La tercera vía, una salida para la crisis entre Cataluña y España
La crisis independentista se agrava, tras el rechazo de Madrid al referéndum. Académicos, empresarios e intelectuales llaman a una solución a través del diálogo.
procesos judiciales contra quienes colaboren con la consulta.
Pero las posturas parecen irreconciliables. Dentro y fuera de España, académicos, economistas, artistas e intelectuales han firmados cartas a favor y en contra del referéndum.
La actitud del gobierno de Rajoy ha provocado una división no sólo en Cataluña, sino alrededor de España. “El movimiento independentista en Cataluña siempre ha existido, pero no ha sido mayoritario. Pero el rechazo del gobierno actual, el trato humillante hacia Cataluña, no ha hecho más que alimentarlo”, explica Jordi Gali, investigador del Centro de Investigación de Economía Internacional.
De hecho, hasta julio pasado, una encuesta realizada por el propio gobierno catalán revelaba que el porcentaje de ciudadanos contrarios a la idea de la independencia había crecido casi un punto porcentual en el último trimestre, hasta el 49,4%. Mientras, quienes ansiaban un estado catalán independiente bajaron en el período del 44,3% al 41,1%. En las elecciones de 2016, los independentistas tampoco alcanzaron la abultada mayoría que esperaban.
Aún no hay certeza de cuántas personas votarán el 1 de Octubre, lo cierto es que, si los sondeos tienen razón, quienes acudirán al llamado de Puidgemont lo harán mayoritariamente (62%) a favor de la secesión de España.
La “Tercera Vía”
Pero lo que muestran las encuestas no es el deseo en sí mismo de independencia, sino de mayor autodeterminación. Como señala Gali, esta aspiración siempre ha existido, y de alguna forma se cedió al momento de aprobar la Constitución de 1978, ante la necesidad de reconstruir el país tras la dictadura de Francisco Franco. Cataluña aceptó ser una autonomía, sin mayores competencias especiales, como las que tiene, por ejemplo, el País Vasco. Jordi Alberich, director ejecutivo del catalán Círculo de Economía, explica que el caso Vasco, si bien es tomado como modelo por los independentistas, es único en el mundo. Esta región recauda y administra todos sus impuestos, pero continúa recibiendo servicios del estado español. A cambio paga una cantidad determinada a final de año.
Algo posible, afirma Alberich, porque solo representa el 6% del PIB. Cataluña, a cambio, es responsable de casi un quinto del PIB español. Contrario al País Vasco, Cataluña transfiere a Madrid el equivalente al 8% de su producto interno bruto, unos 16.000 millones de euros cada año.
Gali insiste en que las demandas no son sólo económicas. “La rei- vindicación va mucho más allá”, y cita como ejemplo, que el actual movimiento independentista cobró fuerza tras el rechazo en 2010 al nuevo Estatuto para Cataluña, que había sido aprobado por los congresos cuatro años antes. Rajoy fue el impulsor del veto al Estatuto, así como del Pacto Fiscal ofrecido por el gobierno catalán en 2012.
El ex presidente catalán, Artur Mas, promotor del fallido Pacto, ha dejado entrever recientemente, que todavía hay la opción de promover la denominada “tercera vía”, un punto intermedio entre la situación actual y la independencia.
Quienes adhieren a esta propuesta, plantean que España revise su constitución para reconocer que es un estado federal y con ello se otorguen más poderes a los gobiernos regionales. “Hay tres ejes en la denominada Tercera Vía: la financiación, es decir la expectativa de reducir las transferencias a Madrid; mayores competencias para decidir en materias como Educación, Cultura y Economía: y el reconocimiento de Cataluña como nación”, explica Alberich.
Pero Rajoy ha descartado la posibilidad de una reforma constitucional o de una negociación y ha optado por la amenaza. El martes, el ministro de Finanzas, Cristóbal Montoro, advirtió que la economía catalana perdería un tercio de su tamaño con la independencia. Otras cifras apuntan a que el desempleo subiría al 34%. Desde el bando independentista cuestionan estas cifras y apuestan a que Cataluña no solo fortalecerá su economía, sino que incluso tendría un superávit fiscal de un 5,6% del PIB. “Catalu- ña es perfectamente viable como economía. Cualquier consecuencia negativa (por la independencia) vendría por decisiones que se tomen desde fuera… como un boicot”, afirma Gali.
La actitud del gobierno de Rajoy ha provocado una división no sólo en Cataluña, sino alrededor de España
Pero lo que muestran las encuestas no es el deseo en sí mismo de independencia, sino de mayor autodeterminación
Si Cataluña declara su independencia de España, quedaría automáticamente fuera del bloque europeo
La posición europea
Esto, porque el movimiento independentista ha planteado a Cataluña siempre como parte de la UE y de la Eurozona. Pero como la ha dejado en claro el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, si Cataluña declara su independencia de España, quedaría automáticamente fuera del bloque europeo, y debería solicitar su adhesión, en un proceso que podría demorar años.
Esta es la principal arma de la UE para frenar los movimientos independentistas: la advertencia de que no habrá un “fast track” o trato especial para su adhesión al bloque o a su mercado común de 500 millones de consumidores. Hay razones para temer. Los movimientos independentistas en Escocia, Bélgica, Luxemburgo e Italia han ganado fuerza en la última década.
De ahí que políticos europeos han instado a Madrid a encontrar una vía institucional para resolver el conflicto con Cataluña. De hecho, como confidencia Alberich, al menos entre las empresas catalanas parece haber la convicción de que no habrá independencia. Eso sí, si después del 1 de octubre, pase lo que pase con el referéndum, Madrid y Barcelona no se sientan a conversar la fórmula de un acuerdo, el país podría entrar en una fase de inestabilidad política, que bien podría afectar su tan celebrada recuperación económica.P