Política de pago de empresas: problema cultural
En Página Par
EN LOS ÚLTIMOS días del año que terminó nos enteramos de que el empresario Andrónico Luksic recibió su credencial de socio de la Asech, en una clara muestra de la agenda que respaldará este 2018 uno de los empresarios más influyentes. Pero la señal no fue sólo un gesto: en ese encuentro, Luksic anunció que pidió a los ejecutivos de sus empresas que avancen en serio y lideren un cambio en las políticas de pago, para que las compañías que le pertenecen paguen a 30 días como máximo a sus proveedores. Quienes vivimos a diario las satisfacciones y decepciones de ser emprendedor, deberíamos estar celebrando las palabras y gestos del empresario. Sin embargo, en lo más profundo el ambiente no da para fiestas. Esto no va contra Luksic, ni contra el empresariado ni mucho menos contra las políticas gubernamentales que apuntan a solucionar el problema a través de la regulación. Podríamos llenar páginas con historias de emprendedores asfixiados al no contar oportunamente con su plata. Este solo anuncio nos debería hacer celebrar. Pero no es posible. Este problema no se soluciona sólo con decretos, proyectos de ley, órdenes imperativas, sugerencias a los ejecutivos o la buena voluntad. Y no se solucionará fácilmente porque se trata de un problema cultural. Las buenas intenciones no bastan. Esto viene de antes, de algo más profundo, de la educación que hemos recibido en nuestras casas y del cinismo que nos hace tan particulares. Entiendan de una buena vez: los emprendedores preferimos un no en el plazo acordado que un sí que nunca se concreta. Se trata, en definitiva, de que los que toman las decisiones no sólo se pongan en nuestros zapatos, sino que también sean capaces de caminar con ellos.