Inclusión laboral de adultos mayores: desafío pendiente para 2018
Opinión
CHILE ES UN país que envejece. Incluso más, es el país que está envejeciendo más rápido en Latinoamérica. Nuestra expectativa en 2016 fue de 90,4 años, en el caso de las mujeres, y 85,3 años en el de los hombres. Por ello, el anuncio del futuro Gobierno de Sebastián Piñera de poner foco en mejorar la calidad de vida de la tercera edad adquiere aún más importancia. Es que la posibilidad de acceder al mercado laboral es parte importante del bienestar de nuestros adultos mayores.
Hay que tener en cuenta que se trata de personas que llegan cada vez en mejores condiciones a edades avanzadas, por lo que son perfectamente aptas para integrarse y ser un aporte relevante en el mundo laboral. El punto es cómo se adaptan las empresas no sólo para recibir a este grupo etario, sino para aprovechar la experiencia y habilidades que lo caracterizan. Primero, es importante instalar un cambio de paradigma tanto en el sector público como privado: Chile es un país que culturalmente no valora el aporte de los mayores, a diferencia de otros países donde son considerados una fuerza laboral relevante.
Conocer desde qué lugar pueden realizar su aporte de valor a la organización es clave para generar un proceso de adaptación que permita integrarlos de la mejor manera. Para ello, puede realizarse un diagnóstico que permita detectar áreas donde no sólo sean un aporte, sino que incluso su experiencia y habilidades sean un plus por sobre otros rangos de edad. Ello, además de flexibilizar y reducir horarios, mejorar o implementar condiciones de seguridad y salud, y procesos de formación y capacitación.
Estas fueron algunas conclusiones de la mesa redonda sobre participación laboral de adultos mayores or- ganizada por AmCham Chile.
Otro eje es la necesidad de generar integración entre las distintas generaciones en las organizaciones. Así se produce un círculo virtuoso en que los distintos grupos aprenden habilidades de los otros.
De hecho, una de las principales debilidades de las nuevas generaciones es su falta de compromiso, lo que en el caso de los adultos mayores es, precisamente, su mayor fortaleza. ¿Qué estamos esperando, entonces?