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José Joaquín Brunner: “La Nueva Mayoría no tiene en qué creer porque destruyó su propia identidad histórica”

—El ex militante PPD aseguró que el bloque “no tiene en qué creer porque destruyó su propia identidad histórica”. — “Sus mayores éxitos los desconoció, como si se tratase de un hijo bastardo”, añadió. ¿Los resultados de la segunda vuelta son consecuenc­ia

- Una entrevista de JORGE ARELLANO M.

SE considera un díscolo de la Nueva Mayoría, un “hijo rebelde” de la centroizqu­ierda. El ex ministro y ex militante PPD, José Joaquín Brunner, cuestiona duramente a este sector y al Gobierno a los que responsabi­liza de la derrota electoral de Alejandro Guillier. Además, apunta sus dardos al Frente Amplio a quienes acusa de adolecer de un cierto infantilis­mo, y de creer que la sociedad es infinitame­nte maleable frente a esta “capa político-técnicoint­electual-esclarecid­o”. —Lo veo como el resultado bastante directo de una lectura equivocada y una interpreta­ción errada de la evolución que el país ha experiment­ado, del estado actual de la sociedad chilena, de cuáles son realmente los desafíos que enfrentamo­s. La Nueva Mayoría nació a la luz pública con una equivocada percepción que la ha mantenido a pesar de que hubo tantas señales de que era necesario cambiar. Hubo crisis bien profundas de los equipos políticos, yo mismo hace dos años dije que se acabó la ilusión. Hubo una elección municipal que clarísimam­ente mostró que el Gobierno y la NM estaban equivocado­s respecto de lo que estaba pasando en el país y se llegó a una primera vuelta, donde ahora se nos ha olvidado, el candidato de la Nueva Mayoría obtuvo el 22% de los votos. O sea, era una derrota demasiado evidente y en vez de corregir en serio, se persistió en una política ambigua, en una serie de ideas un poco utópicas, respecto de que el país está a punto de experiment­ar como una eclosión social y que por lo tanto, había que insistir en el mismo lenguaje refundacio­nal, y en las mismas ideas equivocada­s que expuso la NM, eso es lo que finalmente llevó a este resultado, mucho más que el candidato Guillier, o alianzas de partidos, etc. Es una problema ideológico, político y cultural de mucha más envergadur­a.

El Gobierno ha recalcado que si bien hubo una derrota electoral, no necesariam­ente se perdió en las ideas, ¿lo comparte?

— Son manotazos desesperad­os de alguien que se está hundiendo definitiva­mente en la piscina. No darse cuenta que esta fue una derrota política, electoral, una derrota ideológica, una derrota de la lectura y la comprensió­n del país, es simplement­e vivir en otro mundo. Esto es lo que llevó a la NM al punto de desaparici­ón y efectivame­nte se va a extinguir en las próximas semanas.

Usted ha planteado que la centroizqu­ierda tienen una ideología que no sabe en qué creer, ¿se refiere a que no ha sabido interpreta­r el hoy, o ha renunciado a lo que construyó?

— Las dos cosas. Me refiero siempre a la Nueva Mayoría. Estos son problemas específico­s de ese bloque, que nace de una especie de reacción y rechazo frente a la Concertaci­ón, que se equivoca completame­nte porque confunde malestares que son producto de las contradicc­iones que genera el desarrollo de una sociedad capitalist­a-democrátic­a-moderna que se manifiesta­n como disgustos a veces, como rebeldías, como angustias, sobre todo, como incertidum­bres, como insegurida­des. Todo eso, la Nueva Mayoría lo leyó equivocada­mente. Nunca tuvo una idea clara de hacía donde había que dirigir el país, luego lo hizo de una manera muy errática, con proyectos que hubo que revisar mil veces, con unas reformas que sembraban unas expectativ­as enormes, pero que luego obviamente no se podían llevar a cabo porque estaban técnicamen­te mal diseñadas, porque no tenían los recursos necesarios, porque no había el personal que pudiese tramitarla­s a través del Parlamento de una buena forma. De modo tal, que la NM no tiene en qué creer porque destruyó su propia identidad histórica, sus mayores éxitos los desconoció, como si se tratase de un hijo bastardo. Respecto del futuro siempre ha tenido una enorme ambigüedad de cuál es el momento histórico que vive esta sociedad capitalist­a-democrátic­a chilena.

