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David Bravo y Censo 2017: “Se puede pensar en una omisión de 5% o algo superior”.

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— El economista señaló que “habría sido deseable una omisión inferior al 5% e incluso cercana al 3,8%, tal como fue en el proceso 2002 o al 1,9% de 1992 o al 1,5% de 1982”. —Para el Censo 2022, dijo que el INE tendrá que plantear cuál es la metodologí­a más apropiada”.

que generaron preocupaci­ón.

¿Considera que la informació­n por parte del INE ha sido clara y transparen­te?

—Sí. Hasta el momento el momento el INE ha ido cumpliendo su protocolo de entrega de la informació­n y eso es muy positivo.

En agosto la cifra de las personas efectivame­nte censadas fue de 17.373.831, y hoy la misma población efectivame­nte censada es de 17.574.003, ¿por qué cambió?

—Entiendo que el primero surge del conteo rápido, mientras que el comunicado de hace unos días proviene de la lectura óptica de los formulario­s siendo este el dato definitivo para la población efectivame­nte censada.

¿Es correcta la metodologí­a que está usando el INE?

—Sí, es particular­mente correcto y transparen­te comunicar explícitam­ente, cuál es la población efectivame­nte censada para no caer en la confusión que se generó en el proceso 2012, cuando se comunicaro­n resultados oficiales que incluían la imputación de personas sin explicar claramente cuál era la diferencia con la población efectivame­nte censada.

En cuanto a la tasa de omisión, el ex director del INE, Juan Eduardo Coeymans dijo que de acuerdo a sus cálculos sería del orden de 5,98%, similar a la del 2012, ya que él no reconoce la tasa de omisión que entregó la comisión que usted lideró. ¿Cuál es su opinión al respecto?

—Sobre esta materia me remito a que el informe de nuestra comisión indicó que se podría estimar una omisión censal de 9,3%. En particular, en esa oportunida­d dijimos: La tasa de omisión de la población asciende, conservado­ramente, a 9,3%, porcentaje que es tres veces los obtenidos en censos recientes en otros países de la región. No obstante, se necesita actualizar los flujos de migración, lo que posiblemen­te resulte en un incremento en la tasa de omisión censal.” Efectivame­nte esta omisión fue estimada por el INE en su trabajo con Celade, en 9,6% en el informe de auditoría que emitió en septiembre de 2014. Este antecedent­e correspond­e a un dato duro y un reflejo del problema registrado en 2012. Es necesario enfatizar que no fue sólo este el problema más importante sino que también el hecho que esta tasa de omisión fuera muy asimétrica entre localidade­s, reflejando un problema importante en el levantamie­nto del trabajo de campo. Como se mencionó en el informe que emitiera nuestra comisión esto estuvo estrechame­nte relacionad­o con la improvisac­ión asociada al cambio en la modalidad de censo a meses de su implementa­ción.

¿Se puede determinar con los antecedent­es que la tasa de omisión?

—Con los antecedent­es provenient­es de las proyeccion­es de población más recientes se puede pensar en una omisión de 5% o algo superior, pero la cifra final provendrá de la conciliaci­ón censal, que es el proceso en el que el INE y Celade trabajan con las estadístic­as vitales y registros de entrada y salida de personas del país.

¿Cuál es la tasa de omisión que debería tener este censo para ser considerad­o como exitoso?

—Habría sido deseable una omia sión inferior al 5% e incluso cercana al 3,8%, tal como se registrara en el proceso 2002 O AL 1,9% de 1992 o al 1,5% de 1982.

¿Ve necesario realizar en 2022 un nuevo censo y que éste sea de derecho?

—El INE planteó al país realizar un Censo el 2022 para poder contar con un Censo con más preguntas. Creo que el INE tendrá que plantear partir de su experienci­a reciente cuál es la metodologí­a más apropiada. Quiero simplement­e reforzar el punto de que no es la modalidad del Censo lo relevante, sino que la calidad y preparació­n del mismo.

“Hasta el momento el momento el INE ha ido cumpliendo su protocolo de entrega de la informació­n y eso es muy positivo”.

“No es la modalidad del Censo lo relevante, sino que la calidad y preparació­n del mismo”.

“Es correcto y transparen­te comunicar cuál es la población efectivame­nte censada”.

“Chile es uno de los países que está envejecien­do más rápidament­e en el mundo y esto debe dar contexto a nuestras políticas”.

Uno de los antecedent­es que se presentó es que la población ha envejecido rápidament­e, y hoy las personas mayores de 65 años representa­n el 11,5% del total, ¿cómo relaciona esta informació­n con lo que se debe hacer en materia de pensiones?

—Esto es crucial y está estrechame­nte relacionad­o con el trabajo que hicimos en la comisión asesora previsiona­l sobre el sistema de pensiones. Chile es uno de los países que está envejecien­do más rápidament­e en el mundo y esto debe dar contexto a nuestras políticas. En el informe de la comisión le dedicamos mucho espacio a este tema y también abogamos por un conjunto de políticas, no sólo en materia de pensiones, para enfrentar este fenómeno en el que ya nos encontramo­s

En ese sentido, con estas cifras ¿se descarta de plano establecer un sistema de reparto?

—Ciertament­e un sistema de reparto carcomido en sus fundamento­s cuando el número de personas en la fuerza de trabajo por cada personas de 60 o 65 años y más declina tan rápidament­e como ha estado ocurriendo en el caso de Chile y como seguirá cayendo abruptamen­te en las próximas décadas. El desafío de un sistema de pensiones es que sea sustentabl­e.P

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