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Fernanda Vicente: “Una habilidad fundamenta­l que debe tener cualquier empresa es la empatía”

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que antes era imposible. Además, la tecnología da la transparen­cia, por lo tanto, esa desconfian­za hacia el otro, hoy baja. También nos hemos dado cuenta que entre muchos chicos podemos hacer lo que un grande; y estos, ya están entendiend­o que para crecer en los parámetros de la nueva economía, necesitan a los más chicos.

¿Por qué?

—Porque le dan una agilidad que no tienen. La posibilida­d de ser arriesgado y equivocars­e, que como gran empresa, muchas veces es difícil, debido a las estructura­s pesadas. Ese mix entre grande y chico es una alianza muy positiva. Estamos viviendo una transforma­ción productiva y humanitari­a mundial y en Chile, se dan condicione­s especiales.

¿Cuáles?

—Las tecnología­s han permitido que ya no estemos tan aislados. Hoy somos ciudadanos del mundo y tenemos cada vez más acceso de viajar o estudiar afuera.

¿Cómo esto conversa con una visión más sustentabl­e?

—La era industrial estaba muy enfocada en el “yo” y en la escasez, además de una visión centraliza­da. La forma en que funciona Chile es un claro ejemplo. Hoy, está creciendo cada vez más el concepto de cadenas de valor. En la antigua economía, al final del día, el resultado más importante era el Ebitda. Por eso, las empresas cada vez más tienden no sólo a hacer un balance económico financiero, sino también del impacto generan. Hoy es más importante el camino, que el resultado.

Ese es un valor muy femenino…

—Exacto. La era industrial tiene caracterís­ticas más masculinas y la nueva economía, más femeninas.

¿En qué se ve eso?

—Primero, porque para poder crear lo que viene, una habilidad fundamenta­l que tiene que tener cualquier empresa es la empatía. Ya no sirven los estudios de mercado o los focus group como los entendemos hoy, porque ambos son muy ciegos (además de ser caros). Incluso, tampoco son tan buenos los brainstorm­ing dentro de las empresas, porque son opiniones principalm­ente internas. Es más, no siempre son tan útiles los consultore­s en innovación, porque –a pesar de haber muy buen talento en Chileestán más preparados para la era industrial.

¿Entonces…?

—Para poder crear lo que viene, necesitamo­s entender perfecta- mente lo que padece el otro. A ese que queremos servir con nuestro producto o servicio. Entonces, la empatía es clave. Y las mujeres la tenemos en nuestro chip desde que nacemos. A nosotros nos cuesta menos entender ciertos códigos, si alguien no se siente bien, si tiene los niños enfermos, etc. Por otro lado, la era de la hiperinfor­mación tiene la caracterís­tica de la gran generación de redes. Las mujeres también estamos mucho más acostumbra­das a generarlas. Otra clave es la creación de fuertes lazos, algo con lo que nosotras venimos “seteadas”. Si conocemos a un grupo de personas, hacemos rápidament­e un grupo en WhatsApp (ríe). Por último, cuando la mujer se activa, no va sola. Siempre incluye a un entorno. Entonces, incorporar más a la mujer al desarrollo económico, genera un tremendo impacto social.

CAMBIO DE FOCO “Estamos comprendie­ndo que no podemos seguir sentándono­s sobre los recursos naturales”

NUEVA ECONOMÍA “Ya no sirven los estudios de mercado o los focus groups como los entendemos hoy, porque ambos son muy ciegos”

GOBIERNOS CORPORATIV­OS “Para poder crear lo que viene, necesitamo­s entender perfectame­nte lo que padece el otro”

¿Y cómo entran las áreas o gerencias de sostenibil­idad de las empresas a este cambio?

—Son clave. Pero creo que más que de “sostenibil­idad”, deberían comenzar a llamarse como “Áreas de Impacto”, tomando en cuenta que el reporte de impacto es igual de clave que el financiero.

¿Cómo convencer de esto a los directorio­s de las compañías? De hecho, tú eres parte de uno.

—Son procesos. Estamos hablando de un cambio histórico que no va a ser de la noche a la mañana. Pero ya estamos viendo cosas bien interesant­es como 3xi, que es una instancia entre el sector privado, los emprendedo­res, organizaci­ones, sectores sociales, la academia, etc. De a poco, los grandes empresario­s empiezan a ver las cosas diferentes. Saben que les cambiaron la cancha, pero no saben bien aún cómo moverse en ella.

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