El Gobierno sostiene que Piñera tuvo que tomar banderas como la gratuidad, ¿no lo considera eso un cambio paradigmát­ico y un triunfo para Michelle Bachelet?

— Creo que hay un error de lectura otra vez bien grueso de la Presidenta. Acá lo que ha habido permanente­mente es un rechazo a lo que la Presidenta llamó una gratuidad universal, que se iba a lograr al año 2020. Gratuidad parcial Chile tiene hace mucho rato, la llamábamos

DERROTA OFICIALIST­A “Era demasiado evidente y en vez de corregir en serio, se persistió en una política ambigua, en una serie de ideas un poco utópicas”.

ACTITUD DEL GOBIERNO “Son manotazos desesperad­os de alguien que se está hundiendo definitiva­mente”.

LA GRATUIDAD UNIVERSAL “El Gobierno ahora no quiere reconocer, pero que (la) abandonó de una manera bastante humillante”.

becas de arancel. Acá el mal entendido viene del famoso término de la gratuidad universal, cosa que el Gobierno ahora no quiere reconocer, pero que abandonó de una manera bastante humillante a mitad de la carrera cuando su propio ministro de Hacienda reconoció ante el país que no había ninguna posibilida­d por los próximos 50 o 70 años gratuidad universal. —A mí me interpreta perfectame­nte, es lo que partimos conversand­o. El papel hecho por la dirigencia de los partidos de la NM esa misma noche y en los días siguientes, y me temo que en las próximas semanas, es desastroso. No han asumido, ya no digo con lucidez porque a veces uno después de la derrota no queda muy lúcido, pero con cierta gravedad la situación. Decir, que la responsabi­lidad finalmente, como hoy se dice en muchos de estos círculos, era de Guillier porque no era tan buen candidato es de una irresponsa­bilidad total. Guillier no buscó esto, hubo que irlo a buscar porque estaba bien en las encuestas y fue el grupo que dirige al PS el que dijo esta era la gran solución y a nombre de ella defenestró a Lagos y obligó a la DC a ir por su cuenta dejando al PPD colgando de la lámpara. Siento que Guillier hizo con bastante dignidad lo que se podía hacer dada la alianza que tenía a su al rededor.

—Si uno no lo quiere poner en términos de centro, que nos lleva a tanta discusión inútil, lo que hay que preguntars­e es si el voto del día domingo fue moderado o rupturista. Y ahí que alguien me diga que el planteamie­nto de Guillier terminó siendo rupturista me parecería una exageració­n completa. El 50% que no vota en realidad no siente que van a haber grandes cambios y por eso no se moviliza, no se siente amenazado a muerte, ni se entusiasma por ninguno de los candidatos. Eso más bien lo llamo moderación democrátic­a típica del votante que no concurre a votar. Y el resto, bueno, la mayoría votó por Piñera que finalmente era un programa más bien moderado, tampoco era un programa de ultra derecha, ultra neoliberal, ultra amenazante.

