Punto de Vista
malización ya iniciado hace algún tiempo por la Reserva Federal de EE.UU. Por último, los riesgos de índole política probablemente tomen un protagonismo significativo, particularmente en América Latina, que vivirá varios procesos electorales en sus principales economías.
Es en este contexto que el equipo de estrategia de inversión de BlackRock apunta a un posicionamiento que se cimienta en el buen panorama económico global, que aún seguirá presente por algún tiempo, pero que toma en consideración los posibles efectos negativos de los riesgos antes mencionados. Por ello nos definimos como inversionistas optimistas del 2018, pero con una adecuada cuota de cautela.
El escenario de la renta fija global requiere de un significativo nivel de precaución. Por un lado, las acciones de los bancos centrales del mundo han elevado los precios de muchos de estos instrumentos a niveles que desafían todo criterio financiero (inclusión a tasas nominales negativas como ese el caso de varios bonos europeos). Por otro, el mejor entorno económico global precisamente está llevando a estos bancos centrales no sólo a disminuir sus estímulos, sino que a normalizar las tasas de interés. Los dos fenómenos anteriores nos llevan a pensar que los mercados de renta fija para el 2018 presentarán un importante reto a inversionistas, con algunas contadas excepciones.
En relación a renta variable, las mejores oportunidades aparecen con mayor claridad en mercados fuera de EEUU, como la Eurozona, Japón y emergentes, apoyados por ciclos económicos aún con más espacio para crecer, así como precios con capacidad para seguir subiendo. La inversión en acciones estadounidense es donde quizás se debe aplicar con mayor grado la sensatez y discernimiento, dado el impresionante incremento de precios que ha registrado en los últimos 5 años. En ese período, el índice S&P 500 ha rentado un promedio de 15% anual, que se compara con apenas 9% anual para el conjunto de los otros mercados desarrollados fuera de Norte América (índice MSCI EAFE en dólares) y un magro 5% al año para mercados emergentes (índice MSCI Emerging Markets en dólares). Así, los indicadores bursátiles de EEUU han alcanzado niveles récord en sus valorizaciones, al mismo tiempo que ha aumentado la incertidumbre política. Por ello, resulta más conveniente adoptar estrategias que privilegien acciones de empresas cuyas valorizaciones son más bajas y/o de mejor calidad y predictibilidad de sus resultados.
Así como la cautela para el 2018 aparece al momento de analizar la renta fija o las acciones en EEUU, el optimismo se manifiesta con mayor fuerza en activos de mercados emergentes, tanto en renta variable y, en menor medida, la renta fija. No sólo sus economías son las que más se han visto beneficiadas por el buen entorno global, sino que sus mercados han visto un creciente apetito por parte de los inversionistas globales, atraídos por interesantes valorizaciones en relación a los activos de mercados desarrollados, después de estar subinvertidos en éstos por años. Dentro de emergentes, la mayor preferencia es por asiáticos, que combinan una buena posición macroeconómica y valorizaciones accionarias más atractivas que las de sus pares latinoamericanas o europeas.
Entre los mercados desarrollados, destacan para el 2018 las oportunidades que ofrece Japón, donde coinciden el repunte del crecimiento económico, atractivas valorizaciones y un positivo momentum político, tras el respaldo que obtuvo el primer ministro Abe y su agenda de reformas en las recientes elecciones de ese país.
Todo indica que el 2018 comenzará como un año que invita a una perspectiva positiva, pero por las razones antes expuestas, vale la pena hacerlo con un razonable grado de prudencia.
El 2018 no está exento de riesgos, así que apuntamos a un posicionamiento que se cimienta en el buen panorama económico global, que aún seguirá presente por algún tiempo, pero que toma en consideración estos posibles efectos negativos.