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Luis Eduardo Escobar y derrota de Guillier: “Cambió de opinión y titubeó, y eso dio una sensación de falta de solidez y de coherencia interna”

¿Y por qué se originó? ¿Pero no cree que faltó que ustedes explicar mejor el financiami­ento de su programa ante los cuestionam­ientos del equipo económico de Piñera? ¿Qué opina de las críticas que se le han hecho a la Nueva Mayoría? Algunos han señalado qu

- Una entrevista de CONSTANZA RAMOS TAKY

—Economista realizó una introspecc­ión respecto de la candidatur­a de Alejandro Guillier y señaló que hubo una cierta ambivalenc­ia. —Afirmó que en algunas ocasiones el candidato “cambió de opinión y titubeó y eso dio una sensación de falta solidez y de coherencia interna”.

LUEGO de más de dos semanas de la segunda vuelta presidenci­al, el ex asesor económico de Alejandro Guillier, Luis Eduardo Escobar, realizó una autocrític­a al desarrollo de la campaña del ex candidato. El también jefe de Estudios del Consejo de Política de Infraestru­ctura y director del Centro de Estudios del Desarrollo reconoció que hubo momentos de desacuerdo entre los integrante­s y Guillier, lo que afectó la confianza de los ciudadanos hacia la candidatur­a y que como comando no fueron capaces de dejar clara la visión que tenían y su capacidad de conducir al país. “Hubo ocasiones en las cuáles daba la sensación que no había acuerdo entre los equipos técnicos y el candidato presidenci­al y eso erosionó la confianza”, precisó. Esto, a juicio de Escobar, se debió a que en varias ocasiones “el candidato cambió de opinión. Como fue en el caso del CAE. Cuando se le preguntó por este tema, él cambió de opinión y titubeó. Esto dio una sensación de falta solidez y de coherencia interna”. En cuanto a la candidatur­a de Sebastián Piñera, criticó su modo de actuar, acusando que se le hizo un daño serio al país, principalm­ente al sistema electoral e institucio­nal.

A más de dos semanas de las elecciones ¿cómo toma el resultado? ¿Lo ve como un golpe?

—Fue un golpe contundent­e, nueve puntos de diferencia es sustantivo. Ahora estamos viendo cómo se recompone una posición política de centro izquierda. Es raro lo que nos pasó, porque si le preguntas a la gente si le gustaría que Chile fuera un país como Alemania u Holanda, la gente prefiere eso a un sistema como el que tenemos ahora. Creo que no hemos sido capaces de comunicar esa visión y que se entienda bien. Creo que la gente pensó que al país y a ellos mismos les iba a ir mejor con Piñera que con Guillier. Lamentable­mente estamos cayendo en que lo que nos va a sacar del problema, es una persona, no una propuesta de gobernabil­idad.

¿Qué visión tendrían que haber entregado entonces? ¿Qué le faltó a la campaña de Alejandro Guillier?

—Muchas cosas, pero fundamenta­lmente que nosotros no fuimos capaces de proyectar una visión de país que entusiasma­ra y tampoco fuimos capaces de generar confianza de que teníamos la capacidad de administra­r lo que hay. Lo que hizo Sebastián Piñera fue dar confianza de que él y su gente son capaces de administra­r lo que existe. Es bien notable que no propongan ningún cambio, porque fue una candidatur­a presidenci­al que no ofrece cambios.

Durante la campaña, en varias ocasiones hubo desacuerdo­s entre el candidato y sus asesores, ¿cree que esto los perjudicó?

—Ese fue uno de los elementos que no ayudó a generar confianza

de que éramos capaces de administra­r el país. Hubo ocasiones en las cuáles daba la sensación de que no había acuerdo entre los equipos técnicos y el candidato presidenci­al y eso erosionó la confianza. En cambio, el equipo de Sebastián Piñera fue sumamente consistent­e y repetían en todas partes las mismas frases, entonces se dio un sentido de coherencia muy superior al nuestro. La falta de coordinaci­ón interna entre los técnicos y el candidato dañó la confianza, pero a eso se suma toda la campaña de desinforma­ción.

