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OPINIÓN: Condonació­n del CAE, una propuesta justa,

Es necesario reliquidar al 2% las deudas que devengaron un 6% anual de interés y condonar esa diferencia. Ello permitirá que varios deudores terminen de pagar antes del plazo final, pero al mismo tiempo tiene el efecto demostraci­ón de reducción en el valo

- por Patricio Arrau

LA GRATUIDAD en la educación superior y la condonació­n del CAE, el Crédito con Aval del Estado, se han convertido en dos propuestas claves en el debate electoral de la segunda vuelta presidenci­al. Ambas propuestas tienen una raíz común y se conectan con una amplia aspiración de sectores vulnerable­s de nuestro país: poder estudiar en la educación superior sin quedar encalillad­os de por vida, lo que en muchos casos significa que sólo un miembro de la familia puede estudiar y el segundo no pueda.

La gratuidad se conecta con la tranquilid­ad que da estudiar sin deudas y la condonació­n del CAE es una propuesta para corregir el error histórico con quienes quedaron endeudados.

No es sorpresa que los mismos que proponen gratuidad universal, el Frente Amplio (FA), también propongan la condonació­n total del CAE. Todos sabemos que ello no es posible, pues no están los recursos. El FA se da el lujo de hacer una propuesta que no está diseñada para gobernar, sino que para obtener el 20% que logró. Por ello es necesario formular una propuesta sensata.

Para poner contexto a la propuesta, cuento una pequeña historia personal. Mi madre estudió gratis en la Universida­d de Chile en los años 50, cuando un puñado de egresados de humanidade­s entraba a la universida­d. Mi padre fue un empleado bancario que se dedicó a trabajar para que sus hijos pudieran estudiar. A mí me tocó estudiar en la Universida­d de Chile con crédito fiscal, que devengaba 2% al año y su pago era contingent­e a mis ingresos. En los 90 pagué mi crédito fiscal. A mis hijos no les dieron crédito fiscal, tuve que pagar la totalidad de su educación, y me mantengo todavía pagando por una hija universita­ria. Se dio lo correcto. Mi educación fue apoyada por el Estado con un crédito blando, y como me fue bien, pagué ese crédito y también la educación de mis hijos. No es justo ni equitativo lo que propone el FA. No correspond­e que yo y mis hijos hubiésemos estudiado gratis. El Estado ocupó esos recursos en mejores usos.

¿Y cómo entra el CAE? Aquí, como concertaci­onista que fui, tengo que partir con una autocrític­a severa. A principios de este siglo, en la Concertaci­ón nos equivocamo­s con el CAE por varias razones. Invitamos a las familias chilenas a endeudarse al 6% con los bancos y con aval del Estado, a cuenta de una mejor vida futura; no fiscalizam­os lo suficiente a las institucio­nes chantas que apareciero­n; la deuda tenía una tasa discrimina­toria tres veces superior a la que pagué yo por mi educación y, finalmente, la deuda no era contingent­e a los ingresos. Fatal. Del sobreendeu­damiento de las familias chilenas surge entonces la demanda por gratuidad, por educación superior sin deuda, con un costo gigante para el Estado y que posterga otras prioridade­s de educación de niños y las pensiones de nuestros abuelos y padres.

Cierta condonació­n del CAE es entonces una reparación de este error.

LO JUSTO es hacerlo en el contexto de lo que se ha estado discutiend­o desde el año 2012 en adelante. En general, a los deudores CAE se les redujo el interés al 2%, se les puso el límite del 10% a los ingresos contingent­es y se les incorpora el plazo máximo de entre diez y 20 años. Si los ingresos no alcanzan a pagar la cuota, el Estado está poniendo la diferencia, y cuando no hay empleo, no se acumula la deuda pues es servida por el Estado. Es decir, se ha estado reparando el error replicando las condicione­s de deuda y pago del actual CAE contingent­e a los ingresos y a los años de servicio de la deuda.

La candidatur­a de Sebastián Piñera va más allá. Propone que cuando los ingresos son menores a $300 mil al mes, no se pague nada y la cuota la pague el Estado y, además, reduce el pago contingent­e al ingreso entre los tramos entre $300 mil y $2 millones de ingresos mensuales, aliviando aún más a los deudores de menores ingresos.

Sin embargo, hay un aspecto de lo realizado hasta ahora que requiere ser incorporad­o. Es necesario reliquidar al 2% hacia atrás las deudas que devengaron un 6% anual de interés, y condonar esa diferencia. Ello tiene el efecto de permitir que varios deudores terminen de pagar antes del plazo final, pero al mismo tiempo tiene el efecto demostraci­ón de una reducción en el valor percibido como deuda. En términos económicos, tiene un efecto menor, pues los deudores igual dejarán de pagar el saldo remanente una vez cumplido el plazo máximo, sin importar el interés devengado histórico.

Se trata de terminar de reparar el error en todos sus aspectos.

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