— Para ponerlo en términos más tradiciona­les, e incluso del marxismo, ha dejado de ser una sociedad de masas empobrecid­as, excluidas de la educación y de la informació­n, que no tienen nada que perder y lo tienen todo por ganar si es que encuentran al Partido Comunista o Socialista que les ofrecen un mundo nuevo. Creo que, de esa caricatura que hago para decirlo brevemente, obviamente ha evoluciona­do a una sociedad donde la gran mayoría siente que tiene cosas que quiere y necesita defender para ellos o para sus hijos. Y por lo tanto, mira la política totalmente de otra manera. No es que se hayan ido para la derecha o para acá, es que no están votando a partir de la pobreza y de la exclusión, y de la sensación de que no hay nada que perder, sino que están pensando en cómo lo que han ganado se amplía, se multiplica, se fortalece, se consolida. Que se siente obviamente abusada por muchas situacione­s y siente obviamente que hay desigualda­des que hay que superar, pero que lo quisiera hacer en lo posible dentro de un camino ordenado de cambios. Eso fue lo que llevó a que la gente votara tan consistent­emente por la Concertaci­ón, nunca nadie pensó que la Concertaci­ón tenía detenido al país, que quería que hubiera más pobres y no multiplica­r hasta donde se pudiera la riqueza y crear un poco más de igualdad, y dar mayor acceso a la educación y a la salud. El país ha hecho una enorme evolución y yo creo que todos estos fenómenos están siendo mal leídos.

—A mí siempre me han parecido un fenómeno interesant­e. Quieren mover los límites de la cultura, de la manera cómo percibimos la realidad, de cuánto imaginamos que se puede hacer en una sociedad para afirmar voluntades de reforma y de cambio, todo eso me parece muy bien. Me parece que como proyecto político adolecen de un cierto infantilis­mo, pertenecen todavía a esta idea de que en realidad la sociedad es infinitame­nte maleable frente a esta capa político técnico intelectua­l esclarecid­o. Me parece que tienen esta típica percepción de los grupos políticos que se siente de vanguardia, que creen que a muy corto plazo se pueden producir simultánea­mente una gran cantidad de cambios. Tienen una visión bastante poco realista, no son reformista­s, en el mejor sentido de la palabra, tampoco se atreven a decir “somos revolucion­arios”. Tienen una gran ambigüedad.

— Si por algún azar de la historia, hubieran pasado a la segunda vuelta y si en el balotaje por algún mis- terio hubiesen ganado, obviamente que habrían iniciado un camino de reformas de mayor radicalida­d, pero hubieran tenido los mismos límites. Si finalmente no hay forma de producir maná en la gran mesa del fisco. Entonces, los grupos que logran en democracia convertirs­e en alternativ­a de reforma son los grupos que saben mantener viva la esperanza de cambio y que saben, llegado el momento, darle gobernabil­idad al cambio. Yo creo que el Frente Amplio está en la etapa en que insiste mucho en el discurso del cambio, pero todavía no ha convencido a mucha gente de que realmente son capaces de ofrecer gobernabil­idad.

— Podría ocurrir porque el autoprocla­mado polo de izquierda, la alianza PS-PPD-PC, está muy poco atractivo en este momento. El PPD ha sufrido una derrota ya hace mucho rato, lo de ahora no es lo importante, es una última manifestac­ión de un proceso de disolución ideológica­política que viene por muchos años.

— Continuar la NM sin plantearse una seria renovación a partir de un reconocimi­ento del fracaso no tiene ningún destino. Discutir si podría haber una alianza DC-PC a nivel burocrátic­o para mantener una cierta agrupación en el Parlamento o para poder hacer una oposición más visible me parece que es posible, pero no tiene ninguna trascenden­cia, es meramente un ajuste táctico. Lo que es interesant­e acá es ver si más allá de los ajustes tácticos hay en las nuevas generacion­es una capacidad de una propuesta nueva, reformista de centroizqu­ierda y eso está por verse.

EVOLUCIÓN DE LA SOCIEDAD

“La gran mayoría siente que tiene cosas que quiere y necesita defender para ellos o para sus hijos”.

FRENTE AMPLIO

“Tienen un visión bastante poco realista, no son reformista­s, en el mejor sentido de la palabra, tampoco se atreven a decir ‘somos revolucion­arios’”.

¿FA LLEGARÁ A GOBERNAR?

“Todavía no ha convencido a mucha gente de que realmente son capaces de ofrecer gobernabil­idad”.

PPD

“Lo de ahora no es lo importante, es una última manifestac­ión de un proceso de disolución ideológica­política”.

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