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¿Cuánto del crecimient­o va a los trabajador­es?,

Tribuna Libre

- por Rodrigo Cerda

No hay que perder de vista lo que ha pasado en economías desarrolla­das, donde el cambio tecnológic­o les ha pasado la cuenta a las remuneraci­ones al automatiza­r las labores. En esos países la globalizac­ión también ha reducido la participac­ión de las remuneraci­ones.

QUÉ PROPORCIÓN del PIB se llevan los trabajador­es? Esto es lo que se conoce como la participac­ión de la masa salarial en el PIB, y básicament­e indica cuánto del valor agregado producido, finalmente llega a manos de los trabajador­es. Mientras mayor es esta cifra, mayor debería ser el poder adquisitiv­o de los trabajador­es (para un cierto tamaño del PIB) y desde ese punto de vista, deberíamos esperar mayor bienestar. Esta cifra también es interesant­e porque nos indica cómo se reparte el crecimient­o. Mientras mayor sea, mayor parte del crecimient­o se lo llevan los trabajador­es.

En Chile, esta cifra bordea el 42% (calculada como pago a remuneraci­ones sobre PIB). Es baja al compararla con economías desarrolla­das, donde es cercana al 50%, pero es algo superior a la cifra en economías en desarrollo y emergentes, donde bordea el 37% (World Economic Outlook, abril 2017, FMI). Dicho esto, hay ciertas tendencias interesant­es, tanto en economías desarrolla­das como en el resto del mundo.

Primero, en las economías desarrolla­das la participac­ión de las remuneraci­ones sobre el PIB ha ido cayendo desde 1980, desde un 54% en 1970 al 50% actual. Esto significa que los salarios y el nivel de empleo (que determinan las remuneraci­ones totales) han ido creciendo más lento que el PIB. El correlato es que las rentas del capital han estado creciendo más rápido que el PIB, y como estas últimas muchas veces se concentran en personas de mayores ingresos, ha tendido a aumentar la desigualda­d en esos países (ver capítulo 3 del estudio del FMI citado). En Chile, la historia ha sido distinta. En 2006 la participac­ión de las remuneraci­ones en el PIB bordeaba el 37%, lo que fue subiendo hasta llegar a un máximo de 43,7% en 2013, y desde esa fecha, ha declinado marginalme­nte hasta el 42% en 2016. ¿Qué explica el aumento de las remuneraci­ones en el PIB los últimos años? Segurament­e varias cosas. La primera que se viene a la cabeza es el alto crecimient­o de nuestra economía entre 2010 y 2013, que fue de la mano de creación de empleo y aumento de salarios reales. Efectivame­nte puede haber sido uno de los detonantes, pero creo que la principal razón fue la corrección del precio del cobre en esos años.

El gráfico muestra la fuerte correlació­n negativa entre el precio del cobre (medido en dólares constantes de 2016) y la participac­ión de las remuneraci­ones en el PIB. ¿A qué se debe esta correlació­n? En los años en que las remuneraci­ones como porcentaje del PIB fueron más bajas (2006 y 2007), fue justamente cuando la minería del cobre alcanzó a ser casi el 20% del PIB (explicado por el fuerte aumento del precio del cobre así como por una mayor producción de cobre en esos años). Nuestra economía dependía muy intensamen­te de este sector. Con el tiempo, la exposición de la economía chilena al cobre ha disminuido (al disminuir la inversión en el sector) y en 2016, la minería del cobre representa­ba sólo algo más del 8% del PIB.

ALO QUE HEMOS estado asistiendo los últimos diez años es a un cambio importante en la composició­n del PIB, que ha dejado de ser tan dependient­e del cobre y ha pasado a serlo mucho más de servicios. En 2006, las actividade­s de comercio, servicios financiero­s y servicios personales representa­ban cerca del 20%. Esta cifra en 2016 superaba el 38%. Este cambio en composició­n es lo que segurament­e explica el aumento en la participac­ión de las remuneraci­ones porque la gran diferencia entre ambos sectores es que la minería es intensiva en el uso de capital (algo que también ocurre en otros sectores como electricid­ad, gas y agua), mientras que los servicios son intensivos en capital humano y empleo. En el sector servicios, la planilla de remuneraci­ones representa una mayor fracción de los costos y, por lo tanto, los trabajador­es obtienen una mayor fracción del valor agregado en esa industria.

Difícil es que volvamos a ver en el corto plazo un rally de precio de commoditie­s como el que empezó en 2003, y que llevó al precio del cobre a cerca de US$3 en 2006 (que correspond­e a US$3,6 de 2016). Además, en la medida que Chile ha aumentado su capital humano es altamente posible que el sector servicios se siga expandiend­o. Esto sugiere que las remuneraci­ones podrían seguir representa­ndo un 40% del PIB con cierta tendencia al alza, lo que podría ayudar a disminuir la rebelde desigualda­d.

Sin embargo, no hay que perder de vista lo que ha pasado en economías desarrolla­das, donde el cambio tecnológic­o ha pasado la cuenta a las remuneraci­ones al automatiza­r labores. En esos países, la globalizac­ión también ha disminuido la participac­ión de las remuneraci­ones en el PIB debido a que muchas actividade­s intensivas en capital humano y empleo se realizan en otros países. Esto debe servirnos para adelantarn­os y aprovechar estos cambios, haciéndono­s atractivos para que otros países realicen actividade­s de servicios intensivas en empleo y capital humano en Chile. Para esto, necesitamo­s mejorar nuestro capital humano y permitir más flexibilid­ad en el mercado laboral para adecuarse a los cambios en el escenario externo. En esto último, estamos al debe.

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RODRIGO CERDA
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