Ya no basta con mandar
LA OBEDIENCIA a la autoridad siempre ha tenido un lugar especial en el pedestal nuestros valores como país. La sociedad de hoy, sin embargo, no necesita ese líder intransigente y deificado que se abre paso entre las nubes para poner orden en la tierra; requiere, al contrario, de un guía cercano, capaz de potenciar las virtudes de cada integrante en función del bien grupal. Ya no basta con mandar: falta convencer. ¿Cómo? Fomentar la participación, la creatividad y la innovación es la forma más constructiva de reemplazar los liderazgos que buscan la obediencia a ciegas. Dar cancha a los ciudadanos y a los colaboradores en sus puestos de trabajo para pensar y proponer. Para esto, dudar y criticar es el primer paso; debemos cuestionarnos la forma en que se hacen las cosas, algo en lo que nos hemos vuelto muy buenos. Pero luego viene un segundo paso: proponer, priorizar y aprender de los errores; proponer ideas y tener la disciplina de ponerlas a prueba (en prototipos o pilotos), así como el coraje de aceptar los errores e incorporarlos como aprendizajes… y en eso no somos tan buenos. La valoración de la obediencia ha disminuido, pero el chaquetismo y la desconfianza no. En este escenario veo tres tipos de líderes. Están los que no cambiarán y seguirán apostando a la obediencia ciega; los veo frustrados, criticando a los chilenos por flojos y malagradecidos. Están los que en el discurso se abrirán a la participación, pero que en la práctica no fomentarán una cultura creativa e innovadora; a ellos los veo perplejos y sobrepasados. Pero veo, también, a los líderes que impulsan la participación de las empresas e instituciones, fomentando una cultura donde primen la confianza, la apertura a las ideas y la colaboración; ellos son la paciente promesa.