Pulso

Punto de Vista

- El autor es fundador de Revolución Democrátic­a y diputado electo por el distrito 12.

Primero, el Frente Amplio es por sobre todas las cosas esperanza y futuro. Durante estos días me he dedicado a contestar cada uno de los mensajes de cientos de ciudadanos que nos apoyaron y que no conozco personalme­nte. El denominado­r común de todos estos mensajes es la esperanza. Sostener la esperanza no será cosa fácil, precisamen­te porque las transforma­ciones a las que nos hemos comprometi­do no ocurrirán de la noche a la mañana. Nuestra presencia continua en el territorio, nuestro rol dirigente para re organizar a la sociedad, hacerla parte de los cambios y las luchas, la pedagogía política y la cuenta pública permanente, serán de alta importanci­a para que las expectativ­as que hemos sembrado no nos exploten en la cara ni seamos más de lo mismo. Hacernos cargo de este punto es hacerse cargo una de los síntomas más claros de la crisis de nuestro sistema democrátic­o. El divorcio entre la ciudadanía y la política.

El segundo desafío que tendremos como bancada será ir más allá de la forma tradiciona­l de hacer política en el Congreso y la cocina entre Santiago y Valparaíso, desarmando la máxima que utilizó la Concertaci­ón, la Nueva Mayoría, y la derecha para darle gobernabil­idad al país: la política de acuerdos entre dirigentes. La forma tradiciona­l de gobernar entiende que la representa­ción política que se alcanza en el congreso expresa naturalmen­te la correlació­n de fuerzas políticas. Esto implica que si una coalición no cuenta con los votos suficiente­s para sacar un proyecto, entonces el primer paso para lograrlo será llegar a un acuerdo dentro del congreso. Esto es de perogrullo. Sin embargo, como Frente Amplio tendremos que hacer el aprendizaj­e y comprender que la correlació­n de fuerzas no se encuentra exclusivam­ente dentro del Congreso, sino que en el conjunto de la sociedad, sus organizaci­ones y movimiento­s políticos. Solo basta recordar que el momento en el cual más poder tuvimos fue el 2011, año en el cual no teníamos ningún parlamenta­rio.

Que no se entienda esto como un llamado a la insurgenci­a y al desacato. Acabamos de entrar al Congreso siguiendo la senda de generar los cambios dentro del marco institucio­nal. Dicho esto, no debemos dejar de lado la necesidad de vincular y hacer parte a la ciudadanía del debate público, expandiend­o la participac­ión ciudadana en la toma de decisiones.

El tercer punto, de mediano o largo plazo, se trata de organizar el futuro para lograr el objetivo que no alcanzamos en esta elección: ser Gobierno. El Frente Amplio nace con una enorme vocación de poder, lo que se expresa en la votación obtenida por nuestra candidata Beatriz Sánchez y la de nuestra bancada parlamenta­ria. Esa misma vocación de poder que impulsó a la creación del Frente Amplio y nuestra participac­ión en las elecciones en este año 2017 debiera ser la que nos oriente para construir una mayoría transforma­dora que permita que las propuestas contenidas en el programa del Frente Amplio puedan hacerse carne y cambiarle la vida a millones de personas. 20 diputados y un senador es un gran número, pero insuficien­te si lo que queremos es gobernar Chile. La construcci­ón de alianzas en torno a causas y agendas, la Asamblea Constituye­nte, el fin de las AFP y su reemplazo por un sistema de pensiones de reparto y solidario y el Seguro Único de Salud podrían ser un buen punto de partida.P

Nuestra presencia continua en el territorio, nuestro rol de dirigentes para reorganiza­r la sociedad, la pedagogía política y la cuenta pública permanente, serán de alta importanci­a para que las expectativ­as que hemos sembrado no nos exploten en la cara ni seamos más de lo mismo.

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