OPINIÓN: Condonación del CAE, una propuesta justa,
Es necesario reliquidar al 2% las deudas que devengaron un 6% anual de interés y condonar esa diferencia. Ello permitirá que varios deudores terminen de pagar antes del plazo final, pero al mismo tiempo tiene el efecto demostración de reducción en el valo
LA GRATUIDAD en la educación superior y la condonación del CAE, el Crédito con Aval del Estado, se han convertido en dos propuestas claves en el debate electoral de la segunda vuelta presidencial. Ambas propuestas tienen una raíz común y se conectan con una amplia aspiración de sectores vulnerables de nuestro país: poder estudiar en la educación superior sin quedar encalillados de por vida, lo que en muchos casos significa que sólo un miembro de la familia puede estudiar y el segundo no pueda.
La gratuidad se conecta con la tranquilidad que da estudiar sin deudas y la condonación del CAE es una propuesta para corregir el error histórico con quienes quedaron endeudados.
No es sorpresa que los mismos que proponen gratuidad universal, el Frente Amplio (FA), también propongan la condonación total del CAE. Todos sabemos que ello no es posible, pues no están los recursos. El FA se da el lujo de hacer una propuesta que no está diseñada para gobernar, sino que para obtener el 20% que logró. Por ello es necesario formular una propuesta sensata.
Para poner contexto a la propuesta, cuento una pequeña historia personal. Mi madre estudió gratis en la Universidad de Chile en los años 50, cuando un puñado de egresados de humanidades entraba a la universidad. Mi padre fue un empleado bancario que se dedicó a trabajar para que sus hijos pudieran estudiar. A mí me tocó estudiar en la Universidad de Chile con crédito fiscal, que devengaba 2% al año y su pago era contingente a mis ingresos. En los 90 pagué mi crédito fiscal. A mis hijos no les dieron crédito fiscal, tuve que pagar la totalidad de su educación, y me mantengo todavía pagando por una hija universitaria. Se dio lo correcto. Mi educación fue apoyada por el Estado con un crédito blando, y como me fue bien, pagué ese crédito y también la educación de mis hijos. No es justo ni equitativo lo que propone el FA. No corresponde que yo y mis hijos hubiésemos estudiado gratis. El Estado ocupó esos recursos en mejores usos.
¿Y cómo entra el CAE? Aquí, como concertacionista que fui, tengo que partir con una autocrítica severa. A principios de este siglo, en la Concertación nos equivocamos con el CAE por varias razones. Invitamos a las familias chilenas a endeudarse al 6% con los bancos y con aval del Estado, a cuenta de una mejor vida futura; no fiscalizamos lo suficiente a las instituciones chantas que aparecieron; la deuda tenía una tasa discriminatoria tres veces superior a la que pagué yo por mi educación y, finalmente, la deuda no era contingente a los ingresos. Fatal. Del sobreendeudamiento de las familias chilenas surge entonces la demanda por gratuidad, por educación superior sin deuda, con un costo gigante para el Estado y que posterga otras prioridades de educación de niños y las pensiones de nuestros abuelos y padres.
Cierta condonación del CAE es entonces una reparación de este error.
LO JUSTO es hacerlo en el contexto de lo que se ha estado discutiendo desde el año 2012 en adelante. En general, a los deudores CAE se les redujo el interés al 2%, se les puso el límite del 10% a los ingresos contingentes y se les incorpora el plazo máximo de entre diez y 20 años. Si los ingresos no alcanzan a pagar la cuota, el Estado está poniendo la diferencia, y cuando no hay empleo, no se acumula la deuda pues es servida por el Estado. Es decir, se ha estado reparando el error replicando las condiciones de deuda y pago del actual CAE contingente a los ingresos y a los años de servicio de la deuda.
La candidatura de Sebastián Piñera va más allá. Propone que cuando los ingresos son menores a $300 mil al mes, no se pague nada y la cuota la pague el Estado y, además, reduce el pago contingente al ingreso entre los tramos entre $300 mil y $2 millones de ingresos mensuales, aliviando aún más a los deudores de menores ingresos.
Sin embargo, hay un aspecto de lo realizado hasta ahora que requiere ser incorporado. Es necesario reliquidar al 2% hacia atrás las deudas que devengaron un 6% anual de interés, y condonar esa diferencia. Ello tiene el efecto de permitir que varios deudores terminen de pagar antes del plazo final, pero al mismo tiempo tiene el efecto demostración de una reducción en el valor percibido como deuda. En términos económicos, tiene un efecto menor, pues los deudores igual dejarán de pagar el saldo remanente una vez cumplido el plazo máximo, sin importar el interés devengado histórico.
Se trata de terminar de reparar el error en todos sus aspectos.