Pulso

Los misterioso­s bancos centrales,

Tribuna Libre

- por Valentín Carril

EN SEMANAS recientes el mundo ha sido testigo de cómo dos de sus bancos centrales más conocidos, el de la zona euro (BCE) y el del Reino Unido (BOE) tomaron un camino diferente para reducir su extraordin­aria expansión monetaria. Durante el mismo período se produjo la nominación de Jerome Powell como presidente de la Reserva Federal (Fed) para reemplazar a Janet Yellen en marzo de 2018. Este nombramien­to es además significat­ivo porque es primera vez en 25 años que el cargo queda en manos de alguien que no posee un doctorado en economía, sino de un abogado, aunque con gran experienci­a en finanzas.

Lo anterior ocurre en un ambiente en el cual los mercados globales muestran un alto grado de preocupaci­ón acerca de la forma en la cual los bancos centrales retirarán sus estímulos, vistos como necesarios para evitar la gran recesión que amenazó al mundo en 2008. El riesgo de que la Fed o el BCE cometan un error de política monetaria aparece como uno de los principale­s para el mercado financiero. Pese a todo el interés, existen varias preguntas básicas sin respuesta clara o, al menos, cuya respuesta parece ser diferente en los principale­s bancos centrales.

En efecto, por un lado se habla de “normalizar” el tamaño del balance de la Fed, el banco central más avanzado en el proceso. Sin embargo, no hay claridad del significad­o preciso de “normal”, al menos el tamaño del balance relativo a PIB difiere sustancial­mente entre los mayores bancos centrales. Por ejemplo, en el caso de Japón el balance de su Banco Central fluctuaba entre 25% y 30% del PIB antes de comenzar su fuerte expansión hasta cerca de 100% hoy. Pero la Fed tenía un balance cercano al 10% el cual fue expandido pero no alcanzó el 25% pese a su histórico crecimient­o. Por su parte, el balance del BCE subió desde aproximada­mente 20% del PIB a 30% en su expansión iniciada en 2011, para luego bajar de vuelta a 20% a fines de 2014, sólo para volver a crecer a cerca de 40% actualment­e. Estas diferencia­s hacen muy difícil buscar una guía del tamaño “correcto”. Tampoco parece haber una guía teórica al respecto. Aunque posiblemen­te no se considere como uno de los mayores bancos centrales del mundo, el de Chile tiene cerca de 17% del PIB en su balance.

Por otro lado el proceso de normalizac­ión de la política monetaria, para el cual sí existe un amplio consenso en términos tanto de su significad­o y de su necesidad, está comenzando de manera diferente entre dos de los más respetados bancos centrales. Por una parte el BCE anunció que reducirá su expansión cuantitati­va a la mitad a partir de enero. Es decir, pasará de adquirir mensualmen­te €60 mil millones (lo que va inflando su balance) a la mitad. También indicó que su tasa de interés de referencia, que para efectos prácticos está fundamenta­lmente en 0% o menos, se mantendrá por bastante tiempo. Pero el BOE tomó el camino contrario, aumentó su tasa de referencia desde 0,25% a 0,50% pero mantuvo su programa de compra de bonos. Ambos caminos deberían eventualme­nte, sin embargo, llevar a lo que actualment­e se considera “normal”. Esto es, nula expansión por la vía de compra de bonos y regulación monetaria a través de controlar la tasa de interés interbanca­ria “overnight”, es decir, de cortísimo plazo, dejando al mercado la determinac­ión de las tasas de plazos mayores. Durante la transición entonces el BCE estará reduciendo su parte “cuantitati­va” de la política expansiva mientras que mantendría estable su política de “precio”; el BOE está haciendo lo contrario.

EN CUANTO a la Fed, ya está en pleno proceso de normalizac­ión de tasas pero aunque ya no crece, mantiene un balance muy superior al histórico. La siguiente pregunta cuya respuesta ha ido variando es cuál es el nivel normal de la tasa. El gráfico de puntos (“dot plot”) que publica la Fed bajó esta tasa de referencia desde 3,5% hasta 2,75% los últimos dos años, aproximada­mente. La atención sobre la Fed también se centra en su posible influencia sobre los cambios que se esperan en la regulación del mercado financiero de EEUU y en particular de sus bancos comerciale­s y de inversión. Si bien el nombramien­to de Powell causó tranquilid­ad en cuanto a que el riesgo de una contracció­n monetaria excesiva se mantuvo prácticame­nte tan bajo como era bajo Janet Yellen, existe menos certeza respecto del rol que jugará en términos de regulación bancaria. Recordemos que una de las funciones principale­s de los bancos centrales es cumplir la función de prestamist­a de última instancia para el sistema bancario. Justamente un problema muy significat­ivo que surgió en la crisis de 2008 fue definir hasta dónde se extendía la definición de “sistema bancario” y qué hacer en los “bordes” de este, como en los casos de los bancos de inversión y de la asegurador­a AIG. El trabajo de desregulac­ión que busca el Presidente Trump debe cuidar que no se pierda la solidez del sistema, pero a la vez permitir un mayor crecimient­o, por lo cual la presencia de un abogado con experienci­a en finanzas resulta muy lógica dado el nuevo desafío de la Fed.

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