El señor de Enel
CINCO DÍAS sin luz fue una consecuencia de los árboles, sólo eso”, dijo el gerente general a nivel mundial de Enel,
Francesco Starace, en una reciente entrevista a la revista Capital. Me imagino la impotencia de millones de chilenos que sufrieron las consecuencias de este apagón prolongado, al leer la arrogante autocrítica del mandamás de la compañía eléctrica italiana. La posterior poda, que terminó con la vida de árboles en la comuna de Las Condes, esperamos que no haya sido en represalia al mal rato que los arboles le hicieron pasar al señor de Enel y su operación en Chile. La última Encuesta Bicentenario nos muestra cómo las empresas siguen afectadas por una gran desconfianza. Y ese tipo de declaraciones sólo ayuda a fortalecer el escepticismo de aquellos que dudan del impacto real que tendrán los múltiples esfuerzos que está haciendo el mundo empresarial para recuperar la confianza ciudadana, y más bien apuestan al recambio generacional para lograr un cambio efectivo en la relación empresaciudadanía. Y como nos ilustra el destacado filósofoeconomista inglés John S. Mill, la fórmula para recuperar la confianza empresarial es similar a la manera como las personas buscan alcanzar la felicidad. Mill decía que las personas no deben hacer de la felicidad un fin en sí mismo, sino fijar la mente en perseguir algún otro objetivo digno. Esta reflexión en el ámbito empresarial sería equivalente a que si las compañías hacen bien su trabajo entendiendo dónde comienza y dónde termina su responsabilidad en el entorno donde se desenvuelven, las personas recomendarán sus productos y/o servicios, y la confianza en la empresa vendrá por añadidura. El vaso medio lleno de esta desafortunada declaración es que para aquellos que valoramos el emprendimiento como un camino donde las personas pueden desplegar sus talentos, generar empleos y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, basado en una relación de confianza entre la empresa y la comunidad, el señor de Enel definitivamente no tiene cabida.