Los pasivos de la Venezuela de Maduro
Editoriales Por primera vez son los inversionistas los que están sintiendo en carne propia los impactos de la crisis venezolana. El país no cumplirá con sus obligaciones financieras, pero el Presidente Nicolás Maduro tiene más pasivos.
HASTA que se cumplieron las expectativas de que tal como estaban las cosas, Venezuela no sería capaz de cumplir con sus obligaciones financieras. Fue el mismo Presidente Nicolás Maduro quien ordenó la semana pasada refinanciar y reestructurar “todos los pagos externos”. Así, por primera vez en la época del chavismo, el mercado está sintiendo la crisis venezolana.
Por primera vez porque, de hecho, el país había sido muy buen pagador y una de las inversiones más rentables para bancos estadounidenses como Goldman Sachs. Se acabó la fiesta para los inversionistas, algo que para los ciudadanos venezolanos ya había ocurrido hace varios años. La miseria, el hambre y la falta de libertades se fueron conformando en la nueva normalidad, a medida que el oxígeno del sistema ideado por Hugo Chávez, el petróleo caro, fue disminuyendo en su cotización.
Así, el sueño de la revolución bolivariana, que prometía materias muy similares a antiguas revoluciones, empieza a dar claros indicios de que está cerca de su fin, al menos en la forma como se conocía hasta ahora.
La deuda total venezolana supera los US$130 mil millones, por lo que no será menor este traumático proceso que se acaba de iniciar. Pero Maduro tiene a su haber más pasivos que sólo los financieros.
Como era de esperar, el líder chavista denunció un supuesto trato discriminatorio hacia Venezuela por parte de bancos y otras instituciones financieras internacionales, habló de una conspiración y de un bloqueo. Sin embargo, ese discurso ya no es creíble. El mundo ha sido testigo de muchas formas de hostigamiento a la inversión privada y de atentados a las libertades políticas, de expresión y económicas.
Por ahora, sólo queda esperar que las negociaciones entre el Estado venezolano y sus acreedores se lleven con normalidad y que el efecto “contagio” hacia el resto de los mercados de la región que se observó tras conocerse la información, haya sido sólo marginal, un susto de los inversionistas que no conocen bien la región y que no hacen mayor diferencia entre países.