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Una torpeza tributaria y recomendac­iones para una reparación,

- Por Patricio Arrau

ESTAS ALTURAS ya es consensual que la Reforma Tributaria del año 2014 requiere una reparación. Para ello es convenient­e recordar algunos aspectos del debate de entonces. Se suponía que el FUT era un demonio. Post verdad gigantesca. Un sistema de registros no puede ser Satanás. El problema era qué se registraba y qué se permitía hacer con estos registros.

Muchos levantamos la voz en 2014 para advertir que lo que había que hacer era eliminar los espacios de evasión y elusión agresiva que existían en ese sistema: los retiros en exceso, las reestructu­raciones empresaria­les entre partes relacionad­as (adquisicio­nes y fusiones) con el solo fin de eludir, incluidas compras de empresas con pérdidas para ese propósito, los abusos en el uso impropio de los fondos de inversión privados, promover una ley anti elusión efectiva y que mantuviera la certeza jurídica, corregir el sistema de carry back (PPUA), etcétera. Esas malas prácticas mantenían un bajo nivel de recaudació­n en el global complement­ario (GC), especialme­nte en sectores de altos ingresos que podían aprovechar estas perforacio­nes.

La mejor reforma tributaria era entonces cerrar esas perforacio­nes para que los contribuye­ntes de más altos ingresos pagaran más, manteniend­o los incentivos a la inversión. Se cerraron las perforacio­nes, pero se cometió un error garrafal.

El error fue el “retiro” o saneamient­o del FUT con la tasa sustitutiv­a del 32% o con tasa variable (promedio de las tasas del GC de los socios), con prelación de otros retiros. Se sanearon US$32.000 millones, la mayoría en tasa variable, precisamen­te porque era la tasa “perforada” del sistema anterior. Se recaudaron US$2.200 millones por el saneamient­o de esos recursos. Si suponemos que esos recursos hubieran pagado 35% en los años futuros, entonces la recaudació­n hubiese sido de US$5.600 millones (las cifras son gentileza de Juan Andrés Fontaine). Un subsidio de US$3.400 millones a sectores de altos ingresos, precisamen­te extendiend­o al futuro la tasa “perforada” del pasado. Esta fue una torpeza ejecutada por quienes se supone venían a gravar con impuestos al 1% más rico del país. Se puede argumentar que una tasa de 32% para adelantar esos impuestos era razonable. Bueno, en ese caso el subsidio se acerca a los US$2.500 millones. Ejecutada la torpeza no hay mucho que hacer en un Estado de derecho. Quizá se podría dar incentivos extras para que esos recursos saneados se retiren para inversión, en lugar que para consumo. Hasta ahí llega mi imaginació­n para reparar.

Ahora mis tres recomendac­iones. En primer lugar, se requiere integrar al 100% nuestro sistema tributario. Quienes proponen desintegra­r (las dos candidatur­as que siguen en intención de voto a la principal, que propone integrar), ignoran que el sistema desintegra­do requiere una batería de incentivos a la inversión y una tasa de cero de impuesto a los dividendos, imposible de obtener en nuestro debate público. El sistema integrado es eficiente, simple y recauda más que los sistemas desintegra­dos y se conecta con nuestra historia e idiosincra­sia recientes. Se debe integrar al 100% en forma inmediata, no gradual, pues ello sería prolongar la inequidad horizontal que representa el sistema semi-integrado. El efecto en recaudació­n es probableme­nte muy cercano a cero por el subsidio entregado en el saneamient­o del FUT.

EN SEGUNDO lugar, cuando se eliminó en las adquisicio­nes y fusiones impropias el goodwill tributario se cometió otra torpeza. Se tiró el sofá de don Otto por la ventana. Muy bien eliminarlo para adquisicio­nes y fusiones entre partes relacionad­as, pero no para partes no relacionad­as. La mayoría de los países de la OCDE tiene este beneficio pues es la única manera de mantener la creación de riqueza por crecimient­o inorgánico de las empresas. Eso sí, una advertenci­a. Si se repone el goodwill tributario debe hacerse solamente para los casos en que el accionista vendedor no esté sujeto a exención de impuesto a las ganancias de capital, ya sea por fondos de inversión privado o por alta presencia bursátil.

En tercer lugar el tema más complejo. Muchos colegas creen que es posible recaudar altos impuestos con 27% a la primera categoría cuando en China es 20%, en Inglaterra es 19% y eventualme­nte en Estados Unidos puede ser 25%. Perú, India, Japón y muchos países vienen de vuelta. Mientras todos vienen bajando el cerro nosotros vamos de subida. Gravísimo error de alto impacto para el futuro. Esto se debe pensar al revés. Cómo recaudamos lo que se requiere sin exceder la tasa de impuesto corporativ­o de nuestros socios comerciale­s. El capital del futuro no perdona. La nueva empresa de la cuarta revolución industrial se instalará en los países que entiendan las claves del futuro y Chile está reprobando. Nuestras autoridade­s se encuentran en estado de somnolenci­a. Juntemos nuestros votos para que despierten.

El punto es cómo recaudar lo que se requiere sin exceder la tasa de impuesto corporativ­o de nuestros socios comerciale­s. La nueva empresa de la cuarta revolución industrial se instalará en aquellos países que entiendan las claves del futuro y Chile en esta materia está reprobando.

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