la alta valoración de su liderazgo y visión de futuro, la calidad de sus productos y servicios (cumplimiento de la promesa en su quehacer) y sus resultados en la dimensión emocional, siendo éstas dos últimas las que construyen la experiencia de un cliente.
“Las 10 empresas que, por sus promedios, se desmarcan favorablemente del resto, lo hacen empujados por la alta valoración de su liderazgo y visión de futuro, la calidad de sus productos y servicios (cumplimiento de la promesa en su quehacer) y sus resultados en la dimensión emocional, siendo éstas dos últimas las que construyen la experiencia de un cliente”.