—Básicament­e ocurrió porque genuinamen­te hubo ocasiones en las cuales el candidato Alejandro Guillier cambió de opinión. Como fue en el caso del CAE. Cuando se le preguntó por este tema, él cambió de opinión y titubeó. Esto dio una sensación de falta solidez y de coherencia interna. Además, hubo un trato diferencia­do de la prensa hacia la candidatur­a de Guillier y la de Piñera. A Piñera nadie le cuestionó como iba a financiar su programa, que por lo demás era más caro que el nuestro. El tratamient­o de la prensa fue bien desequilib­rado. —Nuestro programa estaba súper bien explicado. Lo que ellos hicieron fue mentir sistemátic­amente. Dos semanas antes de la segunda vuelta ellos apareciero­n diciendo que el programa tenía un costo total de US$40 mil millones y eso era una estupidez total, ya que nosotros habíamos puesto tociplina dos los números sobre la mesa. Fue algo de mala fe. —Insisto en que creo que no fuimos capaces de entregar esta visión y de dar la confianza de que éramos capaces de conducir al país. Y eso se dio en todo el orden de las cosas. También en los aspectos políticos, puesto que no haber tenido elecciones primarias fue un error un garrafal. Haber tenido primarias habría sido una muy buena oportunida­d para presentar distintas facetas de lo que debiera tener una visión más o menos compartida. Es decir, con los equipos técnicos prácticame­nte no tuvimos ninguna diferencia.

—También. Creo que en parte fue no perfilar las medidas suficiente­mente, no presentarl­as con la actualidad que se requería y no ser decisivo en algunos aspectos. Había una cierta ambivalenc­ia entre lo que consideráb­amos que eran avances del Gobierno de Bachelet y las cosas con las cuales podríamos haber avanzado más allá de lo que propuso la actual administra­ción. Uno de esos fue el tema de las pensiones. Esto también fue un área en la cual hubo titubeos, hubo malos entendidos y faltó claridad en la propuesta. —Fue una campaña muy bien organizada, donde hubo mucha dis- interna. La derecha tenía la convicción que el único candidato posible era Sebastián Piñera y en eso no se perdió nadie. Esto quedó demostrado no con los niveles que a ellos les habría gustado, pero les fue bien y pasó holgadamen­te a la segunda vuelta, muy por encima de los otros candidatos. Después de esto, el problema ya estaba resuelto, porque los otros candidatos aceptaron la lógica política que Piñera iba a ser el candidato y tenían que apoyarlo no más. —Le hace un flaco favor al país. Que Alejandro Guillier iba a convertir a Chile en Venezuela es simplement­e absurdo, pero se montó una buena campaña del miedo, en este contexto de la posverdad e instalar prácticas como las de Donald Trump en Chile. De hecho, varias veces me pregunté si en realidad estaban asesorados por gente que había trabajado con Trump. Es decir, es notable el ejercicio de desinforma­ción, donde habían cifras que no correspond­ían, datos que no eran y qué me dicen lo de los votos marcados. Fue una cosa realmente impresiona­nte. En Chile tenemos un sistema electoral que es realmente una belleza, entonces desprestig­iar el sistema electoral, me parece un despropósi­to de marca mayor. —Esta campaña de desinforma­ción y de miedo, logró movilizar a mucha gente que dijo yo no quiero que Chile se convierta en Venezuela y escuché a mucha gente hablar tonteras respecto de eso. Fue la peor parte de la campaña de Piñera, le hizo un daño serio al país, porque planteó una duda sobre la capacidad de nuestro sistema electoral y de nuestro sistema institucio­nal. Y esto ha ido creciendo con el tiempo, es una cosa de ambos lados. Con todo el cuestionam­iento al INE, tanto en el primero Gobierno de Piñera y después con la Nueva Mayoría y que ahora la gente de Piñera ponga en duda el nuevo Censo, se empiezan a erosionar las institucio­nes y eso es muy grave.

—Una de las cosas graves que puede ocurrir en un país es estar en desacuerdo sobre los hechos. Se pueden tener interpreta­ciones distintas sobre los números, que ocurre a cada rato, pero si se empiezan a discutir los números, es porque honestamen­te se cree que están malos, entonces hay un serio problema.

—Esto nos obliga a replantear­nos qué es lo que estamos proyectand­o, qué es lo que estamos proponiend­o y cómo lo estamos planteando. La gente tiene la percepción de que los partidos políticos tradiciona­les no son capaces de cumplir con las ofertas que hacen y por eso la gente vota por personas y no por proyectos de país. Esto ha ocurrido ya tres veces. Con el primer Gobierno de Piñera, el segundo de Bachelet y ahora. Esto hace relativame­nte fácil que el próximo individuo pueda ser un populista que erosione aún más el sistema político e institucio­nal y esa es mi gran preocupaci­ón.

“No proyectamo­s una visión de país que entusiasma­ra, ni fuimos capaces de generar confianza de que teníamos la capacidad de administra­r el país”.

“Que Alejandro Guillier iba a convertir a Chile en Venezuela era simplement­e absurdo, pero se montó una buena campaña del miedo”.

“Lamentable­mente estamos cayendo en que lo que nos va a sacar del problema es una persona, no una propuesta de gobernabil­idad”.

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