Encuestas y universidades
Conversación obligada de las jornadas post elecciones. Los resultados de uno u otro candidato, los porcentajes de crecimiento de quienes se medirán en segunda vuelta, la abstención, que rondó el 55%, y el fracaso de las encuestas. No hubo pronóstico capaz de predecir los resultados. Si bien quedaba claro el lugar de preferencias de los candidatos, los porcentajes de votos que auguraron para unos y otros estuvieron bastantes alejados de lo que ocurrió en la realidad.
Las encuestas ya no son el oráculo infalible. Todas daban por ganador por un amplio margen -bastante mayor del que realmente obtuvoa Sebastián Piñera; y fueron desdibujando a un Frente Amplio que no superaba el 10%, en circunstancias que su candidata, Beatriz Sánchez, duplicó la votación prevista, acercándose incluso a la posibilidad de ser ella quien disputara la segunda vuelta.
El tema no es menor. Las encuestas pueden ser predictores de ciertos comportamientos o tendencias, pero también van configurando realidades que pueden terminar incidiendo a tal punto en los electores que terminan debilitando candidaturas que en la práctica, a boca de urna, estaban mucho mejor aspectadas que en la teoría. Para las universidades, la discusión abre una tremenda oportunidad de conquistar un espacio de acción, con estudios metodológicos serios, rigor académico y real prescindencia política y de intereses creados.
Catalina Maluk Decana Facultad de Economía y Negocios Universidad Central