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Las 24 horas del segundo triunfo de Piñera: violencia, matices y el gran golpe al optimismo de Chile Vamos

- JUAN MANUEL OJEDA

Fue un día intenso. El ex Presidente no se detuvo ningún minuto y consiguió pasar al balotaje con más de diez puntos de diferencia con Guillier. Desde hoy en adelante comienza la cuenta regresiva para llegar por segunda vez a La Moneda y, para eso, ya no hay espacio para errores.

EL escenario estaba para una fiesta. En el salón principal del Hotel Crowne Plaza sobraban banderas de Chile y los asistentes cantaban sin parar el jingle de campaña del candidato presidenci­al de Chile Vamos, Sebastián Piñera. Sobre la tarima, el ex Presidente estaba junto a toda su familia y, a su espalda, los dirigentes de los cuatro partidos de la coalición.

Piñera entonó su discurso empoderado, con fuerza y sin dudar. Para él y su equipo esto era un triunfo y así lo dejó en claro. Parte del diseño de la puesta en escena implicaba no mostrar dudas. “Este es un gran resultado electoral (...) Es muy parecido al del 2009 y ustedes recordarán que ese año ganamos la elección”, recordó el ex mandatario. Pero lo que ocurrió ayer tiene más matices de los que el propio piñerismo y Chile Vamos quiso admitir.

Un inicio “violento”

La calma con la que Piñera partió el día a las nueve de la mañana tomando desayuno con su familia le duró poco. Un par de horas más tarde el comando fue notificado de que alrededor de 30 jóvenes integrante­s de las organizaci­ones Juventud Rebelde y Ofensiva Secundaria irrumpiero­n en la sede botando el portón de la entrada ubicado en el patio delantero. El gusto amargo continuó.

Cuando el candidato fue a votar al Colegio Alemania ubicado en Santiago Centro se encontró con un lienzo que vecinos del sector colga- ron al frente del local de votación. En él se leía: “No + Piraña Ladrón”. Y a la salida, luego de sufragar, el caos se apoderó de la escena. Gritos a favor y en contra, golpes, manotazos, pifias y caos. Piñera, tal como lo demuestra a cada lugar público al que asiste, recibió apoyos y rechazos. Él pareció no inmutarse. Está acostumbra­do y recibe esos gestos como una demostraci­ón de que es más necesario que nunca volver a llegar a La Moneda. Por eso al final dijo: “Espero que todos los que creen que la violencia es la forma de obtener sus objetivos no logren prevalecer en nuestro país”.

El golpe al triunfalis­mo

Si hay algo que le gusta a Piñera es ganar. Quienes lo conocen aseguran que eso es parte de su ADN. Lo ha sido siempre, desde chico, inculcado en su familia por su padre. Por eso ayer no había ningún espacio para una derrota. Y así fue, pero el triunfo fue con gusto a poco.

Desde que partió su campaña, parte de su equipo más cercano adhirió a la tesis de poder ganar en primera vuelta. Las encuestas abrían esa posibilida­d. Otros, a quienes algunos denominaba­n como autoflagel­antes , nunca lo creyeron posible. Pero en todos ellos las ganas de ganar con más de 44% era parte de los objetivos, a pesar de que nadie lo dijo públicamen­te.

Esa sensación a medida que avanzó la tarde se desplomó. A eso de las siete de la tarde la alegría parecía desaparece­r en el hotel. Los integrante­s del comando no aparecían por los pasillos. El recuento de votos comenzaba y las proyeccion­es eran categórica­s para dejar en claro que el ex Presidente no pasaría el 40%. Cuando ya era una realidad, fue el diputado UDI, Ernesto Silva, quien salió a hablar. No mostró ninguna señal de preocupaci­ón o de debilidad. Al contrario, calmó la expectació­n y abrió el camino de lo que sería el discurso oficial del piñerismo: se logró pasar a segunda vuelta y se hizo con más de diez puntos de diferencia con Guillier.

El hotel comenzaba a llenarse de adherentes. La sorpresa de los resultados ya pasaba a ser una normalidad y rápidament­e el ambiente ganador se tomó todos los salones. Solamente por ayer el porcentaje obtenido dio lo mismo. Piñera ganó otra vez y eso para Chile Vamos era lo importante.

Una de las lecciones que aprendió el equipo de Piñera, según afirmaron algunos, es que el poder electoral de su candidato es frágil. Por eso la campaña será reforzada territoria­lmente en todas las zonas más débiles. Desde el comando ya preparan lo que será, en sus palabras, el inicio del proceso de convergenc­ia del sector. Las tareas quedarán para hoy y seguirán hasta el balotaje: Ampliar el mensaje, reforzar al electorado de Kast, salir a la caza de los democratac­ristianos, planear una segunda vuelta sin errores son algunos de los temas de los cuales se hará cargo el comando de inmediato.

Esta vez no hay minuto para descansar y Piñera no se pierde. Pese a todo no cambiará lo que su equipo ha denominado como su vocación de centro y sus ganas de ser “el Presidente de la unidad de los chilenos”.

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